Tras la invasión de Ucrania el pasado febrero de 2022, la Rusia de Vladímir Putin ha despertado la animadversión de gran parte de la comunidad internacional. El argumento de Occidente es difícilmente rebatible: los ataques al país que preside Volodímir Zelenski son un abuso y no responden más que a una ambición expansionista. Putin, por su parte, se ha enrocado en una suposición histórica: todo el mundo odia a su país. Rusia necesita defenderse.
El historiador José M. Faraldo (Talavera de la Reina, 1968) ha tratado de dar respuesta a esta cuestión en Rusofobia (Catarata), un ensayo que esclarece la madeja de informaciones cruzadas que gravitan en torno al imaginario ruso actual. Su discurso, presentado con una formulación sencilla y elocuente, aunque sin renunciar al rigor, retrocede hasta el principio de los tiempos para analizar las causas.
El profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, experto en Europa central y oriental, bucea en los estereotipos y los prejuicios que se ciernen en torno a Rusia. ¿Cuáles son reales? Si lo fueran, ¿legitiman las acciones de Putin? "Los prejuicios nunca están justificados, por más que algunos muestren algo de verdad", advierte Faraldo a El Cultural. "Pero los recelos sí están justificados —precisa— porque Rusia no ha dejado atrás aún la idea imperial".
Podemos rastrear los estereotipos rusos en la cultura popular: la mafia rusa, las grandes ingestas de alcohol que supuestamente consumen... Sin embargo, el icono más revelador, por cuanto entronca con la coyuntura actual, es el oso. Una flecha hiere al de la ilustración que preside la cubierta del libro de Faraldo, que data el origen de la equivalencia con Rusia en un texto de Shakespeare, aunque no es hasta el siglo XIX cuando aparece como expresión recurrente.
Un oso fue la mascota que el país eligió para las olimpiadas de Moscú en 1980, pero pertenece al acervo popular desde mucho antes. Para Occidente, representaba la brutalidad; para Rusia, la fortaleza. ¿No es esto lo que cada día se aborda en el tablero geopolítico? Según Faraldo, "Putin ha caído en los viejos estereotipos que dicen que Rusia solo será fuerte si es un imperio y consigue dar miedo al resto".
Sin embargo, se trata de "un país que ha perdido poder e influencia", añade el historiador. El problema es que Putin "no se resigna a ello y pretende demostrar que aún tiene ese poder. Sus ambiciones imperialistas obedecen a un complejo de inferioridad con respecto a Occidente”.
Por otro lado, "los momentos álgidos de rusofobia suelen coincidir con conflictos bélicos", dice Faraldo, que en su libro también consigna los mitos creados por la propaganda antirrusa. Por ejemplo, que Rusia es antioccidental, “otra Europa” y, por tanto, símbolo de barbarie, cuando la realidad es que siempre se declararon europeos, por más que el viejo continente ha pretendido arrinconarlos en Asia.
“El imperialismo de Putin obedece a un complejo de inferioridad con respecto a Occidente”
"La minusvaloración hacia Asia desde Occidente es relativamente reciente; desde el siglo XIX, cuando comienza el capitalismo y el progreso técnico en Europa se acelera. Nuestros prejuicios hacia Asia han sido un filtro con el que hemos mirado también a Rusia", explica Faraldo.
La realidad actual es otra. La asimilación de la identidad rusa se ha transformado. "En los años 80 o 90, no tenían ninguna duda de que pertenecían a Europa, pero ahora el número de rusos que se consideran europeos es bajísimo", asegura el historiador, que explica el cambio de paradigma en "una decepción con Occidente". Y es que "la manía persecutoria de Putin se ha trasladado a la población".
La rusofobia es, por tanto, la bandera de su propaganda y se cimenta en la articulación de una horda de enemigos. Desde que Iván El Terrible se expandiera por territorios europeos, las fricciones con Europa son una constante. No remitieron en tiempos de Pedro I, ni en el Imperio Ruso, ni por supuesto en el periodo soviético. La II Guerra Mundial fue el episodio más oportuno para identificar Europa, desde entonces, con el nazismo. Estados Unidos se sumaría como enemigo sempiterno desde la Guerra Fría y la carrera espacial, nuclear, armamentística. Ahora le toca a Ucrania y a todos los que la apoyan.
¿Pero qué hay de verdad en los supuestos vínculos de Zelenski con el nazismo? "Es una mentira de la propaganda rusa y de la ultraizquierda", sentencia Faraldo. "Ucrania no es perfecta, pero nada tiene que ver con el nazismo. Basta con mirar las cifras de ultraderechistas en el parlamento ucraniano: te aseguro que hay menos que en el parlamento español".
"En el parlamento español hay más ultraderechistas que en el ucraniano"
Faraldo viene a decirnos en Rusofobia que Putin no ha asimilado la ideología de la URSS, sino la vocación imperialista de sus líderes. Así lo explica en El Cultural: "No es que Putin quiera volver a la época soviética, aunque sí hay una cierta nostalgia en la sociedad; lo que sí piensa Putin es que la URSS era una gran potencia y Rusia tiene que serlo también".
Cuando le preguntamos por el desarrollo de la guerra en Ucrania, Faraldo no se muestra demasiado optimista, aunque advierte que "los historiadores entendemos muy bien qué ha pasado y cómo hemos llegado hasta aquí, pero somos muy malos predictores". Con todo, "será una guerra más larga de lo que nos gustaría".
[Los libros sobre Ucrania: novelas y ensayos para un país en guerra]
Ni siquiera la rebelión interna de los mercenarios del grupo Wagner comandados por Prigozhin hace apenas unas semanas supondrá un giro en los acontecimientos. "Han perdido todo", asegura, si bien "nos sirve para darnos cuenta de que no todo el mundo en Rusia está alrededor de Putin". Por otro lado, "también nos ha mostrado que el sistema ha resistido más de lo que creíamos".
¿Hasta cuándo?, le preguntamos. "En realidad, Putin ha perdido la guerra desde que la empezó", afirma el historiador. "Ninguno de sus objetivos se ha cumplido ni se va a cumplir. Quería alejar a sus vecinos de la OTAN y ha logrado que incluso se hayan incorporado más. Incluso la perspectiva de la entrada en la OTAN de Ucrania está cada vez más cerca. También quería proteger el idioma ruso en Ucrania y ha desaparecido casi por completo, quería mostrar su poder y lo que ha mostrado es su debilidad... Rusia ha perdido la guerra ya, pero todavía no ha acabado y va a seguir muriendo gente", concluye.