Panoría, situada en el extremo más oriental de sierra Harana, en la localidad granadina de Darro, es una de las numerosas necrópolis prehistóricas que se extienden por la cuenca de Guadix. El complejo, un yacimiento peninsular clave y único para el estudio del megalitismo, está integrado por al menos diecinueve sepulturas, principalmente monumentos megalíticos compuestos de cámaras funerarias con forma trapezoidal y construidas con grandes losas de piedra a las que se accede por pequeños y estrechos pasillos. No se trata de simples enterramientos, sino de espacios integrados en las prácticas rituales de estas comunidades antiguas: de hecho, están orientadas hacia la salida del sol en el entorno de los equinoccios.
En el interior de las tumbas, datadas entre los años 3600 y 2100 a.C., los investigadores de la Universidad de Granada han documentado más de 55.000 vestigos materiales entre restos humanos —en una sepultura se ha contabilizado huesos de una treintena de personas— y objetos como vasijas cerámicas, puntas de flecha, cuchillos de sílex o conchas marinas que formaron parte de los ajuares funerarios. Pero el monumento número 15 ha arrojado una gran sorpresa: la presencia del cráneo, un húmero y una tibia de una joven que vivió dos milenios y medio después del abandono de la necrópolis.
Estos restos óseos, depositados de forma cuidadosa en una fosa exterior a la sepultura, se hallaron durante la campaña de excavaciones de 2019 —el proyecto está financiado por la Universidad de Granada, la Junta de Andalucía, el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Palarq—. El estudio antropológico ha desvelado que se trata de una mujer de entre 18 y 25 años y la datación radiocarbónica ha evidenciado que falleció en época tardoantigua, en el siglo V d.C.
"En realidad, no fue una práctica funeraria propiamente dicha, sino un ritual que implicó la deposición de restos óseos ya esqueletizados y no de un individuo recién fallecido", explica la arqueóloga de la UGR Margarita Sánchez Romero, una de las firmantes del artículo científico recién publicado en el Journal of Archaeological Science.
"Desconocemos las razones por las que los restos de esta mujer se enterraron en Panoría. Lo que sí parece evidente es la importancia que esta necrópolis prehistórica debió tener como lugar sagrado, probablemente conectado con la historia y memoria de las comunidades locales que habitaron la cuenca de Guadix. La pervivencia de determinados lugares en la memoria colectiva nos invita a reflexionar sobre la variabilidad cultural humana y sus múltiples y complejas manifestaciones", añade Sánchez Romero.
Cronología
El objetivo fundamental del proyecto de investigación consistía en dilucidar la cronología y la temporalidad de las prácticas funerarias realizadas en el sitio a través de los materiales recuperados de las nueve tumbas excavadas desde 2015, cuatro de ellas en muy buen estado de conservación. Los arqueólogos, liderados por Gonzalo Aranda Jiménez, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR, han obtenido un total de 73 dataciones radiocarbónicas que muestran que la necrópolis fue usada "durante breves pero intensos periodos funerarios".
En todas las sepulturas, apuntan los investigadores, se ha identificado una primera fase de inhumación ritual de restos humanos, con un pico de actividad entre los años 3600 y 3500 a.C., momento del Neolítico en el que se extendió el uso de este tipo de monumentos. Después, tras un largo vacío de varias centurias, la mayoría de las tumbas fueron reutilizadas en los siglos XXV y XXI a.C. durante periodos cortos de tiempo que abarcaron aproximadamente entre una y cuatro generaciones. En algunos casos, es posible que los huesos se depositasen a la vez. La necrópolis se abandonó hacia 2100 a.C.
En su estudio, los arqueólogos concluyen que este tipo de monumentos megalíticos pudieron haber desempeñado distintas funciones sociales, desde lugares de memoria de gente conocida y otros ancestros hasta incluso espacios sagrados que guardaban historias de un pasado lejano. Quizá alguna poderosa motivación en este sentido fue lo que empujó a alguien a colocar el cráneo, la tibia y el húmero de la mujer tardorromana dos milenios más tarde del cierre de Panoría.