El hombre tenía unos 30 o 40 años y medía 165 centímetros. Fue sepultado entre 2879 y 2633 a.C. en un kurgan, un túmulo funerario característico de la cultura a la que pertenecía, la de los yamnayas, las poblaciones de pastores de las estepas del este de Europa. Los arqueólogos han desenterrado su esqueleto bien conservado en la localidad rumana de Strejnicu, en el distrito de Prahova, al norte de Bucarest. Pero al analizar con detalle los huesos descubrieron evidencias de distintos trauma físicos: alteraciones en la forma redondeada de la cadera, piernas arqueadas, lesiones en el fémur, desviaciones en la columna vertebral por un impacto vertical repetido o la evidencia de una fractura curada en el sacro, probablemente producida por una caída.
Según un estudio publicado este viernes en la revista Science Advances, este pastor yamnaya es uno de los primeros jinetes de la historia. Un equipo internacional de investigadores acaba de presentar los resultados de los análisis de los restos óseos de cinco individuos pertenecientes a esta tribu esteparia y que fueron inhumados entre hace 5.000 y 4.500 años en túmulos localizados en las actuales Rumanía, Hungría y Bulgaria. Todos ellos presentan variaciones en la morfología de sus huesos y distintas patologías asociadas a la práctica de la equitación.
Estos hallazgos rellenan un vacío importante entre la primera evidencia de domesticación del caballo como fuente de alimentos —carne y leche—, documentada en una cultura que habitó en el norte del actual Kazajistán hace unos 5.500 años, y el uso más antiguo de carros tirados por estos animales hace aproximadamente 4.000 años. Los primeros testimonios figurativos de la equitación conducen a Mesopotamia hacia 2000 a.C., mientras que en Babilonia, unos siglos más tarde, ya se encuentran descripciones literarias sobre esta actividad en los textos cuneiformes.
La adopción del caballo para recorrer largas distancias propició un fuerte impulso a la historia humana al acelerar la exploración, el comercio y la guerra. Sin embargo, hasta ahora permanecía difuso el momento en el que ocurrió por primera vez esta transición. El registro arqueológico ha arrojado muy pocas evidencias de embocaduras, correas u otro equipamiento para montar; además, la escasez de esqueletos de caballos domesticados bien conservados ha obstaculizado el análisis del estrés físico al que fueron sometidos los animales y que podría confirmar su uso como montura.
Los investigadores han estudiado más de dos centenares de cuerpos identificados en 39 yacimientos, de los que unos 150 pertenecieron a la cultura yamnaya. Los resultados de 24 de los individuos calificados como "posibles jinetes" de este amplio conjunto son detallados en el artículo científico, de los que nueve presentan al menos cuatro de las seis evidencias de lo que se ha denominado "síndrome del jinete"; es decir, alteraciones en los huesos por cabalgar de forma habitual. El sujeto hallado en Strejnicu es el único que presenta la media docena de patologías.
"La equitación parece que se desarrolló poco después de la domesticación de los caballos en las estepas de Eurasia occidental durante el IV milenio a.C. Ya era una práctica bastante común entre los miembros de la cultura yamnaya entre los años 3000 y 2500 a.C.", explica Volker Heyd, profesor de Arqueología en la Universidad de Helsinki y uno de los principales autores del artículo junto a su compañero Martin Trautmann. Estos resultados vienen a confirmar la gran movilidad que se le ha atribuido a una cultura que llegó hasta la Península Ibérica y que entre los años 2400 y 2000 a.C., durante la Edad del Bronce, sustituyó al linaje neolítico masculino predominante hasta entonces.
Intercambio cultural
No obstante, los investigadores aseguran que este descubrimiento podría quedar desfasado pronto. Una tumba en Hungría datada hacia el año 4300 a.C. y que por el ajuar se ha asociado con un migrante de las estepas ha revelado otro individuo con las seis patologías. "Un caso aislado no puede apoyar una conclusión firme, pero en las necrópolis neolíticas de esa era en las estepas se depositaron ocasionalmente restos de caballos, junto a los de vacas y ovejas, en enterramientos humanos, donde también se encuentran mazas de piedra con forma de cabezas de caballos. Está claro que tenemos que aplicar este método a muestras más antiguas", destaca David Anthony, profesor emérito del Hartwick College (Estados Unidos).
También queda por resolver otra cuestión relevante: cuál fue la principal finalidad de montar a caballo para estas poblaciones. ¿Poner en marcha un pastoreo más efectivo y móvil? ¿Como medio para realizar incursiones en otros territorios más rápidas y de gran alcance? ¿O quizás como símbolo de estatus?
Las regiones al oeste del Mar Negro constituyen una zona de contacto donde pastores yamnayas se encontraron por primera vez con las comunidades agrícolas del Neolítico. Durante mucho tiempo se ha considerado que esta expansión occidental a principios de la Edad del Bronce de las poblaciones esteparias del sureste de Europa fue una invasión violenta. Sin embargo, los estudios de ADN antiguo están desvelando un escenario bastante diferente.
"Nuestra investigación está comenzando a proporcionar una imagen más matizada de estas interacciones. Por ejemplo, los anunciados hallazgos de violencia física son prácticamente inexistentes en el registro óseo hasta el momento", explica Bianca Preda-Bălănică, otra de las antropólogas de la Universidad de Helsinki. "También estamos empezando a comprender los complejos procesos de intercambio en la cultura material y las costumbres funerarias entre los recién llegados y los locales en los 200 años posteriores a su primer contacto".