Letras

"El diletante que fui se ha convertido en empresario"

Jacobo Siruela, Editor

9 mayo, 1999 02:00

En un bosque encantado de ruido, depredadores y prisas, amenazado por serpientes de verano y de las otras -a todas las ignora con desdén-, Jacobo Siruela semeja un caballero blanco en pos del Grial. Es, sigue siendo, un Perceval idealista y precursor que creó en 1982 la editorial que lleva su título. Un sello único que ha regalado al lector español primeras ediciones de clásicos medievales y de terror, así como novedades esenciales en sus colecciones de arte, de ensayo, de filosofía. Sin temer los cambios, Editorial Siruela ha crecido con sus lectores, moviéndose con igual soltura entre los clásicos chinos y la cibercultura. La aventura continúa.

S i algo define a Jacobo Siruela es esa fascinante combinación de serenidad, inteligencia, cultura y pasión que empapa todo lo que edita, todo lo que dice.
-¿Cómo y por qué se convirtió Jacobo Siruela en editor?
-En realidad, mi idea comenzó por hacer un solo libro, una edición limitada para bibliófilos de una novela medieval artúrica del siglo XIII, en la que intervinieron dos artistas amigos míos. La suerte quiso que ese primer libro ganara el primer premio del Ministerio de Cultura al libro mejor editado del año. Y gracias a ello la edición se agotó en pocos meses, lo que me hizo pensar ¿por qué no en lugar de un libro atreverse a publicar toda una literatura? Y así fue como nació la idea de publicar una selección de lecturas medievales que llevaba leyendo más de dos años.
-¿Cómo definiría la filosofía que en su momento persiguió y en qué medida, cuántas veces y por qué ha sentido la tentación de claudicar, si es que la ha sentido?
-La primera idea consistía en dar a conocer una literatura desconocida en España. Si estás apasionado por un descubrimiento propio ¿por qué no van a estarlo otras personas? No había, en principio, una idea empresarial al respecto, sino una idea editorial clara. El tema, los especialistas, y cómo debía de ser la forma de los libros. Pero la filosofía era la del amateur, la del diletante, que significa tener deleite en algo. Algo muy medieval, porque en esa época se decía "instruire et delectare".

Las leyes del mercado
-Corría el año 1982. Desde entonces todo ha cambiado vertiginosamente. ¿También sus intenciones al crear la editorial ? ¿por qué razones?
-Todos cambiamos, afortunadamente es ley de vida. El amateur se vuelve con el tiempo profesional, y el diletante se convierte en empresario. Ahora bien, no se debe claudicar de sus principios, porque significa perder todo el sentido. Se trata de adecuarse siempre a todas las nuevas circuns-
tancias, ¿no? El editor Giulio Einaudi dijo una vez que la primera tarea de la edición cultural para los próximos años era recuperar la felicidad. La única manera de no burocratizarse, de no caer sometido a las leyes ajenas del mercado. Y creo que tenía razón.
-¿Y los lectores, también han "crecido"?
-Creo que se venden más libros que hace treinta años, pero si se leen o no se leen ya es otra historia.
-Siempre que se habla con un editor aparecen una serie de cuestiones que no por sabidas parecen menos inevitables, como el excesivo número de títulos editados cada año: ¿cuántos títulos lanza la editorial Siruela al año? ¿Ha logrado resistir las presiones de distribuidores y libreros que siempre parecen demandar más novedades?
-Este año cincuenta y dos, sin contar reediciones. Por otro lado, sí, hay que controlarse. Hay demasiados libros y poco espacio en las librerías. Los libros tienen cada vez una vida más corta, aunque yo no pueda quejarme. Pero parece que el sistema de comercialización se haya quedado corto o caduco ante tanta oferta. Los usos tendrán que cambiar.
-Quizá una de las características esenciales de su editorial es que no padece, dada su orientación y calidad, la disminución de la vida media de los títulos: los suyos son libros de fondo, que los aficionados persiguen... ¿Cuántos premios nacionales e internacionales han reconocido la belleza y cuidado de sus ediciones?
-He seguido siendo fiel al Ministerio y se han ganado otros premios, claro, pero no se me ha ocurrido enviar los libros a otros certámenes. No soy como esos dentistas o cazadores que tienen expuestos todos sus trofeos.

Un nuevo canon
-La primavera de 1999 nos ha
traído una excelente noticia, la recuperación, con nuevos ánimos, de la Biblioteca Medieval, en la que usted había editado clásicos de la importancia de La Vida de Merlín, Gawain o el Viaje al Oeste: ¿por qué y qué cambios sustanciales presentan los nuevos títulos respecto a los de la serie anterior? ¿Y los lectores?
-Llevo quince años publicando novelas medievales, artúricas, chinas, bestiarios, tratados místicos, poemarios, de todo, y a las puertas del próximo milenio me parece obligado destilar todo este legado y formar una biblioteca nueva que sea una especie de canon. Algo capaz de traducir el espíritu de toda una época a través de los escritores y los arquetipos literarios más representativos. El primer libro es el Parzival, que publico después de quince años de avatares, y que es el último gran texto que faltaba por traducir de la Edad Media.
-En su primera etapa, la Biblioteca Medieval presentó primeras ediciones de novelas artúricas. ¿Piensa recuperar alguno de estos títulos con nuevas traducciones? ¿Cuál de todos recomendaría especialmente?
-Ahora se trata de recuperar lo mejor de la colección y ordenarla de forma más definitiva, revisando y mejorando, añadiendo nuevos epílogos. Por ejemplo, recuerdo todos los Tristanes y añadiendo la versión alemana en un solo volumen aparte de los inéditos, la mayoría de los libros serán nuevos. También la presentación es muy cuidada; papel ahuesado de 120 gramos, tapa dura, etc.
-También hay muchas en las que usted ha demostrado una notable audacia, como la Biblioteca Azul, en la que ha lanzado títulos como El libro de las sombras, el de la crítica y el impresionismo... ¿en qué medida está ayudando Siruela a una mejor comprensión del arte contemporáneo?
- La verdad es que publicar libros de arte en España es como tratar de vender peines a gente de poco pelo. El mercado es muy pequeño y no hay costumbre de comprar libros de arte como sucede en otros países. Sin embargo, me alegro de haber publicado libros notables de Juan Antonio Ramírez, quizá el autor con más talento y originalidad que hay en España y de otros amigos como Eduardo Subirats, Guillermo Solana, o ahora Estrella de Diego o Tàpies.
-Otra colección sorprendente, "Arbol del paraíso", donde se ha atrevido a recuperar textos sagrados como los Uppanisahds, el libro del Sufismo y Taoísmo, El Silencio de Buddha, el libro de Scholem... En estos tiempos aparentemente tan "paganos", ¿sigue siendo el trascender uno de los grandes anhelos?
-Sí, hay un anhelo, una nostalgia muy honda en este final de siglo por la espiritualidad, lo cual es normal, ya que la modernidad nos prometió el paraíso en la tierra y no fue más que otra ilusión. De todas formas no publicamos ninguna obra de salvación colectiva ni de autoayuda. Allá cada cual. ésta es una colección que se adentra culturalmente en las religiones y mitos de la India, Grecia, el taoísmo, el sufismo, la mística hebrea o la cristiana. Todos estos temas cobran cada vez más relevancia cultural.
-Hace unos años se atrevió a apostar por una literatura infantil para todas las edades. Con fortuna de nuevo. ¿Hay un antes y un después en Siruela tras el éxito de El mundo de Sofía?
-No hace falta decir que El mundo de Sofía llenó las arcas de esta casa y que consolidó la empresa definitivamente. Pero no hay un antes ni un después de este hecho, como tampoco lo hay sustancialmente, y los lectores lo podrán comprobar, después de la venta del 45% de las acciones al Grupo Anaya, y no del 50% como apareció erróneamente en este periódico.

Fiel a sí mismo
-¿Cómo consiguió conservar la serenidad, si es que estuvo alguna vez en peligro, al ver las cifras de ventas millonarias? ¿Cambió de alguna forma la orientación y perspectivas del sello?
- La verdad es que, como se suele decir, he seguido siendo fiel a mí mismo. Pero es que no puedo, no sabría actuar de otra manera. No me lancé como un loco a contratar muchas cosas o a pagar adelantos millonarios. En realidad nada cambió, salvo que ahora tengo una mayor tranquilidad espiritual.
-Usted ha investigado la influencia de internet en la cultura, incluso ha editado un volumen de ciberrelatos: ¿Cómo está transformando la literatura? ¿Qué clase de ideas, de arte, se están fraguando en la red?
-Sí, estuve dos años investigando este asunto para El Paseante. Y en realidad creo que el arte a través de Internet está en un período muy experimental, algo semejante a lo que era el cine en 1899. Tuvieron que llegar los años treinta para que empezara a despegar. En cuanto a la literatura interactiva es una teoría muy interesante, pero sólo en el plano teórico, lo que vemos suele ser pura trivialidad.

Absoluta libertad
-Muchos lectores ignoran que usted también ha editado poesía, concretamente Fernando Pessoa en palabras e imágenes o José Martí. ¿No le ha tentado dedicarse en mayor medida?
-Sí, he publicado a Edmod Jabés, a Gamoneda y ahora a Eduardo Scala. Para el año que viene tengo un proyecto precioso con Victoria Cirlot de publicar la edición definitiva de Bronwyn de su padre.
-Permítame preguntale por el destino de la revista El Paseante ¿Cree que se trata de un ciclo agotado, piensa recuperarla...?
-La revista El Paseante ha sido una de las experiencias más gratas de mi vida de editor. Me ha permitido actuar con absoluta libertad, publicar a quien quería y cómo quería, e investigar temas culturales apasionantes. El problema es que da demasiado trabajo y afecta demasiado a una pequeña estructura cada vez más ocupada en una editorial que crece en complejidad. Por fin, he decidido matar al Paseante para que no me mate él a mí. Además, no quiero entrar en el próximo siglo con una revista del siglo pasado. Si el tiempo me lo permite, tendré que hacer una nueva revista, con nuevas perspectivas. Los años ochenta ya quedan muy atrás.
-¿Es, sigue siendo, Iberoamérica, una asignatura pendiente? ¿Qué relaciones mantiene con los editores de la otra orilla? ¿Y con los autores?
-Excelentes. Tengo muchos amigos.