Letras

Jorge Luis Borges en "Sur" (1931-1980)

Jorge Luis Borges

11 julio, 1999 02:00

Emecé. Barcelona, 1999. 358 páginas, 1950 pesetas

En la conmemoración del centenario de Borges, tal vez uno de los más adecuados homenajes que hayan podido rendírsele haya sido la publicación de estos textos

B orges alcanzó su madurez con sus colaboraciones a la revista de Victoria Ocampo, "Sur". A los veinte años de su muerte se recopilan en este volumen las del más emblemático de los escritores de lengua española de este siglo. Es de sobras conocido que Borges formó ya parte del primer consejo de redacción de la revista que tomó como modelo "Revista de Occidente". Ortega y Gasset, Waldo Frank, Eduardo Mallea, Drieu de la Rochelle, Jules Supervielle, Oliverio Girondo, Eduardo J. Bullrich, Alfonso Reyes y Guillermo de Torre, que actuó como su primer secretario, componían, entre otros, este mismo comité de honor, pero Borges publicó en "Sur", entre 1931 y 1970, más de 170 textos. "75 han sido ya editados por Emecé en sus Obras Completas. En este volumen se reúnen los restantes, de los cuales 33 fueron recogidos en diversas antologías, y 65 son inéditos en forma de libro", apunta el editor. La importancia de la revista no ha pasado desapercibida y puede consultarse al respecto el libro de J. King, Sur. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura, 1931-1979. (FCE, 1989).
Los editores han clasificado las colaboraciones borgeanas en diversos apartados: en el primero (sin título) se reúnen diversos ensayos. Le siguen las traducciones realizadas por Borges, presentadas de forma algo confusa (el lector hubiera agradecido que en el encabezamiento constara el nombre del autor y no ya al final en letra tan minúscula); siguen las Notas, porque así fueron presentadas en la revista (literarias, obituarios y de diversa índole); los artículos sobre cine (ya recopilados en 1974 por el crítico e historiador cinematográfico argentino Edgardo Cozarinsky, con el título Borges y el cine y publicados por la propia editorial Sur, derivada de la revista). Le sigue "Los libros", donde se reúnen sus notas de lectura y, finalmente, una Miscelánea, en la que figuran algunas declaraciones públicas y manifiestos, cuya culminación reside en el "Homenaje a Victoria Ocampo". De enorme utilidad resultan los índices temático y cronológico, así como la identificación de los textos ya publicados en las incompletas Obras Completas.
Las colaboraciones de Borges en "Sur", en su diversidad de temas y enfoques, muestran algunas constantes: una tradición elegida y defendida, donde predomina la literatura en inglés y el hecho de que en ninguno de sus textos (en ocasiones reiterativos), por breve o marginal que sea, sobre una palabra. Las "manías" del escritor le hacen repetir buena parte de sus temas, cuyo origen es filosófico, pero el placer del lector no disminuye con ello. Pese a conocer con anterioridad parte de los materiales aquí reunidos no he resistido el releerlos con placer. Son todos ellos textos en los que la agudeza se combina con la imaginación y pese al concreto enunciado, derivan, se bifurcan, navegan entre la vasta cultura del maestro argentino. Quizá a algunos les extrañe su actividad como crítico cinematográfico. Fue, en su corto ejercicio, tan brillante como exigente. Sabemos que su afición por el cine se inició en la más temprana juventud, durante su estancia en Suiza, y se prolongó hasta sus últimos años, ya que acudió habitualmente al cine, pese a su ceguera. Su acompañante le describía las escenas y él retenía los diálogos. En cualquier rincón podemos apreciar las paradojas que advertiremos en sus narraciones.
Tal vez, si es que sobrevive algún detractor -que los hubo- del escritor por razones que no fueron literarias, sino de orden ideológico y político, podrán advertirse aquí sus duras -y no siempre conocidas o valoradas- acusaciones contra el naciente y tardío nazismo, contra los nacionalismos, como su ensayo sobre Tagore, de 1961: "El nacionalismo tienta a los hombres no sólo con el oro y con el poder sino con la hermosa aventura, con la abnegada devoción y con la honrosa muerte. Tiene su calendario de verdugos pero también de mártires. Sufrir y atormentar se parecen, así como matar y morir". La extremada dureza de sus críticas puede advertirse en la feroz dedicada a la traducción, calificada de calumnia, de Whitman, que realizó León Felipe. Ni siquiera Eliot escapa a su acerada perspectiva en su ensayo sobre Swinburne. En su necrológica de Unamuno, al que admiró desde su juventud, resumió así su obra, frente a su personalidad, "fue, ante todo, un inventor de espléndidas discusiones. Discutió el yo, la inmortalidad, el idioma, el culto de Cervantes, la fe, la regeneración del vocabulario y de la sintaxis..."
Su pasión por la novela policíaca se pone de manifiesto muy a menudo, así como su fervor por las sagas islandesas, por Chesterton, a quien con tanta exageración admira, por Chaucer, por el Martín Fierro y la literatura gauchesca y, naturalmente, por Shakespeare. Se muestra más benévolo con sus amigos: Bioy Casares, al que dedica varios comentarios, Sylvina Bullrich, J. Bianco y, muy en especial, Macedonio Fernández y Victoria Ocampo. En la conmemoración del centenario de Borges, a los veinte años de la muerte de la fundadora de "Sur", tal vez uno de los más adecuados homenajes que hayan podido rendírsele haya sido la publicación de estos textos. Victoria Ocampo le descubrió tras conocer El idioma de los argentinos y mostró hacia el acomplejado y, a la vez, audaz joven escritor una preferencia que desembocaría en admiración. Borges, en 1979, en su discurso ante la UNESCO trató del cosmopolitismo de la autora argentina. Su vida, reconoce, fue "un ejemplo de hospitalidad". La que reúnen también estas imprescindibles páginas.