'Los impotentes' de Nicolás Giacobone: un "quilombo" literario-familiar sobre la cultura de la cancelación
El autor argentino, ganador del Oscar al mejor guion por 'Birdman', firma un relato vivaz, con estilo personal y con libertad formal e imaginativa.
24 julio, 2024 02:00El primer capítulo de Los impotentes anuncia el fondo dramático de una historia que la novela entera corrobora hasta la saciedad. En él, el treintañero Pan Mayer ha huido de casa, anda errabundo por la ciudad, se ha echado la noche y busca dónde alojarse. Su estampa patética encarna la imagen misma del desvalimiento. Se ha desprendido de todo. No quiere tener ni siquiera nombre. Hasta ha tirado a la basura el DNI. Este consumado modelo literario de renuncia a la identidad quiere empezar una nueva vida a la mañana siguiente.
Motivos tiene Pan para su enajenación. Se acaba de hacer pública su historia. Su madre, Emilia Mayer, gloria de las letras argentinas y vaticinada premio Nobel de literatura, lo compró de bebé a unos desconocidos en una noche de borrachera; a los quince años se lo llevó a la cama y han mantenido en secreto el incesto hasta hoy. Esta revelación provoca airadas protestas públicas y se produce la estricta condena de la escritora: a partir de ahora no será ni leída, ni reeditada, ni publicada.
Nicolás Giacobone (Buenos Aires, 1975) inventa una trama argumental bastante enrevesada alrededor del leitmotiv de la furiosa cancelación de Emilia Mayer. El auténtico quilombo (dicho con el argentinismo que el propio autor utiliza) afecta a un lío de relaciones familiares y a la intrincada autoría de una novela de gran éxito.
Tendría que detallar tal barullo para explicarme bien, pero me limitaré a un esquemático apunte. Pan intima con la hija de la editora de su madre, que también es editora suya. La madre tiene una novela inédita que Pan publica bajo su nombre y ambos se enzarzan en un rifirrafe público acerca de quién es el verdadero autor, lo cual da lugar a consideraciones sobrevenidas acerca del oportunismo comercial de las editoriales. A este bucle se adosa la peripecia de un adulto impotente, en sentido fisiológico, que se empareja con la editora.
Giacobone aborda el quilombo literario-familiar del libro con estilo personal y con libertad formal e imaginativa
Esta amalgama de materiales sirve de base a una visión muy negra de la vida en la que solo hay fracaso, dolor, mentira, violencia y muerte. A ella contribuyen personajes torturados, de mente retorcida, insatisfechos, indecisos y siempre en el límite moral del bien y el mal. La verdad y la mentira, piedra de toque de la vida en la novela, afecta también a la literatura, tanto a la autoría de las obras como a su manipulación comercial y mediática.
Giacobone percibe el motivo central de la cancelación como un fenómeno muy complejo y como tal lo presenta. Destaca la necesidad de distinguir entre autor y obra y deja al arbitrio del lector el juicio último. Además, no ciñe la novela a la punzante actualidad debida a los muchos casos aflorados por el #Metoo.
El debatido asunto lo funde con rasgos genéricos –impotencias– de la naturaleza humana: el sentimiento de soledad unido a la acezante búsqueda de compañía distintivos de nuestro tiempo y la traumatizante vivencia de la orfandad causada por la ausencia de los padres.
Nicolás Giacobone aborda el quilombo literario-familiar con estilo personal plástico y con libertad formal e imaginativa. Los breves capítulos, casi secuencias cinematográficas, sirven para avanzar en la trama complicada y reiterativa.
Resulta así un relato vivaz, pero que exige varias concesiones: hacer la vista gorda sobre la acumulación abusiva de casualidades, disculpar las repetidas hipérboles y ser tolerante con los elementos folletinescos. Estos objetables rasgos aportan, sin embargo, algo en verdad muy beneficioso: le echan fibra popular a una obra metaliteraria de agobiante culturalismo.