¿Quién se ha meado...?
Antonio Álamo
13 febrero, 2000 01:00Reunirles en estas "fábulas" -confiesa el autor en el Prólogo- obedece a un doble motivo. Por un lado consignarles como héroes de sus respectivos afanes de desarraigo. Por otro servirse de ellos como pretexto para barajar sentidos de la vida que van componiendo el credo de un narrador que no oculta su condición de observador de cuanto intenta registrar con la levedad de sus tramas. Porque leves son las excusas que pretextan "Crónica de una boda", "Trece días", "No me digan que no". Demasiado explícita es la materia de "Su cuerpo era un fuego", como ocurre con el que da título al volumen, aunque rebosan ingenio verbal y admirable lucidez expresiva. Y precioso y preciso es el último, "A cuarenta libras la hora". El respaldo de brillantes acotaciones sobre la confusa pareja amor/deseo revolviendo en todas las acciones de estas historias, y exponiendo los miedos lógicos de sus represalias, son lo mejor de este libro. Pero a su autor podemos exigirle que nos sorprenda hurgando en otras materias.