Donde no ierán los navegantes
David Torres
7 junio, 2000 02:00Este imaginario poético habitado por tipos dispares, con ambiciones sólo posibles en la dimensión de un tiempo onírico que da unidad al conjunto, lleno de "puertas falsas" para que cada uno pueda entrar, "matar su sueño" y así cumplirlo, lo enriquece su autor con voces y registros cambiantes, situaciones inesperadas y referencias tomadas de una ingeniosa concepción de la música que sirve de sustancia a más de un relato y otorga significado a la fórmula adoptada para agrupar las nueve composiciones: "Preludios" y "Fugas". Las incluidas en el primer tiempo marcan el tono del libro, sirven de introducción a esa irrealidad donde el delirio permite a un anodino agente de seguros, por ejemplo, perseguir la posibilidad de una isla mítica que contenga la fuente de la eterna juventud. En el segundo crece la intensidad de las tramas, gana matices la sensación de delirio, de pérdida de la conciencia de realidad en esos seres que peregrinan por sus vidas huyendo de ellas. Estas "fugas" metafóricas son una deslumbrante muestra de un estilo que sabe asimilar otros y que intuimos capaz de seguir creciendo en sus ambiciones literarias.