Image: Una reforma de libro

Image: Una reforma de libro

Letras

Una reforma de libro

Los reyes inauguran el lunes la Biblioteca Nacional

6 diciembre, 2000 01:00

El próximo lunes los Reyes inauguran la Biblioteca Nacional "del siglo XXI". Atrás quedan trece años de reformas que han superado los 10.000 millones de pesetas. También los esfuerzos de un buen puñado de gentes de la Cultura como Juan Pablo Fusi, Alicia Girón, Carmen Lacambra, Carlos Ortega, Luis Alberto de Cuenca o Jon Juaristi. La Biblioteca que recorrerán los Reyes ha ganado casi veinte mil metros cuadrados, tiene 282 kilómetros de estanterías, y conserva unos seis millones de libros, cerca de 100.000 títulos de publicaciones periódicas, 30.000 manuscritos y ocho millones de otros materiales. Casi nada, teniendo en cuenta que cada año se suman 720.000 ejemplares más.

Creada en 1712, bajo el reinado de Felipe V, la Biblioteca Nacional -explica el artículo 2 de su Estatuto- es la institución bibliotecaria superior del Estado. Le corresponde reunir, catalogar y conservar los fondos bibliográficos "al servicio de la cultura y la información, y difundir su conocimiento". No sólo eso. También fomentar la investigación, mediante la consulta, préstamo y reproducción de sus colecciones; desarrollar programas de investigación y de cooperación y fomentar programas de investigación y desarrollo en las áreas de su competencia. Funciones que han de verse impulsadas por las nuevas reformas, que defienden "el mismo espíritu con el que se fundó la Biblioteca hace ya tres siglos".

La historia de la reforma es más reciente. Arranca de 1983. Ese año, la Dirección General del Libro encarga una serie de estudios a arquitectos y bibliotecarios para conocer el edificio, el funcionamiento bibliotecario y su evolución en el tiempo desde el nacimiento de la institución y la inauguración de la sede de Recoletos (11-XI-1892).

Era imprescindible, explica Manuel Ruiz, actual gerente de la Institución, "pues se trataba de un edificio del siglo XIX, con grandes muros de carga", que había sufrido muchos cambios para modernizarlo (luz, calefacción, gas) y con numerosas "goteras" que se habían ido "parcheando". De hecho,"las reformas han venido impuestas por esas necesidades. En un primer momento la Biblioteca se dividía en secciones casi autónomas y se alojaban en el edificio diferentes organismos ajenos a la institución, lo que condujo a una insospechada fragmentación que produjo un laberinto: infinidad de pasillos, escaleras que salpicaban todas las plantas, techos falsos que han desvelado ahora su aspecto original..." Con todo, la gran sorpresa que van a llevarse los Reyes en su visita, "es la planta más noble de la Biblioteca, puesto que se ha recuperado su aspecto original".

Una gestión esencial

Algo imposible si después de esos primeros estudios no se hubiera aprobado el Plan Director de la Reforma de la Biblioteca Nacional, en 1987. Juan Pablo Fusi era entonces (desde 1986) el Director. Catorce años después, rechaza el menor protagonismo: "Si algún valor tiene lo que hice, que lo digan los demás. No quiero hablar de algo de lo que estoy desvinculado desde hace tanto tiempo". Sin embargo, su gestión resultó esencial al restringir la entrada en una Biblioteca Nacional que se había convertido en un inmenso apeadero estudiantil. A pesar de tratarse de una decisión impopular, Fusi decidió devolverla a su ser, consagrándola como centro de investigación y custodia del tesoro bibliográfico.

Según el Plan, se trataba de mantener la Biblioteca Nacional en Recoletos, para impulsarla como un centro vivo de trabajo bibliotecario (catalogación, conservación, etc.) y de investigación. Los fondos vivos y de más valor permanecerían en el edificio, y se crearían depósitos auxiliares en la periferia de Madrid. También era el momento de acometer un plan de informatización y reproducción. Como objetivos arquitectónicos se establecía el corregir la distorsión estructural y funcional que sufrió el edificio cuando se cortó transversalmente, separando el Museo Arqueológico de la Biblioteca Nacional; rehabilitar el edificio, garantizando siempre la introducción de nuevas tecnologías. Y diseñar un procedimiento de ejecución de las obras que garantizara la continuidad del funcionamiento interno y público mientras durasen las mismas". Y se logró. Jamás, en estos trece años, la Biblioteca cerró por las obras, aunque sí se cerraron o trasladaron salas y se modificaron horarios y servicios.

Cuestión de presupuestos

En estos años pasaron por la Dirección de la Bibilioteca, además de Fusi, Alicia Girón, Carmen Lacambra, Carlos Ortega, Luis Alberto de Cuenca y Jon Juaristi. Según el arquitecto Jerónimo Junquera, responsable máximo de las obras e implicado en el proyecto desde el principio "todos han compartido la misma ilusión por la reforma. La diferencia entre ellos, aparte del tiempo de su gestión, ha sido sólo presupuestaria, pero todos supieron entender que las obras iban a durar tiempo, que iban a generar muchas molestias, y que, al final, difícilmente ‘saldrían en la foto’. Y se lo aseguro, nada de eso mermó su colaboración".

En esa primera fase, que se desarrolló entre 1987 y 1988 se marca la pauta del Plan y se destina a las obras una partida de 228.475.552 de pesetas. La segunda fase (1988-1993) supone el arranque efectivo de las obras, con un presupuesto de 4.193.215.591 de pesetas. La siguiente etapa, que se desarrola entre 1993 y 1996, implica una demora importante del proyecto. Al cabo, "sólo" son 666.465.055 las pesetas destinadas, es decir, cinco veces menos que en el período anterior, aunque se impulsó el Museo del Libro, que costó entre 1993 y 1995 otros 682.158.952 pesetas.

El empujón decisivo llega en 1996, cuando Luis Alberto de Cuenca fue designado Director de la Biblioteca y se multiplica el dinero, hasta alcanzar entre 1996 y 2001 las 4.054.623.016 pesetas. Además se destinan entre 1999 y 2001 casi 400 millones en la reordenación de la planta baja. En total, pues, más de diez mil millones han sido destinados a las obras, más del doble de lo presupuestado en los 80, 4.500 millones. Un aumento nada oscuro, según el gerente de la Biblioteca, Manuel Ruiz, ya que " se calculó esa cantidad en pesetas de los 80. Veinte años después no se ha producido una derivación importante sobre lo presupuestado".

Poca cosa, vistos los resultados: "Por lo que al edificio se refiere, además de renovar todas las cubiertas se ha ganado espacio para libros y lectores. De los 34.000 metros cuadrados disponibles antes pasamos ahora a 56.000 útiles, más 6.000 de las cubiertas. Otro aspecto importante es la seguridad: se han creado escaleras y nuevas salidas de emergencia más prácticas, porque antes era un laberinto". No sólo eso. Dada la inmensidad de los fondos que la BN custodia, "también contamos con dos subsedes como almacén, en Coslada y Alcalá, una de ellas es un gran edificio en el Campus Universitario de Alcalá con tres torres con posibilidades de ampliación".

Centro de difusión e investigación

Sobre la filosofía de lo que debe ser la Biblioteca Nacional del siglo XXI los actuales gestores tienen también la lección bien aprendida: "primero, ha de ser un centro de información grandísimo, pero a través de las nuevas tecnologías; también debe ser un centro de difusión cultural y, finalmente, un centro de investigación cultural que complemente la labor, esencial, de la red de Bibliotecas Públicas".

Sobre el polémico informe del Tribunal de Cuentas, el Gerente es tajante: "no es una acusación de responsabilidad, sino la constatación de algunos problemas. Por ejemplo, en lo que al retraso en la catalogación se refiere, tiene razón: cada vez recibimos más títulos y tenemos menos personal, así que hemos tenido que recurrir a empresas externas. Algunas salas, como Música, no están disponibles por eso. Pero déjeme decirle que el personal ha hecho una labor encomiable todos estos años. Tenemos ciento cincuenta vacantes entre funcionarios y catalogadores".

No es el único problema: en los últimos tiempos la Biblioteca ha perdido presencia como centro cultural: "Sí, eso es evidente, aunque ahora tenemos abierta la exposición sobre Calderón. El salón de actos sigue cerrado, lo ha estado en 1999 y 2000, y la última parte de la reforma ha sido la planta abajo. El último año en que el Salón estuvo disponible, 1988, se realizaron 25 conferencias, 22 presentaciones, dos entregas de premios, dos homenajes...", recuerda Manuel Ruiz, quien se retrata como un "simple gestor. Trabajo en la Biblioteca desde 1992, pero éste es un centro que crea adicción".

La Biblioteca Nacional, hoy

Hoy, el Depósito General de la Biblioteca Nacional, cuyos fondos se sirven en las salas generales, consta de doce plantas, ocupadas casi en su totalidad, siete de las cuales albergan 1.900.000 volúmenes de monografías. Las cinco restantes, dedicadas a publicaciones periódicas, conservan la mayor parte de los 70.000 títulos de revistas y periódicos que posee la BN. En la Sala de Microformas se sirven 1.584 títulos de Prensa y revistas en microforma y 150 en CD y DVD.

Tradicionalmente, la Biblioteca Nacional ha adquirido obras publicadas en todo el mundo sobre España y lo hispánico, en sentido amplio. Por canje se reciben sobre todo publicaciones oficiales de la mayor parte de los países occidentales. Además, en el Depósito General se conservan importantes colecciones de impresos que forman parte de valiosos donativos, algunos de los cuales han constituido secciones especiales hasta los años ochenta: la colección García Figueras, una valiosa biblioteca especializada en áfrica colonial, o la de Eduardo Comín Colomer, donada por su viuda, con más de 20.000 documentos relativos a historia contemporánea de España, sobre todo a la guerra civil. Los fondos de la antigua Sección de Hispanoamérica, creada en 1949 con la intención de reunir los impresos españoles y los ingresos por compra relativos a Hispanoamérica, fundamentalmente referidos al periodo colonial, han pasado al Depósito General.

En estas salas también se sirven documentos del segundo depósito, situado en Alcalá de Henares. éste fue concebido para albergar los ejemplares destinados a conservación y préstamo (duplicados y ejemplares múltiples), pero conserva más de 9.000.000 de documentos, algunos de consulta directa. En 1999 los ingresos ordinarios sumaron cerca de 553.576 documentos.

Las cuatro facetas de Junquera

Ahora, con las obras ya concluidas y a punto de ser inauguradas, Jerónimo Junquera desmenuza su actuación, en cuatro facetas fundamentales: la infraestructural, la tipológica, funcional y de adecuación y restauración de espacios. Así, en cuanto a infraestructuras, el proyecto contemplaba la inserción de una nueva trama circulatoria y tecnológica que armara los espacios internos, y que en la mayoría de los casos se superpusieran entre sí. El nuevo sistema de circulaciones está constituido por un nudo central de acceso desde el Paseo de Recoletos, una espina Norte-Sur perpendicular a éste, y un sótano de instalaciones. El nudo de entrada unifica los accesos y consta de dos vestíbulos, el original y uno nuevo a nivel de calle que se sitúa bajo aquél. Desde el nuevo se accede sin control a los espacios de difusión (salas de exposición, Museo del Libro...), y a los núcleos de comunicación del edificio administrativo. Unas escaleras de nueva construcción comunican ambos vestíbulos entre sí. El vestíbulo principal se recupera como acceso a la biblioteca, y tras pasar el control de entrada, da acceso a las instalaciones. La espina Norte-Sur comunica entre sí las crujías perimetrales del edificio, recuperando la circulación anular perdida. Cuando atraviesa los patios, en los tramos de cruce se construyen los núcleos de comunicación (circulaciones, aseos e instalaciones) que se adosan a una de las caras de cada patio. Desarrollados a lo largo de toda la altura del edificio, proporcionan al mismo una permeabilidad vertical que nunca tuvo. Se excavan nuevos sótanos de instalaciones en la vertical de estos núcleos, y ascienden por ellos para distribuirse en horizontal planta a planta. Asimismo se crea un nuevo acceso directamente desde la calle a planta sótano, para los libros y para personal y suministros".

Operación de limpieza

Por lo que a la faceta tipológica se refiere, "los aspectos que se consideraron determinantes para restaurar el tipo arquitectónico destruido fueron entre otros: recuperar la sección original de los espacios y la continuidad entre ellos, buscando restablecer las perspectivas perdidas; recuperar el acceso por la escalinata principal, y recuperar y valorizar estructuralmente los patios interiores. Esto ha constituido fundamentalmente una operación de limpieza, de quitar todo lo que sin criterio arquitectónico alguno se añadió en el edificio original. En las salas donde fue necesario aumentar la superficie de trabajo se han construido entreplantas, en algunos casos con dimensión casi de estantería con pasarelas, contemporizando un recurso típico bibliotecario, y en otros construyendo nuevos forjados sobre los muros interiores del edificio".

En lo funcional, el proyecto contempló "la zonificación general del edificio, redistribuyendo los distintos usos y relacionándolos con el exterior y entre sí a través del nuevo esqueleto de circulaciones. El eje de circulación transversal Norte-Sur establece la barrera entre lo público y lo privado: los espacios situados por delante de él son accesibles al público, y los situados detrás (hacia Serrano) son de uso bibliotecario y de servicio. La gran sala se mantiene en el corazón del edificio; las salas de lectura de cada sección quedan situadas en las crujías laterales, y las salas de exposiciones, museo y librería se sitúan en la planta baja de la crujía de Recoletos. En la zona privada se encuentran los depósitos, situados a ambos lados del Salón de Lectura y dando servicio a éste y a las salas de las crujías laterales. Bajo el salón y encima de los sótanos de instalaciones y almacenes, todo lo relacionado con recepción y proceso del libro. El edificio administrativo se sitúa, conformando una ‘U’, en torno al vestíbulo principal, con acceso directo desde el exterior según se ha explicado, independiente del resto del conjunto".

Nuevos elementos

Con la reforma se introducen en el edificio original tres elementos nuevos: las nuevas oficinas de administración y gerencia, y los núcleos de patios Norte y Sur. En estas piezas y en los espacios totalmente deteriorados e irrecuperables, "la intervención utiliza un lenguaje arquitectónico contemporáneo, renunciando al historicista que podría sugerir el edificio, aunque manejando los invariantes derivados de la dimensión, escala y austeridad del edificio original". En los casos en que la restauración histórica ha sido posible, fundamentalmente el eje central con vestíbulos y Salón de Lectura y algunas salas de fondo antiguo, se han recreado los espacios originales. En cuanto a instalaciones, se han introducido en el edificio las tecnologías más avanzadas.

Uno de los aspectos más interesantes es cómo se ha resuelto lo concerniente a los conductos principales de distribución, que "ascienden por los núcleos de comunicación y planta a planta entran en las salas, discurriendo dentro de ellas como una segunda piel que las forra. Sí, imagínelo, es una verdadera segunda piel de fibra óptica, seguridad...".

EL INFORME DEL TRIBUNAL DE CUENTAS

El Tribunal de Cuentas hizo público hace unos meses un Informe de Fiscalización de la Biblioteca Nacional referido al ejercicio de 1997 en el que apuntaba numerosas irregularidades. Así, entre sus conclusiones destaca cómo:

-El sistema de control del inmovilizado material es inoperante.

-En la cuenta de inmovilizaciones materiales sólo se encuentran registrados los fondos bibliográficos adquiridos por compra desde que la BN es organismo autónomo (1991), pero no los preexistentes ni los recibidos a título gratuito.

-En el saldo de la cuenta de Tesorería no se refleja la situación de todas las cuentas corrientes mantenidas por la BN en entidades financieras.

El Informe apunta además, entre sus recomendaciones,"la puesta al día de la catalogación en la base de datos ARIADNA" ya que "en la actualidad hay retrasos de hasta cuatro años o más en la catalogación de diversas clases de materiales (además de que hay alrededor de dos millones de piezas sin catalogar de los que 1,5 millones son es material gráfico) siendo una de las principales causas del problema el desequilibrio existente entre los recursos humanos disponibles para la tarea de catalogación y el volumen de ingresos bibliográficos anuales".