Letras

Monteluz

MANUEL PIMENTEL

5 diciembre, 2001 01:00

Planeta. Barcelona, 2001. 411 páginas, 2.850 pesetas

Marcelo Sitges es un joven que acaba de terminar su carrera de literatura y recibe el en-cargo de reseñar los diez libros que él considere más representativos de la literatura universal. Marcelo es un devoto de los libros, y escoge Hamlet, El Quijote, La Odisea, La Divina Comedia, La metamorfosis, Cien años de soledad, El extranjero, Madame Bovary, Los hermanos Karamazov y El corazón de las tinieblas. Siempre ha asistido a la vida con los ojos de la literatura, y esta ocasión propiciará que entre él y sus lecturas se interponga el doble curso de una realidad nunca entrevista: la del mundo en el que vive, dominado por la injusticia y los abusos de intereses particulares, por la barbarie de la que es capaz el fanatismo; y la que descubre al iniciarse en la experiencia de estrenar emociones íntimas inéditas.

Su editor, oscuro y enigmático, excéntrico defensor de ideales anarquistas, es quien le introduce en esa peripecia libresca que él dirigirá a su antojo para satisfacer una obsesión secreta a través de un plan maquiavélico concebido como una "revolución poética".

Monteluz es el nombre de una ciudad mediterránea que llama a hordas de inmigrantes requeridas como mano de obra aunque sutilmente repudiadas por la política municipal. En ella se entrecruzan la actividad de jóvenes antirracistas, la investigación de una eurodiputada, la ingenuidad del joven Marcelo, la apuesta de un industrial arruinado y la presencia de un misterioso americano.

Sobre estos frentes de interés -excesivos y algo forzados por el afán de hacer explícitas demasiadas razones- toma cuerpo la doble trama sobre la que Pimentel (Sevilla, 1961) levanta su segundo proyecto novelesco. En él ha volcado su pasión por la literatura junto a una loable ambición por construir una peripecia novelesca aderezada con inquietudes sociales e ideales humanitarios. Y aunque los dos asuntos conviven sin estorbarse a lo largo de la novela, es la ficción, vertebrada a través de la selección de títulos novelescos del protagonista, la que se impone por servir a la realidad representada en el libro los eslabones de su intriga. Y por un motivo que es, sin duda, el de más peso en esta historia: mostrar que en la lectura de los clásicos está -en palabras de Italo Calvino- la posiblidad de entender quiénes somos y de saber a dónde hemos llegado.