Las batallas legendarias
Margarita Torres
13 marzo, 2002 01:00Ese tiempo, que se remonta a la Alta Edad Media -de la que es especialista Margarita Torres (La Bañeza, León, 1969), profesora de Historia Medireview en la Universidad de León- y que perdura a través de la mezcla que de victorias y derrotas ofrecen poemas épicos y cantares de gesta, es la sustancia de este volumen. Aunque su intención no se queda en mera crónica sino en un recorrido crítico que "se inicia en las experiencias vitales de algunos de sus protagonistas, continúa a través de las versiones, a menudo orgullosamente engrandecidas, narradas por sus descendientes" y "termina en la imaginación fértil del juglar".
Así, con la realidad histórica y la reinventada como ejes de su reflexión, plantea esta investigadora los recelos y "reparos lógicos" a las versiones -oficiales y populares- que de esas grandes batallas hemos heredado. Porque "tradición y rigor no siempre caminan juntos", argumenta. De ahí que su aportación fundamental sea la de contrastar lo documentado en testimonios de uno y otro bando, y en "Crónicas" a las que acude para corroborar la verdad de esos sucesos míticos, con lo novelado en leyendas y epopeyas. Pero antes de entrar en materia advierte que lo que ofrece no es un "producto desmenuzado, compuesto y listo para el consumo" sino una propuesta documentada en la que invita al lector a que sea él mismo quien extraiga conclusiones de lo leído y formule "su propia recomposición de los hechos". Para facilitárselo completa el cuerpo del libro, vertebrado en los dos apartados que anuncia el título, con un apéndice final que incluye notas explicativas, mapas , un amplio vocabulario con nombres propios y términos y bibliografía.
De todo ello deriva un discurso coherente y sólido, interesante por su contenido y por la perspectiva desde la que lo aborda; sólo hay que reprocharle el tono, más propio de un manual aferrado a la fórmula, fría aunque elocuente y práctica, de abusar de doctas consideraciones, que de un texto ensayístico como el que se pretende, y por tanto fluido y ameno.
Tal objeción limita las posibilidades de la narración que ocupa el grueso del libro - las batallas míticas- y reduce el capítulo dedicado al "oficio de la guerra" a mera descripción de pormenores en lo que atañe al ejercicio para el que se formaban los "señores" de la época. Y la razón está en que la tesis expuesta tiene una defensa sólida en las referencias y los datos documentados, pero le falta la fuerza de la palabra razonando cómo la verdad histórica se humaniza a través de toda una herencia de narraciones que convierten sucesos y personajes reales en enigmáticos y fascinantes mitos.