Image: El huerto de mi amada

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Letras

El huerto de mi amada

Alfredo Bryce Echenique

31 octubre, 2002 01:00

Alfredo Bryce Echenique, por Gusi Bejer

Premio Planeta 2002. Barcelona, 2002. 288 páginas, 19 euros

El huerto de mi amada es la novela más cuidada y mejor escrita de Bryce, que recurre a todos los ingenios, al registro oral y al lenguaje poético para conjurar los demonios de una Lima horrible. El multimillonario Planeta ha ganado con este libro

La obra literaria de Bryce Echenique se caracteriza por su unidad, por la fidelidad a determinados temas, por su visión del mundo: desde la mirada de un falso ingenuo que, como narrador, puede llegar a confundirse con el autor o con situaciones que quieren entenderse como autobiográficas.El punto de vista del narrador, sin embargo, nos aclara: "La vida es una historia pésimamente mal contada por un imbécil de mierda", acentuación de una perspectiva que ya no ha de resultar extraña al lector. La fidelidad a "su" literatura le sitúan en el amplio grupo, preferentemente poético, que liba siempre parecidos temas con oportunas variantes. Tales características le han conducido hasta el premio Planeta, que se ha enriquecido no sólo con el nombre de uno de los autores hispanoamericanos más respetados y valorados, sino con una de sus obras más brillantes, lo que no siempre ha ocurrido. El multimillonario Planeta ha ganado con este libro.

Su autor, una vez más, se sirve de un protagonista "ingenuo" voltairiano, el "idiota" dostoievskiano, eje de una trama que se sitúa en la Lima de finales de los 50. Carlitos Alegre, su héroe de 17 años, conocerá, en 1956, a Natalia de Larrea y Olavegoya en una fiesta familiar que se celebra en la casa de sus padres, que forman parte de la buena sociedad limeña. Separada de su marido, un oligarca, aunque disponiendo de una considerable fortuna propia y fincas, los 16 años de diferencia que ella le lleva no impedirán que desde el primer baile brote un amor torrencial que les ha de llevar a enfrentarse no sólo a la familia del joven, sino a la buena sociedad de la capital.

Bryce se sirve con eficacia de su habitual sentido del humor que le permite distanciarse de personajes y situaciones y atenuar el sentimentalismo que subyace en la mayor parte de sus obras. El huerto de mi amada es una novela de amor que huye del folletín, aun siéndolo, y también una novela de costumbres, un relato que bordea lo carnavalesco, en el que el novelista traza una galería de retratos de adolescentes, marcados ya por un fatum tragicómico y otra de seres, ya maduros, con comportamientos que bordean el ridículo y la cursilería. De hecho, tras los escenarios de las familias tradicionales o fulgurantemente enriquecidas de Lima, una clase media venida a menos -como la de los hermanos gemelos- y una ciudad en la que se mantienen los criterios de un racismo inconfesado, la ignorancia de ciertas zonas urbanas. Pero, al margen de este amor sensual (Bryce no detalla las descripciones eróticas, elige las situaciones y las difumina mediante el lenguaje), pleno de felicidades y aún de riesgos, que culminará en París a lo largo de más de 15 años, Natalia no logrará superar su aversión a la madurez y el ingenuo Carlitos acabará -lógico determinismo social- casándose en Londres con Melanie Vélez Sursfield, una jovencita peruana que esperó años su oportunidad. Aunque el amor en la novela es un sentimiento de plenitud, felicidad y sexo, termina mal.

El mayor interés de la novela reside en el esfuerzo del autor para traducir las situaciones a mecanismos verbales que actúan casi autónomamente. En este sentido, integra diálogos en forma de monólogo interior. Desdeña los puntos de vista, porque los multiplica. Se esfuerza en definir a través de alusiones. La búsqueda de la irrealidad, el sentimentalismo desbordado y corregido con el humor, la imaginación, las escenas que provoquen risa, el escándalo social se transforman en un texto coherente y reiterativo en el que Bryce consigue su mayor logro. Porque su novela no debe entenderse como una parodia de amor romántico o sensual, sino como un logrado ejercicio verbal.

Sin lugar a dudas, El huerto de mi amada es la novela más cuidada y mejor escrita del autor, que recurre a todos los ingenios, al registro oral y al lenguaje poético para conjurar los demonios de una Lima horrible. La deslumbrante descripción, incrustada de términos tópicos de la novela erótica, del cuerpo de Natalia, resultará velada por el lenguaje y la diferencia de edad del protagonista. En el tiempo en que el relato transcurre en Lima, la novela se desarrolla entre los encuentros con los gemelos para preparar su ingreso en la Facultad de Medicina. Hay escenas que recuerdan la universidad de Torres Villarroel. Pero será en la aceleración del epílogo cuando el ritmo y el tiempo de la novela se acelera. Se abandona la morosidad y en veinte páginas se nos relatan, en un bien calificado Epílogo, quince años: la renuncia al matrimonio por parte de Natalia, su infidelidad, su terror a envejecer, la paliza que recibe Carlitos de un matón que ella contrató y su definitivo matrimonio.

En El huerto de mi amada no faltan reflexiones psicoanalíticas, ni críticas a una clase social descolocada. Hay respeto por la inteligencia y un cierto elitismo que procede del aparente desinterés: podríamos entenderlo también como autocrítica. Carlitos Alegre simboliza aquel modo fácil de acceder a la felicidad, reservada para pocos, dada la escasez general de inteligencia y sensibilidad.