Image: Lo que Sócrates diría a Woody Allen

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Letras

Lo que Sócrates diría a Woody Allen

Juan Antonio Rivera

30 octubre, 2003 01:00

Woody Allen, por Gusi Bejer

Premio Espasa de Ensayo. Espasa. Madrid, 2003. 326 páginas, 19 euros

Con 26 películas y su saber filosófico ha enjaretado Juan Antonio Rivera un libro que reflexiona sobre un racimo de preocupaciones ante las que todo ser humano se ha sentido intrigado alguna vez. Se inscribe este volumen en un doble intento, el de acercar la filosofía a un público no especializado y el de transmitir la fascinación por el cine.

En 1994 publicó Jostein Gaarder El mundo de Sofía, un afortunado recorrido por la historia de las grandes escuelas de filosofía. Capaz de explicar con amena sencillez las abstrusas cuestiones que plantea el pensamiento filosófico, Gaarder ha vendido más de veinticinco millones de ejemplares en todo el mundo. Seis años más tarde Lou Marinoff publicó Más Platón y menos Prozac, otro gigantesco éxito editorial. Corría el año 2000 y el Prozac se había convertido en el producto estrella de los neurofármacos antidepresivos. En lo más alto de esa euforia, Marinoff reclama la vuelta a los clásicos de la filosofía para, desde sus ideas, afrontar mejor la tarea de vivir. Este retorno a la filosofía como instrumento de luz y consuelo ha sido recibido en España con entusiasmo. Ahí están José Antonio Marina y Fernando Savater y Eugenio Trías empeñados en llevar la filosofía a la vida cotidiana. Josep María Terricabras, director de la Cátedra Ferrater Mora, acaba de crear un portal en internet en el que presenta la filosofía como un saber con el que abrirse paso en el complicado mundo actual.

La fascinación por el cine arranca ya con las primeras películas. En 1929 Francisco Ayala da a las prensas un delicioso librito, Indagación del cinema. En Ayala, como en otros escritores, el cine ha influido, con su técnica y recursos narrativos, en la retórica de su producción literaria. Aunque el título de este volumen sea un pegote sin apenas relación con la sustancia del libro, el primer acierto de Rivera ha sido fundir filosofía y cine. El modo de hacerlo ha sido presentar un determinado largometraje para desde su contenido enlazar variadas y curiosas reflexiones filosóficas.

Catedrático de Filosofía en un instituto de Cerdanyola, Rivera comienza su "Primera Bobina" -así denomina a la primera de las dos partes en que se divide el libro- presentando una cinta clásica: El coleccionista. A partir de sus dos protagonistas, Freddie (Terence Stamp) y Miranda Grey (Samantha Eggar), Rivera marca las escenas que luego, en un segundo momento y ya desde la filosofía, utiliza para explicar una historia de amor que acaba mal. Hannah y sus hermanas, segundo soporte fílmico utilizado por el autor, se centra en la historia de Mickey, el hipocondriaco interpretado por Woody Allen, que permite a Rivera llevar el agua a su molino, examinar la relación entre la filosofía de Sócrates y Platón y el totalitarismo.

La naranja mecánica y Calle mayor cierran la "Primera Bobina", subtitulada "Cuestiones psicológicas". La primera película es una reflexión en torno a los comportamientos fóbicos (las fobias son rechazos violentos causados por miedos injustificados), y a la violencia. La segunda trata el aburrimiento como caldo de cultivo de la maldad. Con la "Segunda Bobina" Rivera lleva al lector al territorio de las cuestiones éticas. La formación del gusto moral se "ve" en dos largometrajes muy conocidos: La dama y el bribón y La Ley del silencio. En esta última, Terry Malloy (Marlon Brando), un descargador del muelle de Nueva York que arrastra un pasado de boxeador que ha perdido combates por dinero, es el personaje que encarna la capacidad de regeneración moral. Martin Scorsese, con Henry Hill (Ray Liotta) como protagonista, dirigió Uno de los nuestros. La lectura que hace Rivera de este film le sirve para, apoyándose en otros materiales, plantear un problema que permea muchas de las páginas de este volumen: establecer las líneas de demarcación entre la voluntad, el azar y los determinismos establecidos por los distintos órdenes culturales, políticos y económicos.

Blade Runner, de Ridley Scott, proporciona la ocasión de contemplar la muerte como el límite de las decisiones vitales de cada ser humano. ¿Hasta dónde llega cada una de nuestras decisiones en la interacción entre azar y racionalidad? ¿Las seducciones son forzosamente perversas? Aquí Rivera plantea la lógica del descubrimiento frente a la de la búsqueda. Su respuesta se orienta en buena medida hacia la sorpresa del azar, algo que el autor retoma de su anterior obra, El gobierno de la fortuna.

Tras reflexionar sobre Platón, Rivera coloca al lector delante de Matrix. Enseguida aparece Thomas Anderson (Keanu Reeves), más conocido como Neo, quien teme vivir más en un sueño que en la realidad. Trinity (Carrie-Anne Moss) le presentará a Morfeo. A partir de ahí Neo, el nuevo Mesías, habrá de salvar a la humanidad. Se cierran estas páginas con las últimas escenas de Casablanca. Ilsa Laszlo (Ingrid Bergman), Rick Blane (Humphrey Bogart) y Victor Laszlo (Paul Henreid) aguardan bajo la lluvia el avión mientras les observa el prefecto de policía. Desde estos personajes, Rivera se apoya en el Stendhal de Del Amor para ofrecer su teoría del enamoramiento. Las nuevas tecnologías han desarrollado de un modo vertiginoso la visualización del conocimiento y, en definitiva, del mundo. Ante un hecho de esta naturaleza, relacionar cine y una reflexión filosóficonstituye un acierto. Más aún si enfocamos este cambio histórico desde responsabilidades pedagógicas. En un buen número de jóvenes la devoción por la lectura no existe en absoluto. En otros, la lectura ha sido desplazada por el sin fin de pantallas puestos a su disposición por su entorno de amigos o de familia.

Bienvenido sea este esfuerzo por unir imagen cinematográfica con un mayor esfuerzo intelectual. No importa que esta yuxtaposición de cine y filosofía tenga un poco de truco. Tampoco es relevante si la selección de largometrajes es la preferida por uno mismo, seguro que cada uno de los aficionados al cine tiene su propia lista. De lo que se trata es de encontrar el estímulo intelectual adecuado, el que mejor se adapte al cambio tecnológico.


Woody Allen y la filosofía
"¿Podemos en realidad ‘conocer’ el universo? ¡No perderse en Chinatown ya es bastante difícil!"
"El asunto es el siguiente: ¿Habrá algo allá fuera? ¿Y por qué? ¿Por qué tendrán que hacer tanto ruido?"
"La característica de la ‘realidad’ es que carece de esencia. Esto no quiere decir que no tenga esencia, sino simplemente que carece de ella. (La realidad a la que me refiero es la misma que describió Hobbes, pero un poco más pequeña)".
"El universo consiste en una sustancia a la que llamamos átomo o mónada. Demócrito la denominó átomo. Leibniz la llamó mónada. Por fortuna, los dos hombres jamás se conocieron, de lo contrario se hubiera armado una discusión muy aburrida".
"Es imposible vivir la propia muerte con objetividad y, además, cantar una canción".
"La nada eterna está muy bien si vas vestido para la ocasión".
"¡Ojalá viviera Dionisios! ¿Dónde Comería?"


Extrañas parejas
"El asunto de Matrix parece sacado de la metafísica de Platón. En el libro VII de la República se nos cuenta el mito de la Caverna, en el que Platón trata de hancernos llegar un mensaje profundo y desazonante acerca de la realidad".

"Sabemos lo que Woody Allen dice de Sócrates: "tenía la costumbre de cepillarse a jóvenes griegos". No sabremos nunca lo que Sócrates diría a Allen. Pero tendrían mucho que decirse".

"Lo que Bernstein cuenta al apoderado de Kane en Ciudadano Kane recuerda el primer encuentro entre F. Moreau y madame Arnoux al comienzo de La educación sentimental de Flaubert".

"El ‘tratamiento Ludovico’ que aparece en La naranja mecánica de Stanley Kubrick consiste básicamente en aplicar el método de Ivan Pavlov, el condicionamiento clásico o pavloviano para el control de la conducta".

"Mefistófeles ofrece a Fausto en la obra de Goethe tiempo para dar cima a los afanes que han presidido su vida de intelectual. El Mefistófeles asiático del Vivir de Akira Kurosawa se presenta ante Watanabe como alguien experto en dar el mejor uso a lo que le queda de existencia"

"El cine ha tomado nota de las teorías del caos. En Parque Jurásico el matemático Ian Malcom le explica la teoría del caos a la doctora Sattler mediante el efecto mariposa ideado por Mitchel Resnick".