Te quiero si he bebido
Empar Moliner
14 octubre, 2004 02:00Son los relatos de quien no se conforma con actitudes humanas que parecen lo que no son y compromisos sociales que no son lo que parecen. Son, por tanto, una defensa de lo que eluden: la autenticidad, sea cual sea el lugar que ocupe. Defensa que enmascara en trece situaciones de nuestro tiempo, protagonizadas por un variado muestrario de tipos y actitudes humanas, con evidente protagonismo de una divertida galería de mujeres representando escenas que exageran la realidad para ponerla en evidencia. Escenas antológicas, como las que despliegan los cuentos titulados "El día de la mujer", "Carta a mi hijo no biológico", que llegan al histrionismo en "La evolución anual de la voz humana". Y todavía más: porque no perdona posiciones impostadas y narra la ingenuidad y la hipocresía para desnudarla a través de enredos que ridiculizan acciones y personajes.
Quizá en su contra vaya un único registro dominante, ése que preside todos los relatos, su mejor señuelo y paradójicamente su mayor grieta en aquellos en los que domina el tono directo, excesivamente explícito desde el título. De hecho no todos corren la misma suerte, pero todos ilustran su estilo y en ninguno hay lugar para el aburrimiento. Prueben, si no, con el primero, "La invención de la aspirina", y no pararán mientras no pare esa mujer que obtiene cuanto su fantasía le dicta. Y es que a favor de Moliner cuenta un agudo sentido narrativo y ese inconformismo genialmente trasladado a situaciones rematadas con soluciones inesperadas que recuerdan al mejor absurdo de nuestra tradición.