Letras

Ellos

Juan Ramón Jiménez

13 julio, 2006 02:00

Juan Ramón Jiménez, por Gusi Bejer

Edición Crítica de J. A. Expósito Hernández. Linteo. Orense, 2006. 216 pàginas, 24 euros

¿Es posible una edición realmente definitiva de la obra de Juan Ramón Jiménez? Quizá deba aceptarse que no, hoy por hoy al menos, que el poeta de Moguer fue creando su propio canon en cada nuevo libro y lo fue deshaciendo sistemáticamente hasta su muerte con nuevos proyectos de los que adelantaba poemas y dejaba otros inéditos. ése fue, en definitiva, el designio de un poeta que concebía su creación en continua "metamórfosis", como "obra en marcha" en incesante reordenación y reescritura.

Tanto la reciente Poesía completa (2005) dirigida por Javier Blasco y Teresa Gómez Trueba, como las ediciones individuales de libros reconstruidos por numerosos especialistas muestran que ese estadio nunca del todo definido característico de la obra juanramoniana es el que mejor expone la singularidad de la energía creadora que da sentido interior a la mayor poesía española del siglo XX. Nunca sabremos si el autor habría decidido materializar muchos de esos proyectos -a menudo entrecruzados- o si habría aprobado muchas de las reconstrucciones realizadas, pero, trascendido para siempre en su obra, queda en pie ese monumento dinámico a la conciencia poética que Jiménez mantuvo en vilo hasta sus últimos momentos y del que todavía queda mucho por publicar.

Ellos, bellamente editado en la colección Linteo que dirige Antonio Colinas, ejemplifica esa singularidad juanramoniana que nos brinda la posibilidad de lectura múltiple de sus poemas. Gracias a la generosidad de los herederos de Juan Ramón, la excelente labor editorial de José Antonio Expósito ha hecho de un conjunto de poemas desperdigados, y dispares, un libro con sentido profundo de unidad, un libro de su familia que el poeta ya anunciaba, según el editor, en 1903. Es cierto que de los ochenta y seis poemas que lo componen, menos ocho inéditos y cinco publicados sólo en revistas, buena parte había aparecido antes en distintas antologías, desde la Segunda antología poética, Poesía y Belleza hasta Leyenda, y que varios pertenecen a libros capitales como Piedra y cielo o Eternidades (si bien el editor no incluye, por su diferencia "de tono", algunos pertenecientes a Arias tristes, Elegías puras o Diario de un poeta reciencasado). Además, otros cincuenta y cinco poemas incluidos en Ellos han integrado el también reconstruido Vida y muerte de Mamá Pura que en edición de Enrique Pérez Benito se incluye en la citada Poesía completa.

Nos encontramos, pues, como es frecuente en los libros no publicados por Jiménez, sobre todo si no existe un índice del poeta, con una reconstrucción basada en datos parciales, en notas de los manuscritos y borradores y en la perspicacia de su editor, quien nos ofrece una propuesta plausible que no anula la de Vida y muerte de Mamá Pura y que parte de los cuatro poemas de este proyecto publicados en la Segunda antología poética y de los veintidós que en Leyenda se atribuyen al mismo, con el título mejor, eso sí, de Ellos, de mi propia sangre. También se incluyen facsímiles de los poemas inéditos y un álbum fotográfico que, de acuerdo con lo que el poeta anotó alguna vez, completa ese libro diferente que Jiménez pensó dedicar a esos "ellos" de su intimidad más querida.

Las fechas del libro lo sitúan entre 1918 y 1923 -algún poema data de 1911-, años decisivos de la renovación y del largo silencio editorial posterior del autor, y en su diversidad muestra los cambios de estilo y técnica que se sucedieron en la obra de Jiménez en el proceso hacia su "poesía desnuda" y que también afectaban a un cierto distanciamiento de la sentimentalidad muy de época, discordante con el espíritu de este libro. De ello era consciente el poeta, claro, como prueba este fragmento colocado ahora al frente de Vida y muerte de Mamá Pura: "En la poesía ‘de hoy’ se suele eliminar la madre, padre, la familia. No se elimina la mujer jeneral, ni el hombre jeneral, ni el amigo jeneral. Es ‘cursi’ la familia. Se diría como si los poetas no pudieran tener en sus familias más que seres inferiores. Pues yo he tenido la suerte de tener padres, mujer, hermanos, sobrinos, parientes superiores".

Dividido en dos partes, "Ellos", con cuarenta y dos poemas, y "A la vejez amada", con cuarenta y cuatro, Ellos es el libro de la madre, el de algunos familiares, en particular su hermano Eustaquio -a diferencia de Vida y muerte de Mamá Pura, cuya sección central se dedica a Papá Víctor, ausente en Ellos- y, una vez más, el de Moguer, el marco de la experiencia familiar y de la primera conciencia del mundo sobre la que vuelve el poeta en estos poemas en que la muerte predomina: "¡Igual que un niño, ya estoy cercado/ de corazones grandes, que yo, sin mundo aún, oí latir;/ que yo sé hasta la muerte, cómo laten, cómo suenan!" ("El pueblo"). Si importantes son los sentimientos familiares que generan la escritura de estos textos también lo son los de pertenencia a la naturaleza elemental moguereña y esa figuración reiterada en que el yo se siente al tiempo la voz de su tierra y el vehículo del mundo exterior: "¡Trueque divino!/ Antes, le llevé el pueblo/ al mundo (¡qué desgarro de rosales/ estirados!) Hoy le llevo/ el mundo (¡qué magnífico/ campo de vuelta!) al pueblo".

Siete de los poemas inéditos los integra Expósito con buen criterio en la primera parte. En todos ellos, versiones definitivas o no, se manifiesta la maestría del poeta. Así en el dominio de la métrica y de la rima ("Guirnaldas de rosas salen/ de mi alma, con el ángelus;/ y se van jirando en busca/ de corazones lejanos"), en las primeras formulaciones del fundamental proceso de interiorización de la realidad ("¡Mirada oscura, voz distante,/ caminos que llegáis un poco;/ quién pudiera apretar la tierra,/ y hacerla toda del tamaño/ del infinito corazón pequeño!") o en el espíritu de arrepentimiento y expiación que expresa el conjunto: "¡Ay, qué tarde,/ madre, hermano, aprendí/ a ser hermano, hijo;/ cuando las puras flores frescas de Moguer/ no dicen ya su nada alegre/ a los aires del alba".

Emocionante secuencia de poemas filiales en los que Juan Ramón destila una convincente poesía de sentimiento pensado, es la parte segunda, "A la vejez amada", la que ofrece al lector una mayor intensidad seguida: el presentimiento o ya el recuerdo la madre muerta funde conciencia del nacer ("tu casa de carne") y del morir ("tu casa de tierra"), el envejecer del cuerpo se trasciende poéticamente en una sencilla imagen ("¿Qué te tira del alma?/ -Te vas adelgazando/ como un arroyo que se va quedando/ sin agua-."), la muerte de la madre se expresa como dolor absoluto en este magnífico poema totalizador: "Desde que eres la muerte,/ estás en todas partes, como un dios./ Eres mar, soledad, cielo, infinito,/ y te fuiste a elevar tu gran amor./ Eres inmensamente envolvedora,/ aprietas desde todo el corazón". Y es que la figura de la madre tuvo importancia máxima para el poeta en los momentos en que su clarividencia estética lo llevaba en nuevas direcciones.

Más allá de lo que pueda tener de antológico o de estéticamente diverso, pero también por ello mismo, el proyecto de Ellos tal como nos lo ofrece José Antonio Expósito constituye una pequeña joya poética en la que deslumbra, como siempre, la gran poesía de Juan Ramón Jiménez.