Image: Liberalismo. Una aproximación

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Letras

Liberalismo. Una aproximación

David Boaz

31 mayo, 2007 02:00

Recreación de una imagen del economista Friedrich Von Hayek

Trad. de Ana Llado Sánchez. Gota a Gota. Madrid, 2007. 470 páginas. 26 euros

El liberalismo es, sin lugar a duda, una de las grandes corrientes de pensamiento que han contribuido a configurar el mundo occidental desde finales del siglo XVII. En torno a esos años, tomaría cuerpo una filosofía política que, a partir del concepto de la radical igualdad de todos los individuos, hizo posible una generosa utopía sobre la condición humana, que permitiría la distinción entre la sociedad y el Estado y llevaría al establecimiento de unos mecanismos de gobierno en los que esas libertades se vieran reconocidas. La Gloriosa revolución inglesa de 1688 o el Segundo tratado de gobierno de John Locke, que se publicó en 1690, podrían situarse en el punto de partida de esta poderosa filosofía política.

Durante todo el siglo XVIII se asistiría al desarrollo de estas ideas que, finalmente, encontrarían en la Revolución Francesa un efecto resonador que las ha expandido, en el espacio y en el tiempo, para hacerlas presentes en todas las civilizaciones. Del mensaje liberal nacerían, como una consecuencia lógica pero no fácil, las formulaciones democráticas que hicieron su primera aparición en los Estados Unidos y se extenderían al resto del mundo desde finales del siglo XIX. Pero, en el núcleo de esa larga marcha hacia la democracia, está la consolidación de un pensamiento liberal que consiste en una afirmación optimista sobre la capacidad de los seres humanos, en tanto que individuos racionales, para ser reconocidos como iguales, afirmar su libertad, delimitar en qué consiste su felicidad personal y emplear los medios adecuados para conseguirla. Por otra parte, resulta también esencial para el pensamiento liberal el convencimiento de que, en el proceso de consecución de esa felicidad personal, los individuos racionales están capacitados para regular los posibles conflictos que surjan entre ellos, de manera que esos mecanismos de regulación tienden a una armonía social espontánea.

Esta filosofía liberal, común a las diversas ilustraciones que se desa-rrollan en el siglo XVIII (Himmelfarb), se transformaría en una poderosa ideología política, el liberalismo, que sería un concepto acuñado en Cádiz, durante las Cortes en las que se redactó la Constitución de 1812 y se pusieron los fundamentos de una profunda transformación social y política de la España del Antiguo Régimen. Desde España, el liberalismo político se hizo moneda corriente en Europa y en las nuevas naciones de América, en las que se establecieron regímenes constitucionales que daban acogida a la idea de gobiernos representativos de los ciudadanos.

Esos principios liberales, fácilmente reconocibles en todos los sistemas democráticos contemporá-neos, han tenido que luchar, sin embargo, con las actitudes conservadoras, reticentes a los avances de la libertad individual, así como contra otra fuerte corriente de pensamiento, la socialista, que también es de ascendencia filosófica ilustrada, pero que dedicó sus energías a la puesta en práctica de una utopía social en la que quedaban sacrificados los intereses de los individuos, especialmente en su dimensión económica, para el establecimiento de una sociedad justa. Desde los socialismos utópicos de comienzos del XIX, hasta el socialismo, supuestamente científico, de los marxistas, se han sucedido los planteamientos que han llevado a que las sociedades democráticas sean, hoy día, unos sistemas de organización política y social en los que conviven los principios liberales con otros que llevan a la regulación y corrección de las relaciones entre los individuos.

Esa situación da sentido a la proliferación de instituciones de reflexión como el Cato Institute, un think-tank liberal de Washington en el que el autor de este libro desempeña el puesto de vicepresidente ejecutivo. El Instituto toma su nombre de Catón el Joven, que hizo frente al afán de poder de Julio César. Su nombre sería utilizado, a comienzos del siglo XVIII, como seudónimo en una cartas que se publicaron en la prensa londinense, para criticar los abusos de poder desde unos planteamientos inspirados en la filosofía política liberal de Locke. Curiosamente, en la vida política norteamericana, la palabra "liberalismo" ha experimentado un desplazamiento semántico, de manera que vendría a coincidir, especialmente después de los años de Franklin D. Roosevelt, con los planteamientos que en Europa tendría un socialdemócrata -libertades individuales compatibles con intervencionismo estatal en materia económica- como ha señalado Schwartz, en su penetrante prólogo.

David Boaz, que publicó la versión original de este libro en 1997, se mueve en el ámbito de un abierto liberalismo muy directamente relacionado con la tradición de economistas como Ludwig von Mises o Friedrich Hayek que le ofrecen la base fundamental de este ensayo de análisis político sobre la validez de los principios políticos del liberalismo en la sociedad actual. Como advierte Pedro Schwartz en su prólogo, este libro fue redactado en una coyuntura muy precisa, que fue la de la recuperación del pensamiento liberal americano a mediados de los años noventa y es, a veces, excesivamente estadounidense en los ejemplos y en los análisis que propone, pero el lector inteligente sabrá siempre encontrar una línea argumental que podría resultar válida para cualquier otra sociedad y para cualquier época. De entrada, hay un conflicto básico entre el poder del Estado y la libertad de los individuos, que exige una permanente actitud de vigilancia por parte de éstos. Boaz es capaz de remontarse, en esa línea, hasta Lao-Tse, o a la impresionante advertencia que se contiene en el primer libro de Samuel (1 S, 8, 11-18), cuando éste transmitió a Jahveh la solicitud de los judíos para que les diera un rey. A partir de ahí, desarrolla un detenido análisis de la sociedad americana y de sus instituciones, para evaluar la vigencia actual de los principios liberales.

A lo largo de una docena de capítulos Boaz realiza un recorrido por diversas situaciones de la vida política americana con el fin de evaluar el grado de reconocimiento a los derechos del individuo que se da en ellas, así como aquellas otras situaciones en las que el afán de regulación (seguridad social, atención médica, educación, etc.) ahoga las posibilidades de la iniciativa privada y la capacidad de regulación que ofrece el mercado. El análisis, que sitúa las prácticas liberales en un vértice equidistante entre el intervencionismo excesivo del Estado, que pretenderían las personas de inspiración socialdemócrata, y la absoluta libertad económica, acompañada de restricciones a las libertades individuales, propia de las actitudes conservadoras se cierra con un apéndice en el que se incluye un test para determinar el grado de liberalismo del posible lector.

Preguntas sobre quién tiene derecho a decidir si uno debe ponerse el cinturón de seguridad, fumar marihuana o matricular a sus hijos en una escuela determinada son bastante significativas de lo que el autor entiende por libertad personal. De la misma manera que, en el plano económico, lo serían las respuestas a quién debe decidir sobre si uno puede comprar un coche extranjero o crear una empresa de envíos postales para competir con el pésimo servicio oficial. El libro, que ha sido traducido con precisión e inteligencia por Ana Lladó, se cierra con unas interesantísimas sugerencias de lectura para quien quiera profundizar en el apasionante legado del pensamiento liberal.