Miguel Delibes. El novelista, I (1948-1954)
Por Miguel Delibes
18 octubre, 2007 02:00Edición dirigida por Ramón García Domínguez
PREáMBULODespués de "El hereje"
por Miguel Delibes
Aunque viví hasta el año dos mil..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica de La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada.
El balance de la intervención quirúrgica fue desfavorable. Perdí todo: perdí hematíes, memoria, dioptrías, capacidad de concentración... En el quirófano entró un hombre inteligente y salió un lerdo. Imposible volver a escribir. Lo noté enseguida. No era capaz de ordenar mi cerebro. La memoria fallaba y me faltaba capacidad para concentrarme. ¿Cómo abordar una novela y mantener vivos en mi imaginación, durante dos o tres años, personajes con su vida propia y sus propias características? ¿Cómo profundizar en las ideas exigidas por un encargo de mediana entidad? Estaba acabado. El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza. Me faltaban facultades físicas e intelectuales. Y los que no me creyeron y vaticinaron que escribiría más novelas después de El hereje se equivocaron de medio a medio. Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad.
No me quejaba. Otros tuvieron menos tiempo. Al fin y al cabo, setenta y ocho años son bastantes para realizar una obra. Le di gracias a Dios, que me permitió terminar El hereje, y me dediqué a la vida contemplativa. Las cosas que intenté no eran serias. Con mi hijo Miguel hicimos un libro sobre el cambio climático, en el que no intervine más que para hacer preguntas propias de un ciudadano preocupado, pero no aporté una sola idea. En Muerte y resurrección de la novela di a la estampa algo que tenía hecho para dar la sensación de que trabajaba, de que aún disponía de una vida activa.
Los optimistas que sobreviven a un cáncer suelen decir que lo vencieron. Yo no me atrevo a tanto. Los cirujanos impidieron que el cáncer me matara, pero no pudieron evitar que me afectara gravemente. No me mató pero me inutilizó para trabajar el resto de mi vida. ¿Quién fue el vencedor?
Y bien: cuando mi obra, dicho lo dicho, está concluida, y por tal la doy, veo con satisfacción que los prestigiosos editores de Círculo de Lectores y Ediciones Destino se ocupan ahora de recopilarla y reunirla en siete volúmenes. Cada volumen, además, irá prologado por un destacado estudioso de mi obra. ¿Qué hacer sino sentirme halagado y agradecido? Si mi primera novela apareció en 1948 -hace ahora sesenta años- y la última en 1998, ha sido media centuria, la segunda del siglo XX, la que me he ocupado escribiendo y publicando libros. Y siempre, con el beneplácito de mis lectores. También a ellos, y a cuantos ahora se asomen a las páginas de estas Obras completas, quiero agradecer sinceramente su benevolencia y fidelidad.
M.D.
Mayo de 2007