Image: Los Relatos de Kipling

Image: Los Relatos de Kipling

Letras

Los Relatos de Kipling

Rudyard Kipling

29 mayo, 2008 02:00

Rudyard Kipling. Foto: Archivo.

Traducción de Catalina Martínez. Selección de Alberto Manguel. Acantilado. Barcelona, 2008. 797 páginas, 21'90 euros

Pocos escritores ejemplifican mejor que Rudyard Kipling (Bombay, 1865-Londres, 1936) un hecho olvidado con frecuencia: que las obras literarias son redactadas por hombres o mujeres de carne y hueso. Su dominio de la lengua inglesa exhibe una superior destreza, pero sus posiciones políticas muestran la debilidad humana de un ser equivocado en sus prioridades éticas. No llegaré a calificar a Kipling con la dureza empleada por George Orwell, quien sin pelos en la lengua, dijo, entre otras muchas cosas, que era "moralmente insensible y repugnante estéticamente", aunque tampoco puedo orillar la sombra que el lado más humano de su persona arroja sobre los textos. La inclusión de su vida y obra en la historia de la literatura adecenta su perfil, si bien la corona de laurel de artista no le exime de su responsabilidad social. A veces se menciona el hecho de que ganó el premio Nobel de literatura (1907), pero por aquellas fechas sólo se concedía a escritores muy de derechas, la afiliación preferida por el fundador del galardón, el inventor de la dinamita enriquecido con la venta de armamento.

La torpe visión kiplingiana de Occidente y su consecuente defensa del imperialismo inglés, basado en una supuesta hegemonía del hombre blanco sobre el de color, se asemeja a ciertas ideas actuales sobre el nacionalismo, que apelan a prejuicios arraigados en los pozos identitarios para suscitar un sentido de hermandad con quienes piensan de forma parecida. Quienes vivimos en el ámbito cultural hispánico, a Kipling le podemos hacer un cargo adicional. Uno de sus poemas pro imperialistas más citados, donde trata del peso obligatorio de civilizar a los nativos, "La carga del hombre blanco" (1899), lo escribió tras la pérdida española de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y otras colonias, debida a la rapiña norteamericana. En él insta a los americanos del Norte a enseñar a los filipinos las maneras del hombre blanco. El tal poema se lo envió el futuro presidente Theodore Roosevelt, por entonces comandante en Cuba de la brutal unidad de caballería, los Rough Riders, y a Henry Cabot Lodge, dos grandes patricios de la historia norteamericana, pero autoritarios colonialistas en los anales escritos en lengua española a ambos lados del Atlántico.

Sin embargo, es también autor de una estupenda novela, Kim (1901), y de numerosos relatos, para jóvenes y para adultos, más de cuatrocientos, algunos de ellos piezas de indudable calidad literaria. A este lector la figura y los relatos de Kipling le recuerdan a Jorge Luis Borges y su narrativa. No debe ser coincidencia que el seleccionador de los mismos sea Alberto Manguel, amigo de Borges y biógrafo del inglés. El lector podrá elegir en esta rica selección los relatos que más le gusten. Hay varios de ellos inolvidables, que figuran con justicia en la lista de los mejores cuentos de la narrativa moderna.

Quizás el más famoso sea "El hombre que pudo reinar" (1888), relato llevado al cine por John Huston. Cuenta las andanzas de un par de aventureros ingleses que viajan a un lugar remoto de Afganistán con el propósito de ser coronados como reyes. Se valen para tal aventura de unos rifles, cuya efectividad sorprende a los nativos, lo que les permite conseguir su propósito. Las cosas terminan mal y uno de ellos regresa maltrecho a contarle al narrador, Kipling, la historia y su triste final. El relato en el momento de su publicación sorprendió por la novedad temática, por el carácter de los personajes y el ambiente extraño, desconocido para el público europeo. Quizás el mejor cuento de Kipling sea "La ciudad de una noche atroz" (1885), también situado en Pakistán, en la antigua India, en el mencionado municipio de Lahore. Vamos de la mano del narrador, un personaje innominado que entra en la ciudad un día de verano. Hace un calor horrible. La gente duerme tendida en las aceras de la calle, y él los pasa de largo como si fueran cadáveres. Unas pocas personas permanecen despiertas. El personaje sube por una escalera de caracol que conduce al minarete donde reza el muecín, despertando con su canto a los durmientes, que enseguida volverán a los brazos de Morfeo agobiados por el calor y el cansancio. Se trata del descenso a un lugar sin aire, puro calor, que permite entrever el infierno en vida, pero en vez de presentarnos los sueños torturados de los durmientes, como hizo Juan Rulfo en Pedro Páramo, nos deja con la impresión igualmente trágica de un calor que es puro agobio físico.

Semejante al anterior, pero con una historia narrativa más elaborada resulta "Los constructores del puente". Se cuenta la historia de un ingeniero encargado de elevar un puente entre dos orillas por donde corre el río Ganges. El río en un momento crece, y desata miedos presentes, de peligro físico, y otros ancestrales. Se juntan los del hombre que ve peligrar su carrera si el puente se cae con temores del hombre enfrentado a la fuerza de la naturaleza. El lector habitual de cuentos reconocerá el poder de la selva, de las fuerzas irracionales que no rodean, tan bien representadas por Horacio Quiroga. "Mary Postgate" (1915) narra una historia genial. Una mujer de compañía, que nunca dice nada y parece inmune a todo sentimiento que no sea el del deber, acabará dejando morir a un aviador alemán, culpable en su estimación de la muerte del joven Wynn. Ofrece el cuento un ejemplo clásico de cómo en un momento la historia da un giro inesperado, que desvela un secreto, en este caso de una persona. Mary nunca dejó entrever sentimiento alguno, nadie pudo notar el amor que profesaba a Wynn, pero al terminar el relato vemos aparecer en su cara por primera vez un destello de belleza, el que ha dejado la venganza de su querido joven.

Manguel cierra el volumen con unos aptos comentarios críticos. La obra puede calificarse de literariamente ineludible, aunque su inserción en nuestro panorama cultural merece un debate honesto.

Rudyard Kipling. Kipling y Kim

La historia del protagonista de la mejor novela de Kipling, Kim, un muchacho de once años, luego hombre joven, refleja la problemática de la identidad del hombre, que siendo irlandés es, a su vez, indio. Kimbal O'Hara, crece en la calle como un paquistaní, pues su piel quemada oculta su verdadero origen. Kipling fue también un inglés nacido en la India, pero que vivió por dilatados períodos en Norteamérica. Tras muchos años de residencia en la India, donde inició su carrera de escritor como periodista y singular cuentista, regresó a Inglaterra, donde sintió siempre la desazón propia de quien ha sido inmigrante por largo tiempo. Su prosa y su poesía se convirtieron enseguida en el símbolo por excelencia de la literatura inglesa.