Image: El trueno más allá del Popocatépetl

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Letras

El trueno más allá del Popocatépetl

Malcolm Lowry

31 julio, 2009 02:00

Malcolm Lowry por LPO

Traducción y selección de Juan Luis Panero. Tusquets. 67 pp., 10 euros


En alguna otra ocasión hemos reparado en la obra poética de autores que han destacado por una gran obra narrativa. William Faulkner podría ser uno de estos casos. Así sucede también con el británico Malcolm Lowry (Cheshire, 1909-Sussex 1957), uno de los grandes narradores contemporáneos, que adquirió fama universal gracias a su novela Bajo el volcán. Pero Lowry es también autor de otras obras en prosa que Tusquets ha ido editando: Oscuro como la tumba en la que yace mi amigo, Ultramarina, Ferry de octubre a Gabriola, Piedra infernal o el de relatos Escúchanos Señor, desde el cielo, tu morada. También al territorio de la prosa pertenece El viaje que nunca termina, la correspondencia del autor entre 1926 y 1957. Ahora, con ocasión del aniversario del nacimiento del escritor -que en una curiosa sincronía coincide con el del nacimiento del padre del traductor, Leopoldo Panero-, se publica esta oportuna y convincente selección.

Regresa el eco de la narrativa a su poesía cuando reparamos en el poema para el que el traductor ha buscado el título de su selección. Me estoy refiriendo al volcán mexicano Popocatépetl, del que Lowry hiciera el epicentro de su turbadora novela. De hecho, esta selección poética y algunos de los mejores poemas de Lowry van unidos estrechamente a su estancia en México. El símbolo del volcán no sólo abre el libro sino que asoma en otros poemas y casi lo cierra en "Después de la publicación de Bajo el volcán". El volcán es un poderoso símbolo dentro de la obra de este autor, que acaso refleje el temperamento borrascoso y atormentado por el alcohol que fue la propia vida de Lowry. En efecto, en estos poemas va de la presencia del volcán a su propia vida como quien va de un volcán a otro; e incluso cuando su gran novela le trae la fama, el poeta no deja de ver en el éxito lo "horrible" de su existencia, la plasmación, por otros caminos, de la propia "borrachera". Más allá, inalcanzable siempre, permanece ese espacio "donde Chejov/ dijo que se encontraba la paz".

Aparece este autor en los poemas seleccionados como un poeta de expresión clara y fuerte. Todo parece estar como en ebullición en estos poemas. Por un lado, esa naturaleza fuerte y colorista del trópico; por otro, la vida de los seres "en esta tierra de hombres a medio enterrar", en el que se ahoga la vida del que escribe y en la que hace un último intento por salvarse, "aterrado y rezando", lejos de casa. Hay en estas atmósferas, en las que la caducidad y la muerte resuenan casi siempre, un hálito de esperanza en las pasiones que se revelan en quejidos y en dulces lamentos, en la leve presencia amorosa. Pero enseguida aparecen, a la vuelta de cada plácida experiencia, nuevos infiernos terrestres, como el revelado en el poema "En la cárcel de Oaxaca". Aunque si el poeta reconoce el terror del vivir, también ha buscado en sus poemas una solución para neutralizar las terribles contradicciones y acabar con el sufrimiento: la de "el placer de morir".

Suponen estos poemas un claro y desgarrador sentir y pensar en los límites de esa autodestrucción que es la que, a la vez, genera una profunda y tremenda lucidez. Así sucede en otro de los poemas, "La desesperación de Dios", en el que la Divinidad pasa a formar parte del propio mal y a sentir ella misma la angustia existencial como el cactus salvaje que se abrasa en el secarral. Otras veces, ternura y violencia combaten como en el poema "Delirio en Veracruz". El miedo, el vacío, el terror, los alucinados despertares en los que asoma por la rendija de la ventana una existencia tan dolorosa como la que el protagonista de los poemas siente en su interior, asaltan de continuo al lector.

Hay en el libro un solo caso en el que la lucidez de Lowry brilla sin tormento, serena, y es en el poema titulado "Rilke y Yeats". Hay otro poema en el que las obras de otros escritores (Dante, Shakespeare) no logran apaciguar los tormentos del que escribe, pero en éste el sentir y el pensar se remansan en una maravillosa concisión: "Ayúdenme a escribir/muéstrenme las puertas/que conducen al orden/y rescaten mi alma/ de esta jaula/donde mi valor/ aúlla entre rejas". Luego, sólo parecen quedarle ya espacio y tiempo para escribir el propio epitafio, con los consabidos temas que ya no impresionan al lector. Pero antes, Malcolm Lowry ha utilizado el poema en su más alto grado para sentir y pensar en los límites, exactamente antes de que su vida-volcán se sumerja en ese otro infierno que es el de la muerte, el del silencio del no ser.

Lowry, poeta a los cien

La vertiente menos conocida del autor de Bajo el volcán se nos presenta ahora por primera vez en español, lúcida y atormentada, cuando se cumple el centenario de su nacimiento

Después de la publicación de Bajo el volcán

Qué horrible es el éxito,

peor que ver tu casa en llamas

y las vigas cayendo, una tras otra,

mientras asistes, sin testigos, a tu condena.

La fama, como una borrachera, consume lo mejor de ti mismo

y, sórdida, te muestra que sólo trabajaste para ella.

Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta,

y haberseguido siempre en las sombras de la

destrucción y el fracaso.