Image: El Museo Schiller reabre sus puertas en 250º aniversario del nacimiento del poeta

Image: El Museo Schiller reabre sus puertas en 250º aniversario del nacimiento del poeta

Letras

El Museo Schiller reabre sus puertas en 250º aniversario del nacimiento del poeta

El centro alberga más de 700 piezas en su 450 metros cuadrados

10 noviembre, 2009 01:00

Dos jóvenes depositan hoy coronas de flores frente al monumento a Goethe y Schiller, en la plaza del Teatro de Weimar (Alemania). Foto: EFE

EFE
El Museo Friedrich Schiller de Marbach volvió a abrir sus puertas hoy cuando se cumplen los 250 años del nacimiento del poeta, considerado como la figura más significativa de la historia de la literatura alemana junto con Johann Wolfgang von Goethe.

El presidente alemán, Horst Kühler, presente en la reinauguración del museo que alberga más de 700 piezas en un espacio de 450 metros cuadrados señaló que Schiller "fue la primera estrella pop de la cultura alemana".

El máximo mandatario germano relacionó la figura del literato alemán con el veinte aniversario de la caída del Muro de Berlín al comentar que Schiller describió al ser humano como "una creación libre".

Renovado ahora por el estudio del arquitecto británico David Chipperfield en dos años de trabajo, el Museo de Schiller se creó inicialmente en 1903 y el núcleo del mismo estaba compuesto por 700 cartas, 150 fragmentos de manuscritos y 158 objetos.

Las obras de renovación y ampliación del Schiller Nationalmuseum han tenido como fin también convertirlo, según el Archivo Alemán de Literatura de Marbach, en "la memoria literaria nacional".

En el centro del museo seguirá estando la vida y la obra de Schiller -así como el culto del que éste ha sido objeto a lo largo de más de dos siglos- pero también se ocupará de otros poetas y pensadores alemanes como Friedrich Hülderlin, Eduard Mürike o Wilhelm Friedrich Hegel.

La vida de Schiller fue breve -murió a los 45 años de edad- pero altamente productiva como lo muestran sus muchas obras teatrales algunas de las cuales, como Los bandidos, Wallenstein o Guillermo Tell, siguen formando parte de los repertorios de los teatros alemanes.

Su obra dramática, al lado de algunos poemas como La campana o el Himno a la alegría, representan la faceta más conocida de Schiller quien, sin embargo, también es un autor de una amplia obra ensayística e histórica.

En una biografía reciente, Rödiger Zafranski calificó a Schiller como una especie de Jean Paul Sartre del siglo XVIII en alusión no sólo a la variedad de su producción sino, también, a su condición de intelectual crítico y rebelde.

El propio Zafranski, en un libro más reciente, se concentra en estudiar la amistad entre Schiller y Goethe, de la que da testimonio una copiosa correspondencia.

Al comienzo, entre los dos escritores hubo cierta tensión que sólo desapareció en 1794, once años antes de la muerte de Schiller, cuando empezaron a editar juntos la revista Die Hüren.

Schiller, además de destacarse como escritor, fue médico y profesor de filosofía y de historia, dejando en esos campos también obras importantes como las "Cartas sobre la educación estética del hombre" o una "Historia de la guerra de los 30 años".

En las Cartas sobre la educación estética del hombre Schiller define el arte como el campo en el que el ser humano puede liberarse de la fragmentación de su personalidad a la que le someten las exigencias de la vida social.

La vida de Schiller fue también en buena parte una lucha contra la enfermedad. Cuando murió en Weimar en 1805, el médico que práctico la autopsia encontró que uno de los dos pulmones estaba completamente destruido, los riñones estaban deshechos, el corazón había perdido masa y el páncreas estaban muy inflamado.

"En esas condiciones, es sorprendente que el pobre hombre haya podido vivir tanto tiempo", dice el informe de la autopsia.

Los huesos de Schiller fueron sepultados en una fosa común para aristócratas en Weimar. Diecinueve años después se intentó rescatarlos pero investigaciones recientes de DNA muestra que el esqueleto y el cráneo, al que durante décadas se le rindió un culto casi religioso, no pertenecían al poeta.

El propio Goethe llegó a tener en su casa el presunto cráneo de Schiller al que dedicó algunos poemas sin saber que se trataba del cráneo equivocado.