Image: Sentimiento del toreo

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Letras

Sentimiento del toreo

Prólogo, edición y selección de Carlos Marzal. VV.AA

14 mayo, 2010 02:00

José Tomás, en la plaza de Aguascalientes (México). El 24 de abril. Foto: Muricio Ramírez

Tusquets. Barcelona, 2010. 280 páginas, 19 euros.


Carlos Marzal ha reunido en Sentimiento del toreo una serie de trabajos de diversos autores, buena parte de los cuales se publicaron en la revista Quites, de la Diputación valenciana, que hace unos treinta años codirigía el propio Marzal. Quites fue una revista alejada de todo casticismo taurino y centrada, o desparramada, en toros, estética, pintura, poesía. Tenía una intención totalizadora y los toros eran abordados desde una perspectiva culturalista y elitista fuera de cualquier tentación costumbrista.

Sentimiento del toreo viene a ser una reedición de muchos temas que en Quites vieron la luz por primera vez. Otros textos proceden de las Jornadas Taurinas de Algeciras que, me parece, dirige también Marzal, y del extinguido El Ruedo. Marzal forma parte de esa constelación de escritores fascinados por la corrida y sus misterios y trata de explicársela no sólo desde el plano emocional, sino desde una intelectualización simbólica, lejos del sentir del aficionado corriente poco interesado en el misterio. Eso es Sentimiento del toreo: un centón de opiniones y reflexiones de varios intelectuales, en el sentido amplio de la palabra.

Bergamín fue el precursor de esta línea abstracta y filosófica del toreo que eleva a planos metafísicos un rito antiguo convertido en espectáculo. Bergamín no fue un prodigio de perspicacia, pues El arte de birlibiloque desdeñaba la revolución de Belmonte, barroco y goyesco, en beneficio del clasicismo de Gallito. Esta predilección, que enmendó luego en La claridad del toreo, podía entenderse en razón de la primordial antítesis bergamasca: Joselito, ángel de luz y Belmonte ángel de sombra. La escuela de Bergamín no puede decirse que haya sido fecunda, pues se acabó en sí misma y no ha sido superada.

El libro está estructurado con buen criterio en cuatro secciones: "La razón taurina", "El zapatero en sus zapatos", "De frente y de perfil" y "La divisa del recuerdo". Cuenta también con medio centenar de ilustraciones de una veintena de artistas entre ellos Ramón Gaya, Luis Gordillo, Benítez Reyes, Manuel Padorno…. José Bergamín encabeza la primera sección y le siguen Brines, Benítez Reyes, Caballero Bonald, Marzal, Vargas Llosa y una conversación entre Miquel Barceló y Luis Francisco Esplá. En este apartado llama la atención un pequeño ensayo de Brines que conjuga su poética del toreo y sus conocimientos técnicos y teóricos de buen aficionado, que suele ser de lo que adolecen muchas especulaciones estéticas. Vargas Llosa acepta, como cualquiera que no tenga la mente obscurecida por el desafuero, la crueldad de la Fiesta -en lo que coincide con Sánchez Mejías- y razona lo que tiene de miedo, ceremonia y tragedia.

La razón de los toreros Tras la razón taurina de los intelectuales, viene otra razón taurina, la de los toreros: Rafael El Gallo, Sánchez Mejías, Antonio Bienvenida, Manolo Vázquez y Luis Francisco Esplá. Esta sección de profesionales, con acierto titulada "El zapatero en sus zapatos", es un pozo de sabiduría aplicada, de explicación de la tauromaquia desde el conocimiento práctico; un acierto que, seguro, será muy celebrado por aficionados del común; de esos que ven la corrida como un enfrentamiento de dos fuerzas, el toro y el torero, sin entrar en filosofías y abstracciones por brillantes que sean.

De frente y de perfil es el tercer apartado y en él se encaja Félix Grande que insiste en su vieja y acrisolada pasión por Antoñete, compartida y peregrinada en viejos tiempos, por muchos de nosotros. Hace 26 años en un libro homenaje a Chenel, que con Antonio Leyva, galerista y poeta, tuve el placer de dirigir y organizar, Félix Grande ya dejaba constancia de esa pasión antoñetista vivida y razonada. El argumento de la publicación era monográfico, Antoñete, y participaron un centenar de escritores y pintores. En una pequeña separata se recogían artículos ya publicados en la prensa y entre ellos figuraba el de Feliz Grande. A título solamente informativo recordaré de esa humilde carpeta, intencionalmente un poco kitch, recogía un poema del Claudio Rodríguez más puro y genuino, puede que el único poema taurino de Claudio. Con Félix Grande, el gran Fernando Quiñones, Joaquín Sabina, Juan Luis Panero y Benitez Reyes.

No reseñaré los nombres de la cuarta sección porque muchos repiten tercio y especulaciones. Pero sí es digno de notar que a la fascinación por la corrida se sumen nombres aparentemente alejados de ella como Trapiello, Cuenca, Sánchez Rosillo o Gallego con escritos procedentes de la ya cita revista Quites o de las también citadas Jornadas de Algeciras. Tiene un título afortunado como todos los anteriores: "La divisa del recuerdo". De este apartado destacaría el texto de Antonio Lucas, "La terna de la memoria". Como en Brines, Lucas une reflexión poética y visión de aficionado puro y clásico, de conocedor práctico: metáfora, estética y conocimiento. No muy lejanamente el excelente poeta y periodista Antonio Lucas ejerció, si bien muy transitoriamente, la crítica taurina de periódico. Ello le sirvió, o debió de servirle, para, en complicidad con el público y partiendo de la alta estética, ampliar el sentido de la corrida como acto social y pulsión sentimental. La terna elegida por Lucas es coherente, diáfana e imprescindible en la historia de la tauromaquia: Rafael de Paula, Joselito y José Tomás. El texto elegido de Joaquín Vidal, "Quien mira al toro", no es el más acertado para representar al excelente escritor que fue Vidal, modelo de críticos y cronistas. Cualquiera de sus mejores crónicas o algún fragmento de "El toreo es verdad", sería más elocuente que el texto elegido para Sentimiento del toreo.

Resumiendo, este libro es una recopilación de textos digno de encomio, pues demuestra el interés que la Fiesta sigue suscitando entre intelectuales y poetas. Es un libro acumulativo que no trata de establecer una línea de nueva de investigación o crítica en estos tiempos de tribulación por los que pasa la Fiesta. Es una antología seleccionada por Marzal con la misma autoridad con que podrían hacerse otras antologías. Entre tantas y tan brillantemente expresadas razones, se echa de menos una razón crítica no necesariamente escrita por críticos o cronistas profesionales, sino desde la cátedra y la capacidad poética y analítica ; a fin de cuentas muchos de los que participan en este libro tienen acreditada esa conciencia crítica: taurina y de las otras. Pero no ha sido esa la intención de Carlos Marzal que queda explícita en su prólogo: "Sentimiento del toreo aspira a ser distintas obras, una muestra de alta especulación, una galería de retratos, un compendio de inquietudes y curiosidades de algunos toreros ilustres, un ejercicio de la memoria sentimental de distintos escritores".

En resumen, "la orgullosa, celebración en el mundo del arte, de un arte que constituye todo un mundo: el arte del toreo". Quizá en estos tiempos en los que la Fiesta se siente amenazada por enemigos exteriores y también desde dentro de sí misma -pulsiones autodestructivas que periódicamente la asaltan- se necesiten libros más críticos y autocríticos. Pero está bien poner de relieve el sentimiento taurómaco de los poetas.

Huevos en la herida

por Fenando Aramburu

En las naciones donde abundan las escuelas van quedando pocas artes en las cuales coinciden lo que se representa y lo que se ejecuta. El espectador presupone que el asesinato del personaje no arrastra el del actor. La pedagogía moderna tiende a reprobar los espectáculos y ritos que implican la escenificación directa del dolor; no digamos, como en el caso del toreo, la de la muerte, tanto la del animal no considerado alimento como la del hombre que ejercita una versión folclórica de la virilidad. Inconvenientes educativos impiden que la lidia sea una actividad exportable. No consta que se estén construyendo cosos taurinos en Suiza, Inglaterra, Alemania…; países, sin embargo, receptivos a otras muestras culturales españolas. La tauromaquia ha producido en España la rara figura del progresista que defiende una tradición. Garantiza la pervivencia de las dehesas como la caza de la ballena garantiza la pervivencia del mar.