Conexiones y cortocircuitos literarios entre España e Iberoamérica
Elcultural.es reúne a Leonardo Padura, Pablo Simonetti, Xavier Velasco, Martín Caparrós y Élmer Mendoza con motivo de la celebración del Festival Vivamérica
5 octubre, 2010 02:00Leonardo Padura, Pablo Simonetti, Xavier Velasco, Martín Caparrós y Élmer Mendoza
El Festival Vivamérica estrecha estos días las distancias entre las dos orillas del Atlántico. Varias decenas de artistas iberoamericanos han llegado a Madrid para festejarlo. Muchos de ellos escritores. Es una buena oportunidad pues para reunirse con algunos de los más renombrados y charlar un rato sobre las conexiones y cortocircuitos literarios entre el lado de acá y el lado de allá, que diría Cortázar. Y de paso, dada la cercanía del fallo del Nobel, preguntarles por su favorito (no por sus probabilidades sino por sus méritos) entre los autores del orbe hispánico. Sin ánimo de sentar cátedra, pero sí de dejar bien clara su opinión, se sientan a la mesa Leonardo Padura, Xavier Velasco, Élmer Mendoza, Pablo Simonetti y Martín Caparrós. En el último momento se ausenta de la convocatoria Iván Thays, que ha sufrido una caída en la ducha y se ha fastidiado, en mala hora, la rodilla.Sin más dilación, ponemos sobre la mesa el primer punto del orden del día de esta asamblea nada solemne: ¿Cómo ven la literatura española al otro lado? ¿Anquilosada en unos mismos temas recurrentes? O, por el contrario, ¿dinámica y variada? El mexicano Élmer Mendoza recoge el guante el primero. "Yo la veo con voces muy potentes", señala de entrada y después apunta una serie de nombres para fundar tal afirmación: "Fernando Aramburu, Javier Marías, Almudena Grandes, Pérez-Reverte, Javier Cercas...". El cubano Leonardo Padura no disiente, pero advierte de una laguna en nuestras letras: "El vacío que dejó Manuel Vázquez Montalbán, un escritor que creó él solo un territorio tan rico y tan vasto, no lo ha llenado nadie todavía". Por su parte, el chileno Pablo Simonetti tercia para ensalzar el papel "clave" que Bolaño ha jugado en Chile a la hora de acercar la literatura española a su país. "Él abrió un camino en el que pueden encontrarse ahora autores como Cercas, Marías...".
Bolaño omnipresente
La aparición en el debate del nombre de Bolaño no pasa en balde. Hacer escala en su obra ya parece obligatorio cuando se habla de literatura hispanoamericana. Padura aprovecha la coyuntura para dar cuenta de su admiración por él: "Para mí 2666 es el Cien años de soledad de nuestra época". En cambio, Xavier Velasco, no tiene una consideración tan elevada del escritor chileno: "Me aburre profundamente. Se le ha endiosado porque está convenientemente muerto y a los escritores no les gusta hablar bien de los vivos".
Antes de que se enzarcen sobre un asunto tan sensible, en el que las opiniones elogiosas (la mayoría) chocan apasionadamente con las negativas (las menos), decidimos pasar al segundo punto, que no es otro que la receptividad de los lectores y la industria española hacia las obras publicadas en Iberoamérica. ¿Es un buen momento el actual después de periodos en que España ha vivido ensimismada en su propia tradición literaria? ¿Notan un incremento en el interés? Xavier Velasco, siempre original, despacha la cuestión con un juego de palabras, definitivo: "Después del boom el interés por los autores latinoamericanos no se ha incrementado, se ha excrementado". Y con una experiencia personal, frustrante: "Cuando vine a firmar a la feria de Madrid me confundían con el dependiente y preguntaban si tenía el libro de Coelho, o el de Ken Follet".
En esta cuestión flota de fondo un misterio: las razones por la que los editores españoles concluyen que una obra es demasiado localista como para saltar el charco. "Yo he estado diez años preguntándomelo y no he llegado a ninguna conclusión. Creo que se basan en el tema de la novela, no se dan cuenta que el tema en literatura es una cuestión secundaria, o terciaria...". Martín Caparrós se agita en su silla, inquieto, hasta que no puede más e irrumpe en el debate: "Los escritores no deberíamos hablar de estas obscenidades. El escritor se debe dedicar a escribir y nada más, escoger sus palabras y sus temas libremente, y si luego ellos venden o no es problema suyo. Es que al escritor ahora se le obliga a ser una especia de manager de sí mismo". Élmer Mendoza no puede estar más de acuerdo: "Nosotros, los escritores, no deberíamos salir de casa. Deberíamos estar encerrados para perfeccionar lo máximo posible nuestras obras y dominar los demonios de la escritura". "Esos demonios nunca los dominarás", le advierte su compatriota Xavier Velasco, mitad en broma mitad en serio.
El español, una lengua big bang
Muchos de los demonios de la escritura están en el propio lenguaje, con sus trampas y sus espejismos. Precisamente la lengua española figura en el tercer y último punto de este orden día que rige el encuentro. ¿La globalización esta uniformando en exceso el español? Martín Caparrós niega la mayor: "Sucede precisamente lo contrario, tengo la imagen del español como una lengua en big bang. A principios de 1508 era un núcleo cerrado y todos lo hablaban igual y a lo largo de los siglos cada región se ha ido apartando de ese núcleo. La globalización no ha cambiado esta situación. En un congreso al que asistí en el que se ocupaban de la globalización y de algo de ciber no se qué, unos decían clicar con el ratón, otros pinchar con el mouse...". Pablo Simonetti avala esta teoría: "El otro día consultando el diccionario de la RAE me llamó la atención la gran cantidad de chilenismos que encontré. Es que realmente tenemos otra manera de nombrar las cosas". Y Élmer Mendoza la lleva al extremo: "Yo apenas sé español".
Las risas provocadas por la boutade del autor de Balas de plata (premio Tusquets de Novela en 2007) preceden al último interrogante que les planteamos antes de levantar la sesión. La actualidad obliga: ¿A qué escritor del ámbito hispánico le darían el Nobel este jueves? En sus respuestas afloran diversos nombres: Fernando del Paso, Carlos Fuentes, Luis Martín Santos... Este último es postulado por Martín Caparrós: "Escribió la mejor novela española del siglo XX, Tiempo de silencio. Algunos me dirán que ya está muerto, pero es que ¿acaso no se lo dan últimamente sólo a autores muertos?". Pero el que más se repite es el de Vargas Llosa. Hay un título suyo ante el que casi todos se descubren. Es Conversación en la catedral . "Sólo por esa novela merece varios nobeles", sostiene Simonetti. La influencia de este libro ha resultado fundamental en algunos casos. Leonardo Padura, por ejemplo, confiesa que cada vez que va a empezar una novela siempre se lo lee. "Es un ritual", remacha. Surge entre entre ellos el cruce de pareceres sobre la importancia de Vargas Llosa en la literatura en español. Es momento de dejarles debatir a su antojo, libres del orden el día, y correr a levantar acta de todo lo dicho.