Image: Ese modo que colma

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Letras

Ese modo que colma

Daniel Sada

29 octubre, 2010 02:00

Daniel Sada. Foto: Domenec Umbert

Anagrama. Barcelona, 2010. 192 páginas, 15 euros

Poco a poco van los lectores descubriendo la interesante escritura de Daniel Sada (Mexicali, México, 1953), autor que en 2008 obtuvo el premio Herralde con su obra Casi nunca. Los once relatos que componen Ese modo que colma tienen, para empezar, la virtud de mantener un alto nivel de conjunto en una colección realmente rica y variada en registros y asuntos. Quizá la única pieza disonante sea el texto inicial, "El gusto por los bailes", relato en verso a imitación de un corrido, un experimento fallido por cuanto tropieza precisamente en el ritmo en el que basaba su gracia. Otra cosa es la lección de ritmo narrativo y gracia que imparte Sada en cada uno de sus textos en prosa, con manierismos y giros propios tan cómicos como eficaces. Así ocurre desde la discusión de pareja y el caos meteorológico de "Un cúmulo de preocupaciones", donde muestra su capacidad para construir textos vivaces repletos de guiños, en los que disfruta indagando acerca de las motivaciones de los actos humanos: el cómico y logrado "Crónica de una necesidad", con su bloque vecinal y la simultaneidad tragicómica de bailes y funerales, resulta un buen ejemplo.

Una gran pieza es "Atrás quedó lo disperso", ingeniosa peripecia de dos amigos y los efectos de un regalo envenenado: un libro de Carlo Emilio Gadda. Aunque si hay en esta colección una exhibición de escritura, se trata del austero y poderoso "Eso va a estallar", historia del cambio de vida de un sanguinario capo que se retira con su personal de servicio a una aislada casa de playa de la Baja California. El sabio goteo de informaciones compone un sólido puzzle, un mundo tan pétreo y sin salida como el que recrea "Un camino siempre recto" o la brutal fiesta de narcos y la lógica macabra de Ese modo que colma, nueva exhibición de manejo del lenguaje. Sugerente resulta también la "fábula moral" de la gringa rica Susan Craggs en "La incidencia". De fondo, en estos relatos, un gran sentido del humor como continuada proclama contra la solemnidad. Y un tema común que rige el libro: la idea del azar y la fortuna que, de un instante a otro, hace cambiar nuestras vidas para bien o para mal.