Lo peor es que muchas de las mejores editoriales (Tusquets, Salamandra, La Esfera, Siruela, Círculo de Lectores...) siguen a la expectativa, y que los precios son excesivos por culpa del IVA. ¿Lo mejor? Según la Federación de Gremios de Editores, en 2012 una de cada tres editoriales ofrecerá más de la mitad de sus novedades en digital.

En plena Feria del Libro, El Cultural toma el pulso a un futuro que ya es una realidad: ¿qué supone hoy, aquí, ahora mismo, el libro electrónico, el ebook, cada vez más presente en nuestra vida cotidiana? Si la industria del libro español mueve cerca de 40.000 millones de euros al año -el 0'7% del Producto Interior Bruto-, y da empleo a más de 30.000 personas, el libro electrónico, según las ultimísimas cifras del Ministerio de Cultura, representó en 2009 un 1'6% de la facturación total, 51'2 millones, y el doble, un 3%, en 2010. En total, en 2010 se digitalizaron 18.221 títulos, lo que supuso un 15'9 por ciento de todas las obras registradas y un crecimiento de un 45'6% respecto al año anterior.

El libro electrónico representó en 2009 un 1'6 por ciento de la facturación total del mercado editorial, y el doble, un 3 por ciento, en 2010

Lejos aún de los números estadounidenses -según la Association of American Publishers, la facturación por venta de ebooks en EE.UU en 2010 rondó los 316'6 millones de euros, más de un 164% de aumento sobre las cifras de 2010-, muchas editoriales españoles (Salamandra, Tusquets, La Esfera, Círculo de Lectores/Galaxia, Ático, Libros del Silencio...) permanecen aún a la expectativa, aunque algunas, como Círculo/Galaxia, estén ultimando acuerdos con Libranda para estar en la red a partir de otoño; Trotta, por ejemplo, piensa aprovechar el año próximo para digitalizar todo su fondo, y Menoscuarto quiere tener este mismo año el 90% de su catálogo en ebook.

Tampoco el número de dispositivos es comparable: en España unos 300.000 lectores disponen de un lector de ebooks, mientras que en EE.UU el número de aparatos y tabletas vendidos supera los 50 millones. Quizá por eso, la Federación de Gremios de Editores apuesta por el futuro, mientras afirma que actualmente “un 75 por ciento de editoriales cuentan ya con un proyecto digital”, y apunta que en 2012 “una de cada cuatro editoriales podría estar comercializando en versión digital más de la mitad de su catálogo, y una de cada tres ofertará más de la mitad de sus novedades en digital”. Existe mercado y existen lectores, aunque los informes del ministerio de Cultura destaquen que España muestra una entrada “ralentizada” del libro digital. Carmen Balcells, por ejemplo, ha reconocido, que “el mercado del libro electrónico está teniendo mucha notoriedad mediática y muy poca en términos de ventas”. Y sabe de lo habla: en todo 2010 los derechos relativos a libros digitales de 32 de sus autores sólo generaron 5.885 euros. Más aún: la principal plataforma española de distribución de libros digitales, Libranda, muestra unos resultados decepcionantes y ha tenido que rebajar sustancialmente sus pretensiones, al punto que los disponibles en la red en marzo apenas han llegado a 4.000.

La principal plataforma española de distribución de libros digitales, Libranda, muestra unos resultados decepcionantes

Desde Libranda, Arantza Larrauri lamenta esa “confusión inicial” hacia su proyecto que levantó una oleada de críticas y recalca su papel como almacén digital o intermediador entre el editor, el librero y el lector.

Optimismo congelado

Cuando el curioso se detiene, sello a sello, en las ofertas digitales, el optimismo inevitablemente se congela. Así, entre 2010 y 2011 el Grupo Planeta ha publicado sólo 675 ebooks “aunque cada mes agregamos 100 títulos nuevos, tanto en ficción como en no ficción”; Alfaguara, 260; RBA, 156; Península y El Aleph, 150; Ediciones B, cerca de 100; Anagrama, 90; Espasa, 51; Destino, 50; Algaida, 50; Trotta, 30; Acantilado, 20, los mismos que Páginas de Espuma... Unas cifras que no mueven precisamente al asombro, aunque no haya editorial que no presuma de estar intentando digitalizar todos sus fondos, y de que sus versiones en papel y en ebook son casi simultáneas. Si Alfaguara confirma que “si disponemos de los derechos digitales, nuestra premisa es publicar todas las novedades en formato ebook”, Península/ El Aleph apuesta por los libros de no-ficción, y RBA confirma que “todo título para el que dispongamos de derechos digitales y cuya conversión a digital no sea excesivamente costosa se selecciona. Hemos ido testando las diferentes colecciones en diferentes plataformas y la experiencia demuestra que lo que más se vende en papel es también lo más vendido en digital”.

Cuando el curioso se detiene, sello a sello, en las ofertas digitales, el optimismo inevitablemente se congela

El problema, en realidad, es que en ocasiones, como apunta Jorge Herralde “el autor ha preferido que el ebook salga unos meses después. Publicamos en ebook todas las novedades de las que nos ceden los derechos”. Otras veces el culpable del retraso o del sobreprecio resulta ser el agente literario (apunta Santos Palazzi, de Planeta) o la oportunidad del lanzamiento (Miguel Ángel Matallanes, de Algaida).

Negociaciones en paralelo

Por todo eso, como resalta Daniel Font, responsable digital del Grupo Planeta, “actualmente la negociación de derechos para un libro se lleva en paralelo con su versión en digital. Tanto autores como editores son conscientes de que el formato electrónico es una realidad y que el no disponer de derechos digitales, hace que el usuario que busca esa obra y no la encuentra en las tiendas, opte por buscarla pirata en internet, con el riesgo de que no la encuentre con la misma calidad”.

En la red se multiplican versiones tan baratas como incomprensibles, por mal traducidas, lo que hace que según Ramón Ribó, director comercial de Ediciones B, la respuesta de los lectores sea todavía “tímida”, debido a “la escasez de la oferta editorial y el pirateo”. Pero si las quejas de los editores son muchas, las de los lectores no se quedan atrás.

Libros y precios

La diferencia de precio entre la versión en papel y la electrónica de un libro oscila en España entre el 30 y el 60 por ciento, dependiendo del editor. Alfaguara, por ejemplo, reconoce que “por contrato” el precio del ebook es el 60-85 por ciento de la versión en papel”; Anaya/ Alianza/Algaida habla de un precio de lanzamiento “que suele ofertarse en torno a un 65-70 % del PVP de la edición escogida para la versión digital”; Páginas de Espuma apuesta por un 70 por ciento de descuento respecto al ejemplar en papel; Acantilado lo rebaja entre un 35 y un 40 por ciento; Ediciones B, un 40 por ciento; Destino, un 30; Anagrama, un 30% menos del precio sin IVA de los libros en edición normal y un 20% menos cuando sale en bolsillo (del precio de bolsillo), aunque -como destaca Herralde- “el problema es que con un IVA del 18% para los ebooks, en la práctica la diferencia de precio es menor”; Seix Barral, un 30 por ciento también... No hay editor que desmienta ese 30 por ciento de descuento, irrelevante cuando el “amigo americano” nos ofrece en Amazon los mismos títulos, pero más baratos.

La diferencia de precio entre la versión en papel y la electrónica de un libro oscila en España entre el 30 y el 60 por ciento, dependiendo del editor

Elena Ramírez, editora de Seix Barral, nos explica que en otros países, “sobre todo en los de precio libre”, salieron con el ebook “en una carrera contrarreloj de competencia y anarquía total. Hoy en día los editores de Estados Unidos han dado marcha atrás y han dejado en aproximadamente 15 dólares el previo del ebook, que es muy cercano al precio español o de otros países de Europa. Encuentras en la red ejemplos de 0 a 5 dólares, pero en todos los casos son libros autoeditados de escaso o nulo interés y venta insignificante. El lector quiere contenidos de calidad, no vale cualquier cosa”.

A fin de cuentas, como destaca Manuel Fernández Cuesta, responsable de Península y El Aleph, “estamos delante de un mercado emergente y tenemos que proteger a los autores. No podemos devaluar el valor de los contenidos por el hecho de ser en formato digital. Estaríamos contradiciéndonos como editores si así lo hiciéramos. Evidentemente evolucionará con el tiempo y los precios de los libros se irán adaptando cuando pasen de novedad a fondo”.

La guerra del IVA

Con todo, el más contundente de todos los editores consultados vuelve a ser Herralde. Para él, el ebook sigue siendo tan caro en España “porque las ventas son mínimas, porque el IVA es muy alto y porque muchas veces los agentes y los autores establecen un precio mínimo por contrato”.

Los datos de Estados Unidos mueven al optimismo: en julio de 2010 Amazon presumió de haber vendido 120 libros electrónicos por cada 100 en papel

O sea, que como subraya José Ángel Zapatero, de Menoscuarto, “no se entiende bien. Es verdad que el proceso de digitalización es aún caro en algunos casos, hay pocas ventas y se quiere rentabilizar demasiado pronto”. Fernández Cuesta, en cambio, incide en el tema del IVA, un 18 por ciento en la versión digital frente al 4 por ciento del papel, aunque, en el camino, desaparezcan distribuidores y libreros: “No podemos devaluar el valor de los contenidos por el hecho de ser en formato digital. Otro tema es el IVA y que en relación a los costes de edición, estos no desaparecen sino que se transforman. Por ejemplo, en digital no imprimimos, pero por otra parte hay una conversión y adaptación de formatos con un coste, así como también una tecnología a tener en cuenta”.

Los datos de facturación, según la mayoría de las editoriales consultadas, son irrelevantes. Como siempre, Herralde da la talla y confiesa que esta temporada, el más descargado ha sido Sunset Park, de Paul Auster, por 130 lectores, y que facturan gracias al ebook “alrededor de 1.000 euros al mes desde enero 2011, antes bastante menos”.

Otros, como los responsables del Grupo Planeta, prefieren no dar datos exactos, aunque deslizan títulos como Riña de gatos, de Eduardo Mendoza, que habría superado las 1.000 descargas, mientras que El tiempo entre costuras, de María Dueñas, El ángel perdido, de Javier Sierra, o Maldito Karma, de David Safier, rondarían las 900, y, por su parte, Emili Rosales, editor de Destino, confirma las 1.000 descargas de Indignaos, de Hessel, otro de los bestsellers en la red. RBA destaca el éxito de Violetas de marzo, de Philip Kerr, con algo más de 400 unidades vendidas este año. ¿Sus cifras? En 2010 vendieron alrededor de 2.000 unidades, facturaron en bruto 19.000 euros y esperan alcanzar en 2011 los 60.000. En cambio, ni Alfaguara, ni Península, ni Planeta se atreven a dar cifras del negocio editorial digital.

Un año digital, cinco en papel

Los datos de Estados Unidos, en cambio, mueven al optimismo: en julio de 2010 Amazon presumió de haber vendido 120 libros electrónicos por cada 100 en papel. Quizá por eso, Elena Ramírez (Seix Barral) apuesta por “un crecimiento progresivo”, con nuevas formas de ventas “como acabamos de hacer con Lágrimas en la lluvia, de Rosa Montero, que puede descargarse con la compra de un determinado lector”, y Emili Rosales (Destino) destaca que “crecerán las descargas de un modo desigual según géneros, tipos de libros...”. Por su parte, Fernández Cuesta se muestra radical: “Un año en el mundo digital corresponde a 5 del papel. Estamos convencidos de que con la llegada de nuevos actores dentro del sector digital en España se transformará de manera más rápida de lo que pensamos”.

¿Imaginan un libro electrónico que se proyecte desde un minúsculo láser e interaccione con el lector, detectando qué pasajes le emocionan?

“Los precios -insisten desde Alfaguara- se irán adecuando a la realidad del mercado y a la de una industria en proceso de fuertes cambios. Se está configurando una nueva cadena de valor, con la entrada de de nuevos jugadores”. También Ramón Ribo (Ed. B) espera llegar a finales de 2011 a los 7.000 ebooks vendidos este año, mientras que un mucho más lírico Juan Casamayor (Páginas de Espuma) apuesta por “un equilibro entre la precaución en el presente y la esperanza en el futuro”.

El libro futuro

Uno de los grandes gurús de los ebooks, Kevin Reilly, fundador de Wired, acaba de publicar un artículo de gran repercusión donde vaticina el futuro del libro en veinte años. Y sus predicciones son asombrosas. Por un lado están las técnicas: ¿se imaginan un libro electrónico en papel flexible, que se despliegue como un origami o que se proyecte desde un minúsculo láser?

La pantalla interaccionaría con el lector y detectaría qué pasajes le emocionan más, para destacarlos automáticamente. La consideración del libro como algo que fluye de pantalla en pantalla, hipervinculado con todos los demás, y no como un texto único contenido entre dos tapas, aboliría su compra y almacenamiento. El modelo sería una sola biblioteca universal interconectada, un Spotify de lecturas para cuyo acceso se podrá pagar una cuota mensual.