Image: La directora del Goethe Institut recuerda a los editores las ayudas a la traducción que ofrece la institución

Image: La directora del Goethe Institut recuerda a los editores las ayudas a la traducción que ofrece la institución

Letras

La directora del Goethe Institut recuerda a los editores las ayudas a la traducción que ofrece la institución

Margareta Hauschild ha sido una de las maestras de ceremonia de la Feria del Libro de Madrid, cuya última edición, que cierra este domingo, ha estado dedicada a Alemania

10 junio, 2011 02:00

Margareta Hauschild, en el centro, junto a la infanta Elena, el día de la inauguración de la Feria. Foto: El Mundo

Margareta Hauschild lleva unas semanas de la Ceca a la Meca rompiendo con el estereotipo de puntualidad prusiana del que hacen gala sus compatriotas. La directora del Goethe Institut de Madrid ha sido una de las maestras de ceremonias de la Feria del Libro de Madrid, dedicada en esta edición a las letras alemanas. Ella es también la responsable de la ambiciosa programación que despliega el centro a lo largo del año en la capital. Una acción lenta y laboriosa, dirigida a estrechar lazos culturales entre ambos países, que asuntos como el brote infeccioso de E.coli achacado erróneamente a los "pepinos españoles" ha dañado en pocos días.

Su balance de la Feria es positivo, su objetivo era presentar la literatura alemana actual como "una literatura diversa y dinámica" y cree que lo han conseguido. Dice que han venido editores alemanes, aunque no tiene noticias de que se hayan producido acuerdos con los españoles: "A diferencia de lo que es la Feria de Frankfurt, destinada explícitamente a los acuerdos y venta de licencias entre editoriales internacionales, la Feria en Madrid está destinada al público, a que los lectores puedan escoger entre todas las novedades. Desde luego también estamos muy interesados en que surjan acuerdos entre editoriales y escritores, especialmente cuando los escritores no están actualmente traducidos al español como es el caso de Volker Braun, o cuyos libros ya están descatalogados, como le ocurre a Kathrin Schmidt", señala. Y recuerda que el Goethe-Institut tiene un programa de ayudas a la traducción, "que se encuentra fácilmente en nuestra página web, y que se dirige especialmente a editoriales que desean publicar traducciones del alemán".

Hauchild dirige el Goethe Institut de Madrid desde 2009. Antes estuvo ocho años y medio en Bruselas, como delegada para asuntos europeos y directora del Goethe. No es habitual pasar tanto tiempo en un destino, "lo normal son cinco años·, asegura ella, "pero aquel trabajo así me lo exigió", pues tuvo la responsabilidad de diseñar el programa cultural de la presidencia alemana de la UE en 2007. Sin embargo, hacía tiempo que quería venir a Madrid, habla español como tercera lengua porque hizo sus estudios de Filología en la Complutense y le encanta la ciudad. "Para mí tiene muchos más incentivos que Bruselas, tiene una vida cultural más intensa".

A esta parlanchina mujer le encanta viajar y conocer mundo. Vinculada laboralmente al Goethe Institut desde 1982, ha vivido gracias a su trabajo en otros destinos como Estados Unidos. Desde un punto de vista técnico, cree que no difiere mucho dirigir un centro aquí o allá. "Hay que aprenderse las leyes laborales de cada país y adaptarnos a ellas, pues dirigimos equipos. Pero la institución se gestiona igual en todo el mundo. Lo que cambia es la identidad cultural y cuando cambio de país intento bañarme en su lengua y su cultura, entrar lo más posible en ella. Porque el orgullo de cada estado está precisamente en su cultura, en su lengua y en sus tradiciones, y es imprescindible entrar en ellas", explica.

Dice que quiere que el Goethe Institut de Madrid "sea una pequeña Alemania en la ciudad". Además de los cursos en alemán, organizan muchas actividades e, incluso, en la cafetería se ofrece a diario un plato de la gastronomía del país. El auditorio para 200 personas del centro programa habitualmente actividades literarias, musicales, teatrales o de debate, siempre en colaboración con otras instituciones. "Mientras que las grandes exposiciones preferimos sacarlas de aquí, organizarlas en museos de la ciudad".

Esta lenta y exigente labor encuentra sus obstáculos, claro, como el asunto de la infección de e.coli achacada inicialmente a los pepinos españoles y que ha arruinado la agricultura de nuestro país. "Realmente es una vergüenza", dice indignada, "pero en Alemania la culpable de esta situación es la prensa sensacionalista, que es la que inicialmente se inventó esa tontería de los pepinos. Aquí se nos plantea el dilema de los límites de la libertad de expresión. Estoy muy triste de que haya ocurrido esto porque crea un recelo entre los españoles hacia nosotros y lo entiendo perfectamente".

Respecto a los estudiantes que acoge el centro, la cifra fluctúa aunque en los últimos años se ha incrementado. Durante este curso escolar han pasado 1800 estudiantes, jóvenes entre 16 y 30 años, en un 85 por ciento, estudiantes. "Las actividades que organizamos no están diseñadas para los estudiantes, sino que las disfruta un grupo poco homogéneo, gente que ni siquiera estudia alemán. Nosotros pretendemos ser una casa muy abierta y suscitar el interés en gente que disfruta con la cultura.