Tropo. Zaragoza, 2011. 186 pp, 17 euros.

El nombre de Guillermo Busutil (Granada, 1961) aparece una y otra vez del lado de los que más y mejor cuentan en castellano: Los laberintos invisibles, Confesiones de un criminal, Moleskine, … son sólo algunos de los volúmenes de cuentos que le han conducido a la posición admirable que destacamos. Posición que no es fácil de mantener sin rendirse a otros modos y pautas convencionales, pero Busutil lo ha logrado hasta ahora, siempre con merecida atención crítica, y lo confirma una vez más con este último título, Vidas prometidas: trece relatos intercalados con asombrosos ¡¿microrrelatos?! y un epílogo mínimo que declara las intenciones de un narrador que no disimula su identidad. "No soy un gato pero he conocido muchas vidas, […], vidas imaginarias, odiseas de vidas y vidas que me contaron. Cada una era la historia de una vida prometida".



¿Cómo dispone de esas vidas? Siempre desde el lado del relato literario: el que toma su material de realidades que explora y recrea el dominio de la palabra. El que, en palabras de Marsé, caligrafía los sueños. Lo expresa como ninguno "La siesta de Odiseo", dominado por una voz que regresa a los calurosos veranos de la infancia, a la reconfortante soledad de aquel tiempo en el que aprendió en la ficción otros modos de "ser otro"; veranos conducidos por los relatos del abuelo narrando la vida como un viaje con dirección a uno mismo. Pero se puede empezar por el primero, "Estrella sin ley", y entrar de lleno en la intensidad de su naturalidad constructiva al alternar la narración del deseo de un niño de marcar un gol en un partido trascendental para él con su admiración por lo aprendido en las novelas del oeste, donde descubrió el valor, la lealtad, la unión del grupo.



A partir de su lectura es imposible no asomarse al resto sin admirar la expresividad de todos sus matices, la destreza con que articula el presente de sus personajes, atrincherados por la presión debida a la suma de sus respectivos pasados y las ambiciones que les empujan hacia el futuro. Son vidas reales, hechas de verdades y mentiras, de memoria y ensueños, de deseos sin abrigo.



Viven acorraladas por los fantasmas de la realidad actual: el paro, el acoso y la envidia en el mundo laboral, la difícil conciliación laboral y familiar, la ambición de poder. A veces se paran a hacer balance, y cambian de sentido; a veces la vida se esconde tras un par de zapatos con historia; en alguna ocasión el deseo viaja en autobús y logra darle la vuelta al amor en un día de lluvia. Este último, "Un paraguas amarillo", sirve de gratificante cierre a tantas razones a favor de su lectura.