Un fotograma de El niño de la bicicleta, que los hermanos Dardenne han presentado en la Seminci.
La trayectoria de los hermanos Dardenne se escribe con letras de oro en la historia del cine europeo. Jean Pierre y Luc son los hacedores de películas sensacionales como Rosetta, El hijo, El niño y El silencio de Lorna. Sus numerosos fans saben que sus filmes hablarán sobre personajes de clase baja sometidos a angustiosas turbulencias y rocambolescos problemas en los que se juegan literalmente la vida. El cine de los Dardenne cala en los huesos y abre una impagable ventana a ese submundo de delincuentes, buscavidas, inmigrantes ilegales y todo tipo de miserias que ellos captan con un profundo humanismo. Con su último filme, El niño de la bicicleta, los belgas son al mismo tiempo terriblemente fieles a sí mismos y originales. No en vano, esta es su película más luminosa y optimista aunque, por supuesto, hasta llegar a esa conclusión esperanzadora suceden las mil y una tragedias y desgracias.La película cuenta la historia de Cyril, un chaval de 13 años que vive en un centro para niños desamparados y que busca desesperadamente a su padre, muy poco interesado en ocuparse de su hijo. Mientras, aparece un hada madrina (Cécil de France), una peluquera con un corazón de oro dispuesta a sacrificar sus relaciones personales con tal de salvar del abismo a ese niño hiperactivo y desolado al que se le presentan constantemente los peligros y amenazas de la delincuencia. Hay música, hay sol y hay buenos sentimientos en una película en la que volvemos a ver a un personaje terriblemente marcado por una orfandad dolorosa que lo aboca a los males del mundo. Los propios cineastas han viajado hasta Valladolid para presentar una película que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y que engrandece su leyenda. Se estrena en España este viernes.
La polaca Agnieszka Holland saltó a la celebridad mundial con Europa, Europa (1992), la odisea de un chaval judío que se hace pasar por nazi como forma de salvar la vida. Desde entonces, ha desarrollado una carrera irregular que incluye algunos buenos filmes como Washington Square y su colaboración con series de renombre como Treme o The Wire. Hoy ha presentado en Valladolid In Darkness, en la que regresa a los tiempos del nazismo para contar la odisea de unos judios que tratan de escapar del infierno del gueto de Varsovia a través de los túneles del alcantarillado. Con un estilo áspero y duro, que no rehuye los aspectos más sórdidos de la vida en el subsuelo, el filme aborda la tragedia del Holocausto aportando un punto de esperanza a través de la figura de Soha, un personaje de los bajos fondos de Varsovia que ayuda a miles de personas a huir de una muerte segura. La película, de dos horas y media, ha arrancado aplausos y puede devolver a la cineasta a la primera línea del cine mundial.