Image: Cuando The Wire sucedió a Moby Dick en el trono de la narrativa norteamericana

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Cuando The Wire sucedió a Moby Dick en el trono de la narrativa norteamericana

Casa América analiza en un ciclo el auge de las series | Elcultural.es aborda el fenómeno en un encuentro con sus participantes: Martín Caparrós, Jorge Carrión, Ezequiel Martínez y Cristián Alarcón

24 noviembre, 2011 01:00

Martín Caparrós, Jorge Carrión, Ezequiel Martínez y Cristián Alarcón.


El fervor por la series de teleficción no deja de crecer. Siempre han sido muy populares, pero el nivel de seguimiento, tan masivo, como se da en la actualidad, no tiene precedentes. Hay algunas que si no las has visto puedes llegar a sentirte un desplazado, una especie de bicho raro entre los tuyos. The Wire, Los Soprano, Breaking Bad, Boardwalk Empire, Mad Men, True Blood... Éstas son algunas de las que suelen ser orladas con el adjetivo de imprescindibles. Casa América, en su ciclo La literatura en las cosas, dedica un apartado especial a este fenómeno. Elcultural.es aprovecha la ocasión para analizarlo con alguno de los participantes. Martín Caparrós, Ezequiel Martínez, Jorge Carrión y Cristián Alarcón se sientan en la misma mesa de uno de los fríos salones del Palacio de Linares. El cruce de ideas, por suerte, consigue caldear la estancia.

Martín Caparrós, reciente ganador del Premio Herralde de Novela con Los living, cree que las series han redefinido los géneros: "Antes pensábamos que las películas eran la transposición en imágenes de las grandes novelas. Pero con las series hemos comprobado que lo que transponen, en realidad, son los relatos. La gran novela, su largo aliento, la multitud de personajes que entran y salen, la recreación detallada de ambientes, está en las series". De hecho, una de las preguntas clave que se plantea en estas jornadas es si las series han sustituido a la gran novela norteamericana. El grado de complejidad de sus tramas, sus ambiciosas y complejas arquitecturas narrativas y su minuciosidad en el retrato de diversas parcelas de la realidad hacen pertinente la cuestión.

Para Jorge Carrión, autor del ensayo Teleshakespeare (un título que enuncia, ya de entrada, sus conclusiones), considera que, en parte, esto es así. Pero sólo en parte: "Puede decirse que las series ocupan hoy el espacio que el teatro de Shakespeare ocupaba en la época isabelina o la novela dickensiana en la victoriana. Aunque no podemos hablar de una sustitución completa. En el lugar de la gran novela norteamericana, hoy está el cómic, las películas, las series y, también, la propia novela. Todos estos géneros compiten por copar ese terreno". Carrión afirma que este periodo de exaltación de las series, que se remonta sólo cinco o seis años atrás, ya tiene sus clásicos. "The Wire me parece perfecta. Es algo que compruebas una vez terminada, cuando ves que todos los temas que ha tocado, todos los personajes y sus avatares, convergen en unas simetrías propias de las obras maestras".

En el caso del escritor argentino Cristián Alarcón ver The Wire fue "un shock". Es normal en alguien que ha consagrado gran parte de su carrera periodística y literaria a trasladar al folio lo que se cuece en las calles más conflictivas de las grandes urbes de Hispanoamérica. "David Simon ha hecho una especie de etnografía de Baltimore. En la serie todos los muertos tienen su propia historia, justo lo contrario de lo que que leemos en los diarios: en sus páginas hay demasiados muertos sin historia". En su opinión, Simon ha colocado a todos los cronistas de los bajos fondos de las ciudades "en otro nivel de responsabilidad": "ahora ya no basta con saber quién es el malo".

Martín Caparrós escucha las continuas alusiones a la serie ideada por el reportero del Baltimore Sun y decide poner un toque provocativo en la conversación (se agradece): "Yo ya estoy harto de la gente que cita The Wire, de mí también. Creo que hay que empezar a citar otras cosas". Y saca a relucir su panoplia de gustos en el ámbito de la teleficción. No son pocos; el autor argentino parece que le dedica su tiempo a ver series. "El ala oeste la he visto tres veces. Consigue cierta verosimilitud sobre cómo sería el poder si estuviera dirigido por una serie de boy scouts de la caridad, aun así tenía un gran savoir faire y a veces me enternecía su idealismo". Breaking Bad la dejó a los tres o cuatro capítulos ("una vez planteada la trama, me dejó de interesar"). Y The Shield y 24 le encantaron por la paradoja que crearon en su conciencia: "Consiguen ponerte del lado de tipos repugnantes, como policías corruptos que explotan mujeres y torturan a sus enemigos".

Ezequiel Martínez, director de Ñ, el suplemento cultural de Clarín, e hijo de Tomás Eloy Martínez, legendario cronista del peronismo (será homenajeado este viernes en este mismo ciclo), mira la comparación entre series y novela con desconfianza, y la deja apuntada: "Me parece injusta, porque detrás de las primeras hay un enorme equipo trabajando, muchos cerebros, por eso sus resultados son tan fascinantes, superiores incluso técnicamente al cine. En cambio en una novela la escribe un tipo solo encerrado en su casa". No le falta razón.