'Tribus, armas, petróleo', en el corazón del laberinto libio
Desde la invasión italiana hasta la tiranía de Gadafi, el país ha sido asentado en un cimientos frágiles ahora colapsados
20 diciembre, 2011 01:00Imagen de la guerra civil vivida en Libia.
Los lectores de 'Armas, tribus y petróleo' encontrarán en las siguientes páginas informaciones y análisis abundantes y documentados para hacerse una composición de lugar sobre las extraordinarias dificultades de la construcción nacional democrática en Libia. Este país nació, de hecho, con la invasión italiana de 1911-1912; fue proclamado Estado independiente, con el rey Idris Sanusi como jefe de Estado, en 1951, y comenzó a ser conocido mundialmente tras el golpe de Estado de 1969, que derrocó a Idris y llevó al poder al coronel Gadafi, y, aún más, cuando el petróleo de la zona le permitió a este sus extravagancias y su patrocinio de actividades terroristas. A continuación les ofrecemos un fragmento del libro, en el que se enuncian las conclusiones del estudio.Occidente debe tener muy en cuenta el importante papel de las tribus en Oriente Próximo y Norte de África a la hora de tomar decisiones políticas, puesto que estas implican derivaciones clave para las etnias y tribus regionales.
Los movimientos militares occidentales poco hacen por proteger las instalaciones petrolíferas y de gas del país. Se sabe que en la primavera de 2011 el régimen libio bombardeó las instalaciones de exportación de crudo en zona rebelde. Consta la ocupación de sectores energéticos por determinadas tribus. La táctica empleada por la coalición internacional en la ejecución de su "zona de exclusión aérea" es un error estratégico al realizar un gran gasto militar europeo en medio de una época de crisis económica mundial. Si no se controlan, "indirectamente", un pivote energético estaría en manos desconocidas sino "volátiles"; los acontecimientos prueban que el coronel intenta pactos con tribus que incluso se rebelaron parcialmente al inicio de la contienda.
Los países del BRIC se pueden reunir y llegar a acuerdos, pero hay divergencia de intereses y falta de un líder de grupo admitido por los otros. Pero sí todavía no se han reunido los países del BRIC es por ciertas disensiones de forma debido a la interpretación del futuro de Libia, y es algo que la coalición internacional contra el coronel Gadafi debe tener en cuenta a su favor. Existe disensión en la OTAN, pero también la hay en el seno del BRIC.
Se supone que hay problema en Libia de acceso a agua por parte de tribus que manejan animales de especies diferentes. A pesar del descenso de pastoreo nómada desde los años sesenta en Libia179, cuando la actividad primaria pasa a ser el petróleo. Luego el problema podría haber explotado antes por tensiones entre tribus pastoriles, pero explota aparentemente como onda expansiva de "revoluciones" triunfales en Túnez y Egipto. Una tribu con problemas, auténticos o ficticios, de suministro (de beneficios del petróleo o agua per se) a pesar de vivir parcialmente en medio urbano es una olla a presión fácilmente manipulable por grupos de individuos o meros acontecimientos vecinos. El mismo Gadafi, que fue caracterizado por los occidentales como un maestro en conseguir mantener equilibrios de poder, demostró sin embargo que se equivocó en el trato continuo dado a las tribus y habitantes del este del país; fue un error de cálculo, quizás matizado por un menosprecio personal a una zona del país que nunca lo tuvo en ninguna estima, pero donde se concentra una buena parte de las refinerías de crudo. Se daban pues en la primavera de 2011 mecanismos y bases para una posible secesión de Libia en una Tripolitana y una Cirenaica.
La correlación entre comunidades tribales y revolución popular en Libia implica tanto sus aspectos históricos (desde 1969 hasta hoy), como políticos, y de la cual hemos propuesto en el presente ensayo una especie de introducción sistemática. En este y un ulterior estudio se deben tener en cuenta factores como: los más de cuarenta años de influencia del "gadafismo" en la estructura sociocultural de Libia (tanto en su aspecto ideológico como pragmático); en contraposición con las demandas económicas, y políticas, de las comunidades tribales, insertas en un agudo proceso de sedentarización y modernización paulatina, dentro de un contexto transnacional de cambios institucionales profundos y de influencias e intereses estratégicos mundiales sobre determinados recursos.
A lo largo de este trabajo hemos propuesto considerar tan solo tres aspectos básicos a la hora de entender el actual tablero de ajedrez libio: el papel central de las comunidades tribales en la configuración de los nuevos escenarios políticos, el papel de los Aliados en su relación con la realidad tribal del país y la postura de los países vecinos y de las potencias internacionales. Este cuadro solo podrá completarse en el momento en que estas variables geopolíticas se complementen, dentro de un estudio mayor, con las variables sociológicas de mayor impacto en el actual cambio de coyuntura histórica: el papel de la juventud y de las mujeres en las revueltas, de los medios de comunicación on line, y de las diversas ideologías en conflicto (tribalismo conservador, islamismo moderado y radical, gadafismo, secularismo, entre otras expresiones).
La conclusión central de la presente indagación es que la resolución del actual conflicto libio depende en gran medida de variables que no están siendo consideradas por los principales actores políticos y militares en el conflicto como son las de etnia, clase, identidad grupal, identidad tribal y auto-representación colectiva. En este sentido, se trata de una primera aproximación al tema, que debe ser tratado exhaustivamente en la medida en que evolucionen los acontecimientos.
En realidad, la apuesta occidental a la revuelta libia no muestra una estrategia militar clara a grandes rasgos, sino que se inserta dentro de una lucha de poder de líderes que hacen frente a la opinión pública de sus respectivos países (inquieta por escándalos políticos y una aguda crisis económica) en medio de un conflicto árabe que no tiende a democratizarse a corto plazo, cercado por disímiles problemas étnicos, religiosos y económicos.
El hecho de que en los primeros días del conflicto muchas unidades del ejército del régimen desertaran y cambiasen de bando, del este del país, apoya el sustrato tribal del levantamiento.
Por otra parte, el relativo lento avance militar rebelde (que no hubiese sido mayor si no hubiesen existido los bombardeos, sea dicho) se debe en buena parte, creemos, a una falta de coordinación de las tribus rebeldes, debido a objetivos contrapuestos. Pero se demuestra que los bombardeos no son decisivos para el control rebelde en la exportación de crudo. Además demasiada prolongación en el tiempo de la zona de exclusión aérea hace pensar dentro de la mentalidad musulmana (Gadafi incluido) que Occidente no es muy poderoso.
Las declaraciones de los gobiernos occidentales envueltos en la acción militar, que emplea términos como "introducción de la democracia" o "reconciliación nacional"180 no solo parecen una utopía sino, a tenor de la situación de intervenciones recientes occidentales en países musulmanes (Afganistán e Iraq), absolutamente lejos de la realidad.
Democracia no es necesariamente un concepto adaptable o asimilable al de comunidad tribal. Si Occidente realmente quiere incluir "efectos democratizadores" dentro de las tribus, deberían ser negociados por auténticos conocedores occidentales del sistema tribal en el mundo musulmán, y los elementos a negociar deben ser interpretados como mejoras para la tribu dada, no como amenazas a su sistema tribal, como realmente percibe la población media del mundo musulmán, sea tribal o no, árabe o no, pero en suma con una sociedad o familia que en el menor de los casos tiene ecos de la sociedad dividida en clanes familiares.
Quien quiera tener éxito y voz y palabra en la revuelta, creemos que debería pactar en primer lugar con la antigua familia real y tribus afines al oriente del país, abogar por una Cirenaica fuerte y tomar el control de las tribus del desierto con otra serie de pactos. Por ello, tras este análisis no defendemos la presencia de tropas extranjeras sobre el suelo libio; la batalla de Derna (1805), con los Marines de época napoleónica, ofrece un buen ejemplo de cómo gestionar una guerra convencional en suelo musulmán.
Además se tiene que ganar más fervor actuando como un mediador de mayor contundencia en las otras revueltas y crisis habidas en los países con mayoría musulmana árabe de Magreb y el Mashreq.
En términos de los Ministerios de Defensa occidentales y jerga militar, la guerra civil en Libia (e incluso otras intervenciones occidentales en Oriente) son un hecho curioso; pues si bien en las nuevas teorías sobre estrategia militar, se entiende la guerra "pos-heroica"181 (no podía ser menos en un Occidente de corrección política) pero en el mundo musulmán sigue siendo respetado aquel líder que con pocos medios y su astucia e inteligencia logra derrotar a un adversario más numeroso. Llamativo, porque estamos ante sociedades en las cuales el número y la cantidad son elementos reiterativos. Hay divergencia en la mentalidad militar de un Occidente con otro concepto más tecnológico y escaso conocimiento previo del "terreno humano" de la guerra mientras que en el mundo musulmán existe aún la mentalidad de la guerra tradicional "heroica".
No uno, sino varios son los factores que determinan el nacimiento de las revueltas y posterior guerra civil en Libia: corrupción hasta un límite no tolerable, fuerte descontento de los jóvenes, contagio de las revueltas (triunfantes) en el mundo árabe, transmisión de la información global a nivel informático y televisivo, desigualdades socioeconómicas en el país y la unión de varias tribus contra el régimen.
En resumen, nuestra conclusión es que en Libia se libra un conflicto de varias dimensiones sociopolíticas y económicas, pero en el que los factores determinantes de resolución del mismo -las categorías étnicas y de organización tribal- escapan a la comprensión de los actores foráneos en juego, pero que son determinantes para los actores locales, hasta el punto de que sobre estos factores se decide la pervivencia o no del régimen de Gadafi. Como punto final, y a manera de resumen, vemos en Libia nuevamente la confirmación de que la mejor proyección de geoestratégica siempre falla allí donde no se han tenido en cuenta los más pequeños detalles de la complejidad social y cultural de los pueblos.
Ni siquiera en los tiempos del inicio de la guerra de Iraq, la continua mención de "motivos económicos" había formado parte tan evidente del discurso y la praxis de cada uno de los bandos en conflicto. Estamos evidenciando una nueva fase de los conflictos bélicos, en la que el sistema de los tradicionalmente semi-ocultos intereses económicos se desvela con toda su franqueza y materialidad: ya nadie niega que el objetivo final es el petróleo. [...]