María Zambrano. Foto: Carlos Miralles.

María Zambrano definió a su obra como "los restos de un naufragio". Sus escritos, según esta perspectiva, pueden considerarse como pecios que salen a flote tras el hundimiento de su embarcación en los mares más diversos. La singladura existencial de la filósofa malagueña fue prolongada y tocó demasiados puertos. El trauma del exilio, que la llevó a México, Puerto Rico, Cuba, Italia y Francia, le dio pocas oportunidades para asentar su pensamiento en libros definitivos, pulidos por una labor de edición acorde a su importancia y con un desarrollo exhaustivo y compacto de sus propósitos originales.



Este devenir errabundo otorga especial interés al proyecto de publicar sus Obras completas (seis tomos en total) en que se ha embarcado la editorial Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. El primer hito de esta iniciativa ya está al alcance de lectores e investigadores de Zambrano. Es el tomo III de la colección, un volumen crucial porque contiene El hombre y lo divino, la cima de su pensamiento filosófico, que vio la luz en 1955 por primera vez y, casi dos décadas después, en 1973, salió una nueva versión ampliada que incorporaba dos textos más. "Yo defino este libro con el oxímorom imán irradiante. Si hubiera que dar un nombre a toda su obra habría que llamarla así: El hombre y lo divino", explica Jesús Moreno, director del equipo que ha amalgamado y organizado el vasto material escrito que dejó tras su muerte en 1991 la pensadora de Vélez. En ese grupo de estudio han participado Sebastián Fenoy, María Luisa Maillard, Fernando Muñoz Vitoria y Virgina Trueba.



Entre las dos ediciones de este libro esencial, María Zambrano, Premio Cervantes en 1988, fue decantando a través de artículos y nuevos ensayos el concepto más llamativo y característico de su pensamiento: la razón poética. "Se dio cuenta de que el hombre no podía explicarse sólo a través de la historia, que no era suficiente: había que escarbar en el alma. Ella siempre intentó adentrarse en esa espesura". En su espiritualidad estuvo, de hecho, el motivo de su traumática separación intelectual de Ortega y Gasset, su profesor en la universidad. El volumen III engloba lo publicado durante esa época: aparte de El hombre y lo divino, están Persona y democracia; La España de Galdós; España, sueño y verdad; Los sueños y el tiempo; El sueño creador; y La tumba de Antígona.



El filósofo Javier Gomá cree que esta edición de las obras completas de Zambrano incorpora "un plus" de esfuerzo sobre las ya de por sí "magníficas de otras figuras clave de nuestra política y pensamiento como Ortega y Gasset y Azaña". "El aparato crítico es imponente, con cientos de páginas que introducen cada una de las obras. Espero que esta edición modélica se complete pronto para beneficio de todos los interesados en la obra de Zambrano". El próximo paso es la publicación del tomo II, compuesto por escritos autobiográficos (muchos inéditos) firmados por la filósofa entre 1928 y 1950. "A algunos se les abrirán las carnes cuando se enteren que rezaba todos los días al espíritu santo". Es el aviso para navegantes de Jesús Moreno, muy consciente del carácter controvertido de la veta espirualista en la filosofía de Zambrano.



Para el teólogo, Agustín Andreu, amigo de Zambrano desde que era "un estudiantillo" en Roma, estas obras completas suponen "un descomunal y quijotesco esfuerzo". "A Europa y España le hacía falta este pensamiento que une la poesía a la civilización occidental, un pensamiento que reposa en el Caribe y en el Mediterráneo". Andreu destaca también la pasión por España que rezuma su quehacer especulativo. "Esa pasión es necesaria que llegue a las universidades, porque lleva ausente dos o tres generaciones, y ahora España no se entiende en su sentido más profundo".



En la presentación organizada por el Círculo de Lectores en su sede madrileña, ha estado presente también el alcalde de Vélez, el pueblo natal de la pensadora. Francisco Delgado ha aprovechado la ocasión para anunciar dos nuevas iniciativas relacionadas con María Zambrano. Por una parte, la creación en la villa de la que ha denominado "la ciudad del pensamiento" y, por otro, la institución de un premio con su nombre destinado a galardonar a aquellas instituciones que se signifiquen "en el fomento y el desarrollo de la igualdad".