Félix J. Palma
Los derechos de publicación de la obra fueron adquiridos en 25 países y en la primera semana de venta en Estados Unidos se colocó en la lista de los más vendidos del New York Times. Con la inercia de su éxito internacional, Palma presenta ahora El mapa del cielo (Plaza & Janés), la segunda parte de su homenaje a Wells, inspirada esta vez en La guerra de los mundos. "Durante la promoción de El mapa del tiempo me di cuenta de que por azar había inventado una fórmula que podía aplicarse a otras novelas de Wells y que los personajes daban mucho más de sí". De este modo, Palma sitúa a Wells en esta entrega en la tesitura de ver cómo la invasión marciana que relataba en su obra se hace realidad. Aunque ambas novelas, como es lógico, tienen muchos nexos en común, el escritor gaditano asegura que pueden leerse de manera independiente, ya que el narrador apunta en la segunda parte los hechos que el lector necesita saber de la primera. "De hecho, en mi Facebook estoy recomendando empezar por ésta", subraya.
Esta voz narrativa que proporciona al lector recién llegado las pistas necesarias para que no se pierda, es la misma que le escamotea información, que salta en el tiempo y el espacio según se le antoje -y se regodea por ello-. "Es un homenaje al narrador victoriano. Es como un prestidigitador, un ilusionista". En definitiva, una herramienta eficaz para hilvanar una trama compleja poblada de paradojas temporales y universos paralelos que se desarrolla a lo largo de 744 páginas. Pero el componente fantástico es casi una excusa para abordar el tema más universal de todos: una historia de amor. "Los viajes en el tiempo o la visita de seres del espacio quedan en un segundo plano".
El estigma de las etiquetas
Palma abraza la etiqueta "bestseller" de buen grado pero con ciertos reparos: "Mi literatura es eminentemente lúdica, apuesto por la trama y la peripecia, pero a diferencia de muchos autores de bestsellers, intento que la prosa tenga valor en sí misma, que no sea una mera herramienta de transmisión del relato". El espejo en el que se mira son, además de Wells o Verne, contemporáneos de éstos como Dumas, Salgari o Stevenson. "Todos ellos practicaron una literatura popular culta. Se dirigían a un nuevo tipo de lector burgués que demandaba aventuras, pero no le tomaban por tonto. En definitiva, hay dos tipos de escritores: los que hacen pensar y los que hacen soñar. Yo me considero dentro del segundo grupo".Junto a Wells, la otra gran influencia literaria de Palma es Julio Cortázar: "Marcó un punto de inflexión en mi vida de escritor, me di cuenta de que existía una fantasia menos estridente que la que yo practicaba, en la que el elemento fantástico irrumpe como contrapunto a la realidad cotidiana".
Retomando el peliagudo asunto de las etiquetas, el autor de El mapa del cielo lamenta también el rechazo que suele causar la de "ciencia ficción": "Vivimos en un país que tiene prejuicios hacia las etiquetas, no hacia la temática. Si vas a la parte de literatura fantástica de cualquier librería, verás mil novelas sobre viajes en el tiempo, pero muchos lectores nunca buscarán ahí. En cambio, si sacas esa novela de la colección de fantasía de turno y la metes en cualquier editorial generalista, la gente la disfrutará sin cuestionarse el género".
El mapa del cielo se espera con expectación en los países que han devorado ya El mapa del tiempo. Los primeros en catar su continuación serán Italia, en mayo, Alemania, en julio, y Estados Unidos, en septiembre. De momento, Palma ya le va dando vueltas a la obra que cerrará la trilogía, inspirada en El hombre invisible, de H.G. Wells, por supuesto. Mientras hace cábalas sobre la posible fecha de publicación de esta tercera parte, en 2014, llama la atención la visible naturalidad con la que ha asumido su nueva condición de estrella literaria: "El éxito en el mundo editorial va despacio, así que tienes tiempo para digerirlo de sobra. Aunque esto ha superado todas mis expectativas, ya tenía diez años de trayectoria a mis espaldas, y eso me ha permitido mantener la cabeza fría". Y ríe al recordar lo que le decían los miembros del jurado cuando ganaba sus primeros certámenes: "¿Sabes quién ha ganado este premio? Juan Manuel de Prada. ¡Y míralo, ahora ha ganado el Planeta!". Quizás a partir de ahora le pongan a él como ejemplo.