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La viuda del escritor mexicano Carlos Fuentes, Silvia Lemus, confirmó hoy que las cenizas del autor de Aura reposarán en el cementerio Montparnasse de París junto a sus hijos fallecidos, Carlos y Natasha, como él quería. Personalidades de la cultura y la política, entre ellas el presidente mexicano Felipe Calderón, acudieron el pasado miércoles a la casa del escritor en el barrio de San Jerónimo, en el sur de la capital. Por allí pasaron autores como el poeta y filósofo Ramón Xirau o el escritor Ignacio Solares. Tras el velatorio privado, su cuerpo fue trasladado al Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, donde se celebró un acto de homenaje. Después de participar en el citado homenaje de cuerpo presente, Lemus dijo que París fue una ciudad importante para ellos porque ahí compartieron su primer año como pareja.



La periodista y el escritor mexicano, que murió el martes a los 83 años de una hemorragia masiva, se casaron en 1973 en la capital francesa, donde también nació su hijo Carlos. Después de pasar un año en Estados Unidos, Fuentes regresó a París como embajador de México en Francia entre 1975 y 1977. El autor de El espejo enterrado había dicho en Buenos Aires poco antes de morir que tenía lista la tumba en el cementerio de Montparnasse, donde descansan figuras como Julio Cortázar, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir o Samuel Beckett.



"Tengo un monumento muy bonito esperándome", dijo a la prensa argentina durante su visita para la Feria Internacional del Libro. "Se acerca el momento de ir a ocuparlo". En las redes sociales circulan imágenes de una lápida blanca con el nombre de Carlos Fuentes y su año de nacimiento (1928), para completarlo con la fecha de su muerte. Debajo aparece el nombre de Silvia Lemus, nacida en 1945, y luego, con los años de nacimiento y muerte, Carlos Fuentes Lemus (1973-1999) y Natasha Fuentes-Lemus (1974-2005).



El hijo de Fuentes, que era hemofílico, murió a los 25 años, mientras que su hija fue encontrada sin vida a los 30 en una calle del barrio de Tepito de Ciudad de México. Su muerte al parecer se debió a problemas de droga. A Fuentes le sobrevive su hija, Cecilia, nacida en 1962, fruto de un primer matrimonio, con la actriz Rita Macedo.



Novelas inéditas

Por su parte, la editorial Alfaguara ha anunciado que publicará en los próximos meses Federico en su balcón y Personas, los nuevos títulos de Carlos Fuentes. Personas, que se publicará el próximo 4 de julio en España, es un libro de memorias, en el que el autor retrata diferentes personajes que influyeron en su vida y en su obra, entre los que se encuentran Luis Buñuel, François Mitterrand, André Malraux, Pablo Neruda, Julio Cortázar o Arthur Miller.



Mientras que en la novela Federico en su balcón, Fuentes plantea un diálogo con el filósofo alemán Friedrich Nietzsche y se publicará durante el último trimestre del año,, según anunció la editorial. Federico en su balcón comienza cuando Dante Loredano, trasunto del autor, entabla un diálogo con su vecino de balcón -Federico Nietzsche- y se deja guiar por este cicerone -como su homónimo en La Divina Comedia- a través de los círculos de sordidez y pasión de una ciudad encendida por una violenta revolución social contra la oligarquía del poder económico y militar.



Además de la publicación de estas dos obras inéditas de Carlos Fuentes, la editorial Alfaguara asegura que se unirá a una iniciativa de Casa de América para homenajear al autor. Será un acto público, que se celebrará el próximo miércoles 30 de mayo, en el que se hará una lectura a cargo de escritores, intelectuales, periodistas y lectores de la novela 'Aura', texto que precisamente ese día cumple 50 años de su publicación.

Así comienza Federico en su balcón



"Lo conocí por casualidad. Era una noche más que caliente, pegajosa, enojosa, inquieta. Una de esas noches que no alivian el calor del día, sino que lo aumentan. Como si el día acumulase, hora tras hora, su propia temperatura sólo para soltarla, toda junta, al morir la tarde, entregársela, como una novia plomiza y mancillada, a la larga noche.



Salí de mi cuarto sin ventilación, esperando que el balcón me acordase un mínimo de frescura. Nada. La noche externa era más oscura que la interna. A pesar de todo, me dije, estar al aire libre pasada la medianoche es, acaso psicológicamente, más amable que encontrarse encerrado sobre una cama húmeda con el espectro de mi propio sudor; una almohada arrojada al piso; muebles de invierno; tapetes ralos; paredes cubiertas de un papel risible, pues mostraba escenas de Navidad y un Santaclós muerto de risa. No había baño. Una bacinica sonriente, un aguamanil con jarrón de agua -vacío-. Toallas viejas. Un jabón con grietas arrugado por los años".