Alicia Giménez Bartlett en Roma. Foto: Antonello Nusca.

La escritora traslada a Petra Delicado a Roma en 'Nadie quiere saber', un guiño a su miles de lectores en Italia, donde ocupa el número uno en ventas

Tenía ya ganas Alicia Giménez Bartlet (Almansa, 1952) de ubicar una de sus tramas en Italia, un país que tanto "cariño" le está demostrando desde hace varios años. Y eso es precisamente lo que ha hecho en su última entrega de su serie de Petra Delicado. En Nadie quiere saber (Destino), su popular inspectora tiene que hacer las maletas y poner rumbo a Roma para cerrar un caso que resulta mucho más sinuoso de lo que en un principio parecía. Una joven prostituta, maestra en sedar a sus clientes, por lo general empresarios tirando a talluditos y con mucho dinero en los bolsillos y en las cuentas corrientes, vuelve a poner en práctica una vez más su eficaz método para limpiarles la cartera. Sólo que esta vez el empresario en cuestión, con un físico más resistente que lo habitual, despierta en mitad de la operación de vaciado. El novio, que está compinchada con ella, en el negocio decide matarlo en el acto, para evitar que los denuncie. De entrada parece un caso sencillo pero a lo largo de la novela se descubrirá que posee muchos más recovecos y golpes de efecto.



Este planteamiento procede de la vida misma. A Giménez Bartlett, ganadora del Premio Nadal en 2011 con Donde nadie te encuentre, se lo contó su garganta profunda dentro del Cuerpo Nacional de Policía en Barcelona, la comisaria jefe Margarita García, que, en cierto modo, es el alter ego de Petra Delicado. "Le explique que quería hacer algo en Italia. Y ella me contó este caso, del que tuvo que encargarse personalmente. Sólo que en Milán. Me dio mucho juego la manera en que deben comportarse unos policías españoles cuando trabajan en otro país. Tienen prohibido dar órdenes. Si ven al delincuente que buscan, no le pueden gritar 'alto', por ejemplo. Deben pedírselo a la pareja de policías autóctonos que en todo momento deben acompañarlos. Tampoco pueden llevar armas".



Así, Gimenez Bartlett ya tenía la excusa perfecta para hacer el viaje que le apetecía. Y con una base científica atada por la propia realidad, algo que le tranquiliza mucho: "Es que cuando escribes novela negra tienes que ir sobre seguro. Es un entorno en el que hay mucho friqui [lo dice con todo el cariño] y lo saben todo sobre el funcionamiento interno de la policía, de cantidad de disparos que puedes hacer con una Glock...".



Cuando Petra Delicado y su inseparable compañero, el subinspector Fermín Garzón empiezan a tirar del hilo, ya en la capital italiana, se dan cuenta que el entuerto que pretenden aclarar tiene más ramificaciones de las que pensaban, y algunas llegan directamente a las cloacas de la camorra. Esta veta itálica en su novena entrega de la serie está deleitando a los lectores del bel paese. El libro figura estos días allí en el número uno de la lista de más vendidos (supera los 100.000 ejemplares). No es la primera que lo consigue. Ya con El silencio de los claustros se aupó a esa misma posición. Por eso Giménez Bartlett está volcada en su promoción en Italia. Lleva una semana recorriendo sus ciudades hablando de Nadie quiere saber, con llenazos en la librerías y auditorios por los que va pasando. En su última escala de esta gira, que, sólo faltaría, es Roma, la espera El Cultural. Pasea por las calles de la cittá eterna con paso seguro, casi como si lo estuviera haciendo por su casa.



Aquí la miman. Mucho. Antonio Sellerio, director de Sellerio, editorial bajo la que se publican sus novelas en Italia le acompaña en buena parte de su trasiego por el país. Está muy pendiente de ella. Al fin y al cabo dice que de su saga de Petra Delicado ha vendido ya un millón de ejemplares en Italia (en España esa cifra se recorta a la mitad, según Emili Rosales, director editorial de Destino). Sellerio recuerda en un restaurante cercano a la Piazza del Poppolo la primera vez que le recomendaron a Giménez Bartlett: "A finales de los 90 el gran hispanista Ángelo Morino, traductor a italiano de Vargas Llosa y Garcia Márquez, me habló de dos escritores en español. El primero era Roberto Bolaño. Y la segunda Giménez Bartlett. Su éxito aquí ha sido muy progresivo. Cada libro vendía un poco más que el siguiente. Ha sido algo gradual, que no se ha debido a una moda, o a una recensión positiva concreta. Eso es porque estamos ante una escritora que ha ido también creciendo en madurez y calidad con los años".



Sellerio, que también edita a Andrea Camilleri ("Sí, está bien: su cenicero sigue pareciendo puercoespín de colillas) se mofa de Giménez Bartlett durante la charla: "Todavía no me explico por qué el hecho de que un viejo rico que se acuesta con prostitutas jóvenes te ha traído hasta Italia". La relación entre ambos trasluce una prolongada camaradería. Petra Delicado ("aunque envejece mucho más despacio que yo, siempre está en torno a los 40"), también va ganando en madurez. A lo largo de la novela se empieza a reprochar que se está aburguesando. Vive convencida en el marco de un nuevo matrimonio y su existencia se va tendiendo plácidamente sobre los algodones propios de la clase media acomodada. Pero Italia es Italia. Y los italianos, los italianos. Dicho así parece que no hay mucho que añadir para entender algunas cosas. Baste decir que las lectoras de Cincuentas sombra de Grey en Nadie quiere saber, que se presenta este miércoles en Barcelona Negra, también encontrarán alguna escena de su interés. Ya saben... Porque a Petra Delicado, aunque a veces parezca lo contrario, nadie la va domesticar. Y a Gimenez Bartlett tampoco: "Basta ya con ese sentimiento de culpa que transmiten las madres a la hijas. Todavía no nos hemos librado de él. Estoy harta".