Imagen de Ricardo III al lado de la calavera descubierta.

La Universidad de Leicester, junto a la cadena Channel 4, ha presentado la primera fotografía de los restos humanos hallados bajo un parking de la ciudad, en las ruinas de una iglesia que, según ha confirmado este lunes el análisis de ADN, corresponden al rey Ricardo III de Inglaterra. La imagen ha sido publicada como anticipo del anuncio de la Universidad de Leicester, que ha detallado los resultados de sus investigaciones sobre la identidad del esqueleto.



La imagen muestra la forma del cráneo del esqueleto hallado en la iglesia de Grey Friars (Frailes Grises). La Universidad ha investigado el cráneo en busca de signos de daño en la parte posterior de la cabeza, potencialmente causado por lesiones sufridas en batalla.



La Universidad ha publicado la imagen tras meses de análisis del esqueleto a cargo de la doctora Jo Appleby, profesora de Bioarqueología Humana en la Escuela Universitaria de Arqueología e Historia Antigua, quien dirigió la exhumación de los restos en septiembre de 2012.



La doctora Appleby ha dicho: "El cráneo estaba en buenas condiciones, aunque en estado frágil, y fue capaz de darnos información detallada acerca de este individuo. Con el fin de determinar si esta persona es Ricardo III hemos construido un perfil biológico de sus características. Asimismo, hemos examinado cuidadosamente el esqueleto buscando rastros de una muerte violenta".



Los restos fueron encontrados en el lugar donde se cree que Ricardo III fue enterrado después de su muerte en la batalla de Bosworth en 1485. El esqueleto muestra evidencias de lo que se cree escoliosis y signos de traumatismos sufridos en batalla trauma signos que sugieren que podrían ser los restos del monarca medieval.



El último de la casa York

Con la muerte de Ricardo III de Gloucester cayó el telón de una época. Llegaba a su fin la Casa de York, la dinastía de los Plantagenet y la aciaga y hoy legendaria Guerra de las Dos Rosas que tanto ha nutrido la literatura, el teatro o el cine, hasta el punto de que no resulta sencillo distinguir entre historia y leyenda. Tocaba el advenimiento de los Tudor.



Por ejemplo. ¿Fue Ricardo III un príncipe apuesto y justo o un jorobado carente de escrúpulos? El origen de este segundo y dudoso retrato no es más que una ficción de Tomas Moro que, sin embargo, alcanzaría la popularidad al servir de base a William Shakespeare para escribir su inmortal drama sobre el monarca. Este tópico de gobernante despiadado no se sostiene según amplios sectores de la historiografía, como explica Luis Ribot en El Cultural.



Sabemos que Ricardo III nació en el castillo de Fotheringay, el 2 de octubre de 1452, que vivió su niñez en el castillo de Middleham, en Wensleydale y que, desde tan temprana edad, sufrió la violencia política que desangraba Inglaterra aquellos años. Tras la muerte de su padre y su hermano en la batalla de Wakefield a manos de los Lancaster, Ricardo sufrió exilio en los Países Bajos. Pero regresó a su país tras la derrota de Lancaster en la batalla de Towton, para participar en la coronación de su hermano mayor como Eduardo IV.



Los príncipes de la torre

Avancemos. Corre el año de 1483 cuando Eduardo IV fallece. Los sucesores al trono son sus dos hijos, Eduardo V, de 12 años y Ricardo, Duque de York, de 9, a la sazón sobrinos de Ricardo de Gloucester. En un ambiente confuso y viciado por las amenazas y denuncias, los niños fueron conducidos a la Torre de Londres por su tío Lord Protector donde su pista se esfumó.



Como los infantes habían sido educados por sus parientes maternos, los Woodville, de sospechosa lealtad, rápidamente corrió el rumor de que el propio Ricardo los había asesinado, lo que completaría la jugada llevándole al trono como el tercero de su nombre. El nuevo monarca se cuidó además de afianzar sus derechos dinásticos declarando ilegítimo el matrimonio entre su difunto hermano Eduardo IV y Elizabeth Woodville.



Pero el rumor de tan ignominioso crimen, cierto o no (historiadores posteriores y novelistas de éxito como Josephine Tey lo refutan), había sellado el destino del rey. Y estalló la rebelión agrupada en torno a Enrique Tudor, descendiente ilegítimo de los Lancaster que, tras numerosas peripecias, acabó por vencer a Ricardo III el 22 de agosto de 1485 en la batalla de Bosworth. Enrique VII se erigía así como el nuevo monarca de Inglaterra mientras toda una violenta época quedaba atrás.