Carena. Barcelona, 2012. 269 páginas, 14 euros



No creo que escribir un thriller estuviera entre las principales intenciones de Esther Ginés (Ciudad Real, 1982) al imaginar su primera novela, en la que ha trabajado durante nueve años. No lo creo y, sin embargo, podría haberlo hecho, por lo menos atendiendo a los ingredientes que maneja. La trama arranca con un abandono sentimental: Matías, un hombre de treinta años, rompe con su novia. Unas pocas páginas después, se suicida. Deja un cuaderno garabateado y muchos interrogantes abiertos. Será su hermano gemelo, Martín, el responsable de desentrañar lo ocurrido. Hasta aquí, la subyugante trama podría haber sido una estupenda novela negra. Pero Ginés da otra vuelta de tuerca. Martín lee El extranjero, de Camus. No sé si "leer" es la palabra adecuada. Más bien convierte la novela del autor francés en carta de navegación de su existencia. De la mano de la obra maestra de Camus, Ginés nos conduce hacia un complejo entramado de identidades, de modo que la clave argumental no radica en descubrir por qué murió Matías, sino más bien quién es Martín en relación con su hermano. Qué somos en función de aquello que los demás conocen y quienes son los otros. A mi entender, es esta reflexión sobre la identidad lo que le da a este debut una hondura inédita. Ginés sabe conducirnos a través de una trama que avanza con los reclamos de la novela negra, pero que se demora en los detalles psicológicos. El resultado es una novela muy cuidada, donde nada rechina, y que es toda una promesa de futuro.