Diego Doncel. Foto: Siruela
El leitmotiv de la novela, la fidelidad como principio rector de las personas, se inserta en un relato de acción repleto de intrigas, expuestas a ritmo trepidante, y con numerosos cambios de escenario. La maldad nazi agrega un componente de denuncia con la peculiaridad de abordar los motivos de quienes participaron en el horror antisemita por equivocado patriotismo y supieron rectificar. Otra vertiente del libro lo acerca a la narrativa psicologista y aborda la venganza como motor del comportamiento humano. Con estos variados elementos,Doncel monta una narración amena, de lectura fácil y que plantea interesantes problemas individuales, colectivos e históricos. Pero son demasiados los recursos que la hacen tributaria de la literatura de consumo (golpes de efecto, cierto grado de maniqueísmo, exotismo cosmopolita...). Su estructura es típica de un convencional relato de género, a pesar de que su autor imaginario presuma de aportar una novedosa "instalación narrativa conceptual", modalidad narrativa para mí enigmática y que se reduce a la ingenuidad de incorporar al libro algunas ilustraciones. La sencillez del lenguaje, aquejado de algunos tópicos, está en el límite de la pobreza funcional. En fin, una buena y absorbente historia, aunque esté montada y resuelta con pericia, no basta para hacer una buena novela.