Cartel de la Feria del Libro pintado por Juan Gatti.
José María Merino, Jenaro Talens, Luisgé Martín, Luna Miguel, Ignacio Gómez de Liaño, Pérez Azaústre... escogen el libro que les gustaría habitar
El pintor Juan Gatti ha plasmado con tino lo que representa un libro: una puerta de entrada. Un lector está abocado a dividir en dos su realidad. Primero está la de su cotidianidad inmediata, con todas sus vicisitudes clásicas: una sucesión de trabajos y de parejas, la alternancia de frustraciones y esperanzas, el tiempo que se va embalando a medida que cumple años... Esas cosas. Luego, al abrir el ejemplar en cuestión, su experiencia se abre a otro mundo: el que un autor ha urdido con su imaginación y su memoria, elementos que pueden ir separados o mezclados, según el género de que se trate. Allí ocurren sucesos que, de entrada, le son ajenos, pero, misterios del arte literario, pueden acabar resultando muy propios, cuando la historia y los personajes le conciernen hasta tal punto que los acaba integrando en su propia existencia. A veces incluso siente un deseo apremiante de adentrarse en ese espacio y relacionarse directamente con los seres que lo habitan. Traspasar el umbral y meter las narices en la Rusia amenazada por las tropas napoleónicas de
Guerra y paz de León Tolstoi, en los tres tempos históricos (periodo isabelino, victoriano y albores del siglo XX en Inglaterra) en que transcurre
Orlando de Virginia Woolf, las guerras de Troya de la
Ilíada y
La odisea de Homero, la Barcelona plena de contrastes retratada por Marsé en
Un día volveré... Esos son algunos de los territorios elegidos por los autores consultados por El Cultural: Ignacio Gómez de Liaño, Luisgé Martín, Luna Miguel, José María Merino, Joaquín Pérez Azaústre...
Ignacio Gómez de Liaño
El último puritano (Jorge Santayana)
"¿Qué libro habitar? No podría habitar, ni he habitado nunca, sólo un libro. A lo largo de mi vida han ido sucediendo una serie de cosas que llevan los nombres de
Las confesiones de un pequeño filósofo (Azorín) y de
Niebla (Unamuno), de
La montaña mágica (Mann) y de
Faetón (Villamediana), del
Quijote (Cervantes) y de
En busca del tiempo perdido (Proust), de
El hombre sin atributos (Musil) y de
La historia de Genji (Murasaki Shikibu), de
Los demonios (Dostoievski) y de tantos otros autores. Si quería una casa que fuese un museo de jeroglíficos de la vida, entonces me metía en
El Criticón. Si lo que quería era un observatorio desde el que ver a los intelectuales como un hatajo de pícaros que chapotean en sus míseros negocios y retóricas, entonces la casa se llamaba Fray Gerundio de Campazas alias Zotes. ¿Y ahora? Ahora, la casa en la que me dispongo a entrar, a la que quiero volver, se llama
El último puritano, y su autor es Jorge Santayana. Nunca como ahora ha sido tan urgente desenmascarar a esa figura."
Luisgé Martín
Orlando (Virginia Woolf)
"Me gustaría quedarme a vivir en
Orlando, de Virginia Woolf, que es probablemente la novela en la que más cerca he sentido la intensidad brutal de la vida. Esa sensación extrañísima de que todo puede ocurrir, de que la inmortalidad existe y de que seremos capaces de vivir varias vidas diferentes -una sensación que sólo se tiene fugazmente en la juventud- la tuve leyendo
Orlando a una edad que no era ya la de las magias ensoñadoras."
Fotograma de la película Orlando, protagonizada por Tilda Swinton.
Javier Gomá
Odisea e Ilíada (Homero)
"Desde la perspectiva romántica son sólo dos narraciones cumbre de la imaginación literaria. Pero son mucho más, una combinación de muchas cosas: un manual de buenas costumbres, un tratado de metafísica, un curso de pesca, un libro de cocina, un ensayo sobre la piedad, una propuesta teórica de política, cosmología, economía... Y para mí fue el espacio donde he contemplado el paradigma de la conducta ejemplar. En la
Ilíada, a través de Aquiles, representación de la excelencia y la fuerza humana. Y en la
Odisea, a través de Ulises, que encarna la nostalgia, el regreso eterno a una patria a la que no se termina de llegar.
Fotograma de la película Troya, de Oliver Stone.
Luna Miguel
Carta de cumpleaños (Ted Hughes)
"
Cartas de cumpleaños (Lumen), de Ted Hughes, sería un hogar ideal. Quizá un hogar doloroso, pero también lleno de horizontes posibles, de viajes, de olores, de animales, de recuerdos y de mucho amor. Aprender de Ted y de Sylvia. Aprender esos poemas de memoria. Sí. Aquí es donde yo me quedo."
Joaquín Pérez Azaústre
Un día volveré (Juan Marsé)
"Siempre tuve una especial querencia por esta novela, por cómo Marsé muestra el efecto del paso del tiempo de una manera inapelable. Presenta una geografía que se fagocita a sí misma. En pocas historias está tan bien definido el contraste entre lo que se espera y lo que sucede finalmente, que no tiene nada que ver. Mientras el protagonista está en la cárcel en el barrio se remueve un rumorología acerca de lo que va a suceder cuando salga. Muchos esperan la venganza. Pero llegado el momento él sólo siente cansancio y derrota. Al final no queda ni rastro de todas esas historias que un día fueron tan importantes, la comidilla constante. El barrio se desmantela y no queda ni rastro de ellas. Toda la memoria colectiva desaparece. Somos una ruina futura."
Jenaro Talens
El Quijote (Miguel de Cervantes)
"Imagino que será una respuesta recurrente. A mí siempre me ha tentado
El Quijote, el libro con el que aprendí a leer. Con una adaptación infantil de Edelvives. Aunque más que adentrarme en aquella España áspera y bruta del siglo XVI, donde realmente me gustaría meterme es en el taller de Cervantes. En su propia cabeza, mejor dicho. Sería interesantísimo observar los resortes que allí se movilizaban para alumbrar todos esos juegos que saca a relucir en la novela: lo de que es una traducción de una obra de un tal Cide Hamete Benengeli. Y cómo toma distancia crítica de la España de su tiempo. Es una personalidad fascinante, autor de un libro complejo que disecciona a fondo la naturaleza humana. Lo hizo en el siglo XVI y todavía hoy, en el XXI, seguimos aprendiendo."
Los molinos vistos como gigantes por el Caballero de la Triste Figura
Mario Muchnik
Guerra y paz (León Tolstoi)
"Ya lo he leído siete veces, en español, italiano, francés e inglés. Desde 2003, cuando lo edité, no lo he vuelto a leer y ya estoy deseando leerlo otra vez. Es un vicio, droga dura. Cada vez que lo leo, es un libro nuevo, lleno de sorpresas. Mis abuelos son de Besarabia, una región que cada 20 años pertenecía a un país diferente. Por un tiempo perteneció a Rusia. Pero no es por eso por lo que me siento ruso. Sólo he estado en Moscú y en San Petersburgo y allí estaba como en casa. La causa, sin duda, es la literatura escrita por autores de allí, y en particular por
Guerra y paz."
José María Merino
Los papeles del club Pickwick (Charles Dickens)
"La verdad es que yo no distingo entre leer y vivir un libro. Para mí es lo mismo: abrir un libro y empezar a leerlo es una intensa vivencia. Pero si me tiran de la lengua, diría
Los papeles del club Pickwick. Fue la primera novela de adultos que leí, tras haber engullido las aventuras de Verne, Tom Sawyer,
La isla del tesoro... Recuerdo con mucho placer aquella lectura: un auténtico disparate lleno de humor."
Marta Sanz
La vuelta al mundo en 80 días (Julio Verne)
"Como el año pasado me hicieron una propuesta similar y cometí la locura de convertirme en moradora de la mansión de Bly en
Otra vuelta de tuerca, en esta ocasión he decidido sacudirme de encima los fantasmas y compartir con Phileas Fogg y su criado Passepartout esa vuelta al mundo en ochenta días en la que Mr. Fogg encuentra su felicidad no sin antes haber surcado el mar Rojo y haber visitado India, Singapur, Hong Kong o San Francisco. Un viaje maravilloso por tierra, mar y aire, que los lectores nunca dejaremos de agradecer al gran Julio Verne."