Image: El J'accuse contra los editores

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Letras

El J'accuse contra los editores

Thierry Discepolo denuncia la mercantilización del sector editorial en La traición de los editores, una investigación sobre el sector en Francia

13 junio, 2013 02:00

Thierry Discepolo, hoy en Madrid.

Thierry Discepolo es un editor francés pero curiosamente su sello no tiene su sede en París sino en Marsella. Una rara excepción que otorga a Agone, la editorial que fundó en 1998, una personalidad muy específica. "Lo bueno de Marsella es que es una ciudad más bien pobre y sin mucho dinero puedes trabajar en este mundo. Si estás en París es muy difícil no acabar homologado dentro de las corrientes dominantes en el sector". El hueco que se ha hecho en la industria del libro gala es humilde. Allí unas pocas manos abarcan buena parte del mercado. Una situación que denuncia en su fundamentado ensayo La traición de los editores (Trama Editorial), cargado de citas, de datos y cronologías sobre los movimientos en la propiedad de los sellos en las últimas décadas.

Aunque no vive en París, Discepolo (descendiente de italianos y españoles: "como buena parte de los marselleses") viaja al menos tres o cuatro veces cada mes a la capital. Durante un año tomo nota de los libros expuestos en las tiendas de la estación y el recuento arrojó un dato demoledor: "El 92% de los títulos que podían comprarse pertenecían a los siete grandes grupos editoriales franceses". Y en esa abrumadora mayoría, Hachette y Gallimard son las que se comen la parte más suculenta del pastel. "Hasta el punto", añade, "que la revista de Air France la dirige Antoine Gallimard y de la gestión de su publicidad se encarga Hachette".

Pero no sólo en las estaciones y aeropuertos es tan patente su poderío. Los medios de comunicación es la otra pieza clave en el engranaje comercial y de configuración de los gustos de los lectores. Discepolo testó diez de ellos, entre los que se incluían diarios (Le Monde, Libération…), radios (Europe 1), cadenas de televisión... El resultado fue bien siginificativo: "De obras de Gallimard aparecen en un año tantas reseñas como las que consiguen un total de 350 editoriales independientes". Lo cuenta con sonriente resignación (lo uno no quita lo otro) en La Central de Callao, donde esta tarde presenta su trabajo (19.30 h.).

Su J' accuse recuerda mucho al del editor norteamericano nacido en París André Schiffrin, cuyo padre, creó Bibliothèque de la Pléiade comprada precisamente por Gallimard. Schiffrin radiografió los males del sector en un emblemático volumen, La edición sin editores, en el que lamentaba la suplantación en la gestión de los sellos de amantes del conocimiento por adoradores del becerro de oro. Por ahí va también la enmienda que plantea Discepolo. "El fenómeno de concentración sentó sus bases al término de la II Guerra Mundial. Fue cuando Hachette y Gallimard emergieron como las dos grandes compañías que se iban a repartir el mercado después de absorber buena parte de las pequeñas. Luego esta dinámica se aceleró en los 70 y 80, durante la época en que Europa vivió una gran expansión económica".

El editor marsellés encuentra, no obstante, una consecuencia positiva en este escenario: "Los grandes están dejando de publicar los libros más exigentes intelectualmente. Esa área es la que nos están dejando a los independientes". Pero a la hora de colocar sus ejemplares en las librerías topan con muchos escollos, "porque las reglas de juego en ese ámbito están impuestas por los grupos dominantes". De ese modo, el efecto benévolo de la concentración en la práctica queda diluido. No hay hueco en las estanterías para las voces presuntamente más elevadas.

Dice Discepolo que no es "un cándido idealista" y que entiende que la editoriales tienen que hacer caja. El problema, a su juicio, es que antes existía un equilibrio entre la vertiente financiera y la cultural las compañías, pero que a medida que han ido creciendo ese balance se ha decantado "flagrantemente" del lado de la primera. Él busca "desmontar la leyenda de la edición francesa", consistente en hacer creer que los gestores con verdadera capacidad de decisión buscan, aparte de la argent, la construcción a través de la lectura de una sociedad más crítica y mejor formada. "Eso es una coartada que no se sostiene desde hace tiempo", remacha.

Aunque cuando se le pregunta quién empobrece a quién, si la sociedad a las editoriales, o viceversa, Discepolo no encuentra una respuesta: "No la tengo, lo siento. Imagino que es un círculo vicioso". Y no cree que el libro electrónico pueda romperlo no tampoco introducir una mayor diversidad en el panorama editorial: "De momento para lo que ha servido es para cargarse un montón de puestos de trabajo".