Image: Juan Manuel Bonet

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Letras

Juan Manuel Bonet

"Amaremos siempre a la Maga, a Oliveira, a Morelli..."

24 junio, 2013 02:00

Juan Manuel Bonet. Foto: Ernesto Caparrós

Acaba de publicar el 'Diccionario Cortázar-París-Rayuela' y de abrir una exposición en homenaje al escritor argentino en el Instituto Cervantes de París, que actualmente dirige

Cuando llegó a la dirección del Instituto Cervantes en 2012 tenía en mente homenajear a su admirado Cortázar. Era una de sus prioridades. Y valiéndose de su experiencia como director del Museo Reina Sofía, ha conseguido organizar una muy sugerente exposición en la delegación cervantina de la capital gala. Rayuela: el París de Cortázar recorre los lugares y los edificios significativos que aparecen en la páginas del libro del escritor argentino. Además, en el catálogo de esta muestra Bonet publica el Diccionario Cortázar-París-Rayuela, un volumen con el que brujulear por París a la busca del fetiche, los evidentes y los más ocultos.

Pregunta.-¿Por qué razones diría que Rayuela, medio siglo después de su publicación, sigue siendo una obra indispensable?
Respuesta.-Carlos Fuentes, en clave latinoamericana, la calificó de "nuestro Ulises", en alusión a la novela homónima de Joyce. Creo que es una novela fetiche, la novela de la fascinación por París de un hombre del Nuevo Mundo que sigue los pasos de predecesores que se llaman Rubén Darío o César Vallejo o Alejo Carpentier o Miguel Ángel Asturias... Es una novela sobre la literatura, pero también sobre la vida. Es una novela que mucha gente quiso vivir, y en ese sentido es también un poco nuestro On the Road, y no cito a Jack Kerouac en vano, porque en Rayuela salen el jazz, y el pensamiento oriental, y la propia literatura de los "beats", que también eligieron París como una de sus Mecas.

P.-¿Puede recordar las sensaciones que tuvo al sumergirse por primera vez en el libro. Y en posteriores relecturas ¿en qué ha cambiado de aquellas sensaciones y qué nuevos descubrimientos ha hecho?
R.- Nacido en París de madre francesa, cuando la leí, relativamente tarde, pues fue en la treintena, me fijé sobre todo en la cercanía de muchos de los lugares y obras evocados, a mi propia infancia en la década del cincuenta. Ahora la he releído poniéndola en relación con un libro póstumo de Cortázar que me fascinó, que es Cartas a los Jonquières, cuya parte primera es casi un diario de Rayuela. Y lo que más me llama la atención, a la postre, es lo que el libro tiene de "teoría de París", y en general de teoría de la relación de un escritor con una ciudad. Recomendaría leer en esa clave un texto menos conocido, el prólogo que Cortázar le puso a un fotolibro sobre París de su amigo el fotógrafo brasileño Alécio de Andrade; prólogo donde habla del callejeo, de la actividad del flâneur, de fotografía (pero curiosamente no de Atget, que me parece el más cortazariano de los artistas de la cámara), de poesía, de canciones... Y recomendaría pensar en el proyecto Rayuela, como un proyecto inscrito dentro de la tradición de libros como Nadja, de André Breton; Le paysan de Paris, de Louis Aragon, o Le piéton de Paris, de Léon Paul Fargue, aunque este último no figurara en la biblioteca cortazariana. Y mirando más para acá, ahora aprecio en Cortázar otras dimensiones que lo acercarían a alguien con el cual se encontró, como Georges Perec, o a un escritor más joven y con el cual no parece que coincidiera, como Patrick Modiano.

P.- París es una ciudad hiperretratada por la literatura. ¿En qué sentido diría que es original la aproximación a la capital gala que hace Cortázar en Rayuela?
R.- Cortázar convirtió en arquetipos a la Maga, a Oliveira, a Morelli, al pintor Étienne. Una de las novedades de nuestra exposición sobre Rayuela es que desvelamos quién fue Étienne: el pintor, compositor y poeta argentino Sergio de Castro, fallecido aquí en París, el pasado mes de diciembre. Amaremos siempre a estos personajes, su deriva urbana, sus despistes, su amor por la pintura de la que coleccionan un sucedáneo como son las postales y las láminas.

P.- Entró en el Instituto Cervantes advirtiendo que París le debía un homenaje a Cortázar. ¿Considera que la ciudad (sus habitantes, sus autoridades) han soslayado al escritor argentino o no le han dado el tratamiento que merece?
R.- Está muy traducido, pero no ocupa el lugar que merece. Pero es el destino de muchos de los creadores españoles y latinoamericanos que París atrajo. Casi nadie aquí ha oído hablar de Rubén, de Vallejo, o no digamos de César Moro, y eso que este poeta surealista peruano escribió la mayor parte de su obra en francés. De cara al conocimiento de Cortázar, habrá que hacer un esfuerzo suplementario el año que viene, que es el de su centenario. También es el del centenario de Octavio Paz. Estamos en conversaciones con la BNF, la Biblioteca Nacional de Francia, para montar algo en torno a la amistad entre el mexicano y el argentino; la idea sería buscar puntos de encuentro entre ambos: la India, románticos como Nerval, un maldito como Lautréamont, el surrealismo y alguna figura próxima al mismo como Giorgio de Chirico, el Golpe de dados de Mallarmé que inspira Blanco de Paz, la obra de Henri Michaux, de Marcel Duchamp...

P.- Ha publicado el Diccionario Cortázar-París-Rayuela. Puede ser una muy útil herramienta para los mitómanos de la ¿novela? que viajen a París...
R.- En el diccionario, que está publicado en el catálogo de la muestra que hemos organizado en torno a Rayuela y al París de Cortázar, he intentado proponer un mapa, cruzando Rayuela con el resto de la obra del escritor, con su correspondencia, con su vida, con el registro de su biblioteca... Salen libros, cuadros, discos de música clásica o de jazz, cafés, restaurantes, salas de conciertos, museos, excursiones a las afueras. También el amor de Cortázar por la Edad Media francesa y dentro de él por el ciclo de tapicerías de la Dama del Unicornio que se conserva en Cluny, o por el romanticismo. Una y otra vez, en las páginas del diccionario salen los paisajes en que transcurre la novela, que son también los paisajes de nuestra Ruta Cortázar: el Sena, el Pont des Arts, la punta del Vert Galant, Notre Dame, Saint-Germain des Prés, el Luxemburgo, el Barrio Latino por el cual cruza la sombra de François Villon, Montparnasse. Pero en el diccionario salen también paisajes urbanos que no salen en la novela, mas sí en otras obras posteriores del escritor. En ese sentido me parece especialmente importante el amor de Cortázar por los pasajes ochocentistas, como la Galerie Vivienne, donde persigue a la sombra de Lautréamont.