El filósofo argentino Juan José Sebreli publica actualizado su libro El asedio a la modernidad. Foto: El Mundo
Pregunta.- Si posteriormente, en Las aventuras de la vanguardia enfrentaría el irracionalismo estético y en El olvido de la razón, el filosófico, ¿en El asedio a la modernidad pretendía refutar el Zeitgeist, el espíritu de su tiempo?
Respuesta.- El irracionalismo estético (vanguardia) y el filosófico (poestructuralismo) no son sino dos aspectos de una corriente histórica opuesta a la Ilustración, a la razón y la modernidad, conocida por Romanticismo. Hoy puede decirse que las corrientes en boga son posrománticas, y la llamada posmodernidad en realidad es premoderna. El asedio a la modernidad intenta mostrar las condiciones históricas que permitieron la existencia de estos opuestos.
P.- En aquellos tiempos, se podría decir, relativistas y posmodernos campaban a sus anchas. ¿La Ilustración se había tomado unas vacaciones?
R.- La Ilustración se sigue considerando una antigüedad, pero hoy los ataques vienen desde el neopopulismo y la antiglobalización.
P.- ¿Qué explica la rápida y generalizada extensión del relativismo cultural? ¿La mala conciencia de las sociedades prósperas, quizás?
R.- Los grandes fenómenos históricos nunca tienen una sola causa. Una de ellas es, en efecto, la mala conciencia de las sociedades prósperas, otra el derrumbe de esa falsificación del humanismo racional que fue el estalinismo.
P.- Han pasado más de 20 años desde la edición argentina de El asedio a la modernidad. Los enemigos de entonces, ¿siguen siendo los mismos?
R.- La situación actual es mejor en algunos aspectos ya que han sido derrotados los grandes totalitarismos; pero a la vez han resurgido los neopopulismos. Al mismo tiempo que la sociedad occidental conoce las libertades individuales como nunca antes, la democracia republicana que es por ahora su único sustento, está en crisis.
P.- Pero hoy podríamos detectar una diferencia respecto a hace dos décadas, ¿no? Me refiero al auge generalizado de las ciencias biológicas, cognitivas y neurociencias, que afianzan una explicación de la naturaleza humana inmune a tablas rasas...
R.- El auge de las ciencias biológicas, cognitivas y neurociencias es positivo en cuanto barre con el irracionalismo anticientífico, pero no es bueno su aislamiento de las ciencias humanas, el peligro de caer en un nuevo positivismo.
P.- Que las disciplinas humanísticas sean las únicas en practicar el estructuralismo, el psicoanálisis o la deconstrucción, ¿prueban su especificidad o su atraso?
R.- El atraso de las disciplinas humanísticas con respecto al desarrollo de la ciencia es la otra cara de la separación entre ciencia y filosofía, sólo una síntesis de ambas puede sacarnos del atolladero.
P.- Otros irracionalismos presentes en su libro están en plena forma. El populismo, por ejemplo.
R.- El neopoulismo vigente bajo formas de derecha en Europa y de seudo izquierda en América latina, era inevitable tras la caída de las izquierdas y la imposibilidad del neoliberalismo de enfrentar un mercado desbocado. No veo otra salida que una federación democrática mundial guiada por un liberalismo de izquierda.
P.- Resulta también también pertinaz la vigencia del indigenismo y del mito del buen salvaje, dos objetos de sus críticas.
R.- El indigenismo es un reclamo del populismo aunque cuando este llega al poder, entra en conflicto, tal los casos de Evo Morales y Cristina Kirchner. El indigenismo es una de las formas que adopta el repudio del humanismo universal, los indígenas deben reclamar su igualdad de derechos con el resto de la sociedad, no reivindicar un particularismo contrario a un mundo que marcha hacia la universalidad.
P.- 15-M, Ocuppy Wall Street, Primavera Árabe, Turquía, Brasil ahora. ¿Encuentra más razón o sinrazón en los movimientos sociales de los últimos años?
R.- Los nuevos movimientos sociales pueden ser positivos o negativos. En Buenos Aires 2001 se hace una multitudinaria movilización de masas antipolítica pidiendo que se vayan todos y no se quede ninguno; la conclusión fue que volvieron todos y se quedaron los peores. Los movimientos callejeros son efímeros o negativos cuando no canalizan su protesta en una organización política.
P.- Se pregunta Mario Bunge si la izquierda no cree en la realidad, ¿por qué quiere cambiarla?
R.- La izquierda que no cree en la realidad siguiendo a los relativistas, es una falsa izquierda. Si no existe una objetividad de los valores, ¿en qué fundamentar los derechos humanos o las libertades?
P.- Usted se declara partidario de una izquierda universalista y racionalista cada vez más difícil de encontrar. De hecho, en su país le consideran "de derechas". ¿Por qué insiste?
R.- Me consideran de derechas los que confunden la izquierda con el populismo. Pienso que hay que resemantizar los términos de izquierda y derecha. Suelo citar a un político español, Felipe González, que dijo hoy no se puede hablar izquierda o derecha sino de modernidad o populismo.