El editor David Villanueva y el escritor Juan Gracia Armendáriz durante la presentación de Diez bicicletas para treinta sonámbulos. Foto: Demipage

Demipage, Madrid, 2013. 255 páginas, 18 €.

¡Original variante de un volumen de relatos!: una deliciosa exhibición de inteligencia creativa al servicio de este sugerente motivo temático, la bicicleta, generador de adhesiones sentimentales de todo tipo. La propuesta viene de la editorial Demipage, que cumple ahora su primera década de vida y para celebrarlo convoca a 30 escritores ("sonámbulos", decide llamarles su editor, David Villanueva) con la consigna de pedalear alrededor de ellos mismos, hacer memoria, recrear una experiencia urbana o rural, quitar hierro a las heridas, impulsar ensoñaciones, impresiones, emociones; relatar viajes, amores y desamores, lo sublime y lo doméstico, un pasado o el presente. Pedaleando o con la bici a cuestas, contando con ella y desde ella.



Es plural la oferta de estilos (imaginativos, realistas, heterodoxos, discursivos, poéticos, algún pastiche... hasta un microrrelato de Aute sellando el conjunto con un plano secuencia que va y viene de la literatura al mejor cine neorrealista de los 50) y de enfoques, pero sobre el conjunto se impone la huella de los grandes temas en voces maestras (Luis Landero, Merino, Muñoz Molina, Benítez) sintonizando con tonos de personalidad indiscutible (Orejudo, Neuman, Marta Sanz) y con otros igual de prometedores (Doce, A. Belmonte, Cristina Fallarás, Isabel Mellado, Marta Caballero). No caben todos aquí pero la invitación a disfrutar de la treintena es rotunda, por ser ecléctica y porque, entre otras buenas razones, encierra una tentadora oferta de ficciones.



La voz de Eloy Tizón en el prólogo, por ejemplo, es una de ellas, con su prosa precisa y poética, dando vueltas al origen de la rueda de Duchamp como metáfora que encarna la esencia del arte ("aprender a estarse quieto, pero a toda velocidad") y de la escritura: "la bicicleta es un vehículo movido por el deseo, cuyo motor son los sueños, y nada más" ¿Más razones?: "Una visión fugaz", de Landero, abriendo el conjunto con una recreación del instante en que concluyó de golpe su primera infancia y comenzó la otra: al descubrir que además de la bicicleta "laboral" (la de la gente esforzaba que hacía el camino montada en ellas) existían también "las recreativas", "el viajar sin ton ni son", un capricho".



No es casual que sea el primero, después ya no es posible echar el freno, porque por encima de la disparidad de estilos y argumentos, alienta el desafío contenido en esta idea: "escribir libros, como editarlos, como leerlos, (dice Tizón) es declarase en rebeldía contra la ley de la gravedad". Y los relatos de este volumen son literatura, y "literatura son ganas, como andar en bici y pedalear". Un placer garantizado.