Foto: Martin Meissner

Traducción de Dimitri F. Bobrosvki y María Hernández. Alianza. Madrid, 2013. 358 páginas, 18 €



"No nos cuente lo que nos va a contar, cuéntelo ya", aconsejaba Mark Twain a los aprendices de escritores. Gavin Hewitt (Londres, 1951) aplica el consejo a rajatabla en esta exploración de la crisis europea desde 2010. Como a tantos periodistas, sus crónicas y reportajes para la BBC se le quedan pequeños y, con permiso y apoyo de la emisora, ha decidido aprovechar su seguimiento diario de la crisis como corresponsal de la cadena para Europa desde 2009 para embarcarse en una reflexión más profunda. Ha recorrido los países más golpeados por la recesión (Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, España y Chipre), ha investigado en Alemania y en Francia, ha hablado con los dirigentes y con muchas de las víctimas de sus decisiones y, con todo los datos, ha humanizado el enrevesado proceso de decisiones políticas y económicas adoptadas en los últimos tres años para salvar el euro, desmenuzando las causas y las consecuencias de cada decisión.



Ninguna se conjuga en singular. Las causas comienzan con el sueño nacido de las cenizas de la guerra y con los tres pilares de ese sueño: el mercado único, el libre movimiento de personas y una moneda común. De repente, en 2010, todo esto queda sumido en la incertidumbre cuando -en el pulso entre la solidaridad que defiende Sarkozy y la austeridad por la que, fiel al pasado de su país y de su raíces en la RDA, apuesta Merkel- se impone la segunda opción.



"Desde el principio de la unión monetaria se había mentido", recuerda con todo lujo de detalles el autor. "Las cifras se maquillaron para que países como Grecia pudieran incorporarse; después las normas se relajaron para que países como Francia y Alemania pudieran tener mayores déficits. Las objeciones se ignoraban y los críticos que advirtieron del peligro de que países tan distintos compartieran una moneda fueron tachados de antieuropeos". (p. 31) Contabilidad creativa, cuentas hinchadas, fraude, manipulación de las reservas de oro, tipos de interés por los suelos y capitalismo de compadreo hubo en toda la Unión, pero en Irlanda y en los países del sur, sobre todo en Grecia, los abusos y los excesos financiados con créditos de Francia y de Alemania alcanzaron una dimensión insoportable cuando los mercados, trastocados por la crisis en EE.UU., percibieron los colosales defectos de una moneda única sin unión política, fiscal y económica.



En ningún momento pretende Hewitt ofrecernos un profundo análisis o una sesuda teorización intelectual de lo ocurrido. Que nadie busque en esta obra un estudio académico. Se trata de un relato periodístico preciso, claro y riguroso de, según Claude Trichett, "la peor situación que vive Europa desde la segunda guerra mundial, puede que desde la primera". El periodista británico, desde 1984 en la televisión estatal, mucho años en "Panorama", su programa estrella de investigación, recorre -paso a paso, en orden cronológico, aunque se permite saltos temporales cuando los hechos le obligan a vincularlos- los momentos más decisivos del drama que, en sus propias palabras, ha destruido buena parte del gran sueño europeo. "Para llegar a comprender este drama viajé muchas veces a Grecia, cuatro veces a Alemania y dos o tres veces a Francia, España e Italia", explica. "Fue fascinante escuchar a algunos de los principales protagonistas, como el ex primer ministro griego Yorgos Papandréu, la forma en que se enteró de que las cuentas de su país eran pura filfa, el final de los gobiernos de Berlusconi y de otros dirigentes de la región, o las horas en que parecía que todo el edificio de la construcción europea se venía abajo".



Lo mejor del libro es, seguramente, la habilidad con la que, a partir de testimonios de primera mano y de un paciente reporterismo, inserta en ese relato político las tragedias personales de muchas víctimas de la crisis, como espejos reflectantes de los millones de parados, de los desahuciados, de los suicidados, de las clases medias empobrecidas, de los jóvenes que emigran, de ayuntamientos y hospitales en bancarrota… Lo que estamos acostumbrados a leer en notas frías o cargadas de tecnicismos se ve muy distinto y se entiende mucho mejor cuando se explica desde Seseña en España y Kilkenny en Irlanda, desde la calle Stadiou de Atenas, las orillas del Tajo en Lisboa y docenas de pueblos, barrios, trenes y aeropuertos fantasmas surgidos de la burbuja inmobiliaria en los años de vino y rosas.



"Lo que al principio parecía una pequeña dificultad local, con el tiempo sacudiría los cimientos de la UE y amenazaría la economía global", escribe Hewitt en el prólogo. Conduciría a lo que la canciller Merkel, parafraseando a Trichett, describió como "el momento más difícil para Europa" en sesenta años y el gobernador del Banco de Inglaterra, sir Mervin King, como "la crisis más grave desde los años treinta, si no de toda nuestra historia". Aunque han sido muchas las fechas límite y las noches de insomnio y de pánico, el Rubicón se sitúa en la primavera de 2010, sobre todo en la noche del día 9, cuando, por fin, se aprueba el primer gran rescate de 750.000 millones de euros para los países en crisis. "Fue la noche en que casi perdieron el euro, pero con juego de manos incluido", escribe el autor. "Una de las personas más poderosas de las presentes (en el Consejo Europeo) dijo: ‘No había mil millones de dólares. Sólo era un anuncio. Fue una comunicación muy bien hecha, pero por desgracia no se correspondía con lo que realmente podían conseguir nuestras democracias'. Firmar un compromiso no era lo mismo que aportar los fondos. A su debido tiempo, los mercados se darían cuenta de que el nuevo fondo no era tan poderoso como se había anunciado ese lunes de mayo".



En algún momento de aquella larga noche el Banco Central Europeo, con el visto bueno alemán -que se había aferrado como a una lapa hasta entonces al artículo 103, apartado 1, del Tratado de Maastrich (ningún país es responsable de la deuda de los demás)- acordó comprar los bonos de los países bajo presión para reducir los costes de endeudamiento. Las compras comenzaron ese mismo día y, tres años después, continúan. De otro modo, hace tiempo que habríamos vuelto a vivir en francos, marcos, liras, dracmas y pesetas. El entonces presidente del Bundesbank, Axel Weber, lo vio muy claro y, en el avión de regreso a Berlín, escribió su carta de dimisión. En su opinión y en la de muchos alemanes, se había roto el compromiso que dio vida al euro tras la caída del muro de Berlín en el histórico pacto arrancado por Mitterrand a Kohl: unión monetaria como precio de la unificación para evitar una Europa alemana.



¿Es Merkel la que, a la hora de la verdad y a pesar de la imagen negativa que se ha ganado por su defensa a ultranza de la austeridad y del equilibrio fiscal, la que más concesiones ha hecho, como afirma el autor? El estudio de la relación política y personal de Merkel con Sarkozy y con Hollande es uno de los capítulos más reveladores de todo el libro. "La crisis ha debilitado a Francia y ha fortalecido a Alemania", concluye. "Este país está más fuerte que en ningún otro momento de los últimos sesenta años". El periódico Süddeutsche Zeitung, citado por Hewitt, lo explica de forma más elocuente: "Alemania está donde nunca quiso volver a estar después de 1945: como el poder dominante en el centro de Europa".