Librerías
Jorge Carrión
13 septiembre, 2013 02:00Jorge Carrión. Foto: Domènec Umbert
La lectura nos hace mejores. Los libros son consuelo y transmisión del saber. Su escritura, producción, conservación y comercio ocupan uno de los lugares destacados dentro de la escala que mide lo mejor del ser humano, especialmente desde aquel lejano día en que Antonio Koburger introdujo el arte de la imprenta en el Nuremberg del año 1470. Jorge Carrión (Tarragona, 1976) comenzó a querer a los libros desde su adolescencia. Su padre, relata en las páginas de este volumen, completaba su sueldo con la venta por las tardes de los libros de Círculo de Lectores a sus asociados. Tanto él como su madre participaban en ese ir y venir. Llevar la revista de información de la editorial con las novedades mensuales, recoger los pedidos, recibir los libros, ordenarlos por las rutas más cortas, llevarlos a las casas y cobrarlos fue el germen que luego convirtió a Jorge Carrión en escritor. Al ayudar a su padre en la empresa, descubrió las bibliotecas de sus clientes y desde entonces siempre quiso tener libros en su casa. Finalista del último Premio Anagrama de ensayo, al que Jorge Carrión se había presentado bajo el seudónimo de Benjamín de Tudela. Librerías no es el típico manual al uso de un profesor universitario que, con afán de abarcarlo todo, escribe que la librería más grande del mundo está en el conocido edificio londinense Simpson y pertenece a la cadena Waterstone's. El autor utiliza más bien las librerías como un argumento literario que va desenvolviendo la historia. Desde que en el verano de 1998 entra en la Librería del Pensativo de Ciudad de Guatemala, la convierte en su refugio y comienza una indagación que se extendería a lo largo y ancho de los cinco continentes. Librerías es el reflejo de un prolífico autor y profesor con una presencia muy potente en la red y en la América hispana. Carrión pertenece a una generación convencida de que una serie de televisión tiene tanto o más valor literario que una novela. Gente con idiomas que ha convertido el viaje y la transversalidad en un credo. La flexibilidad de Jorge Carrión le permitió transitar desde Los Muertos (Mondadori, 2010), una novela más que aseada, a Teleshakespeare (Errata Naturae, 2011), un excelente ensayo, pasando por un buen puñado de libros de viajes y de artículos en prensa. Todo ello con cierto bizqueo que mira hacia el cómic y condimentado con unas briznas dgastronómicas de un maestro de la autoficción como es Michel Houellebecq. Desde la Librería del Pensativo en 1998 hasta los primeros meses de 2013, Jorge Carrión narra en primera persona sus encuentros con las librerías y va dando cuenta de sus peculiaridades culturales, de sus espacios, de su manera de facilitar la lectura a los clientes y de la propia arquitectura del local. En paralelo, entra en diálogo con sus personales búsquedas bibliográficas y sus autores de referencia. Todo ello se acompaña de una nutrida colección de fotos y de los mecanismos cognitivos implicados en el proceso de recogida de datos. Su reflexión en torno a una pieza fundamental del viajero como es la libreta de notas cobra una dimensión literaria. Comprar y utilizar una Moleskine se convierte en viajar con Bruce Chatwin por Australia y llegar hasta la Patagonia. Transformadas las librerías en mapamundi, la amena prosa de Jorge Carrión va construyendo la tipología de las librerías y sus círculos de influencia hasta llegar a la serie de transformaciones culturales, económicas y sociales que ha acabado con un buen número de locales levantados y mantenidos por el genio y el esfuerzo de gente que ha decidido convertirse en librero y erigirse en icono ético y cultural. Es aquí, en el último tercio del libro, donde Librerías se viene especialmente arriba. La entrada en escena de las grandes cadenas y espacios librescos, Barnes & Noble, Borders, Chapters, Amazon o Fnac está reseñada con una precisión, un detalle y una capacidad de síntesis excepcionales. Los nuevos modos de leer, derivados de la expansión acelerada de ordenadores, tabletas, smartphones, e-books y demás parafernalia informática convierte, en opinión de Jorge Carrión, a la lectura en algo tan natural como “caminar, como respirar, algo que hacemos sin que sea preciso pensarlo antes”. Se trata de una naturalidad que, sin embargo, como señala Zygmund Bauman, tiene inscrita su caducidad en el propio soporte electrónico. Las nuevas tecnologías empujan a las librerías a una posición en la que su espacio se hace oferta múltiple de espacios, sabores e interacción. El librero del siglo XXI sabe, como se apunta en estas páginas, que debe crear un ámbito en el que sea posible coordinar la conversación con la lectura y el encuentro del deseo.