Más alto que el aire
Javier Expósito
20 diciembre, 2013 01:00Afirma en el prólogo Juan Manuel de Prada que el autor nos habla "de la vocación primordial del ser humano, que es una necesidad de elevarse sobre el ruido." En este caso, el "ruido" tanto puede hacer referencia a todo aquello de vulgar o aborrecible que hay en nuestras vidas como ofrecer la apuntada lectura espiritual. En ese sentido, estas páginas comparten aliento con la mística, y también con la teología pero van más allá: la escritura de Expósito no por sincera deja de ser ambigua, como si se tratara de un continente al que cada uno debe dotar de contenido, de modo que las casi setenta piezas que conforman el libro pueden leerse como pequeños poemas y al mismo tiempo como breves prosas inspiradoras. Hay un leve hilo conductor en algunos de ellos, sutilmente narrativo, a veces inspirado en fuentes clásicas, pero se trata tan solo de un pretexto para alcanzar lo metafísico.
El libro se estructura en tres partes -Luz, Vida, Amor-, de una intensidad creciente. Se aprecia un minimalismo y una delicadeza propias de las literaturas orientales. También la búsqueda del absoluto y la reivindicación del amor como redención y punto de llegada. Un amor, una vez más, cuya definición última corresponderá al lector. Un lector, como el libro mismo, nada común.