Juan Gelman. Foto: Alberto Cuellar
El poeta argentino Juan Gelman, ganador del premio Cervantes en 2007 y autor de más de una treintena de libros, ha fallecido este martes a los 83 años de edad en Ciudad de México, donde residía desde 1976, tras exiliarse de su país de origen a causa de la dictadura militar. "Murió tranquilo, en su casa, rodeado de su familia (...), de una enfermedad que se llama síndrome de mielodisplasia" (disfunción de la médula ósea), dijo una fuente de la familia que prefirió mantener en reserva su identidad.Gelman pasa a la historia como uno de los grandes referentes de la lengua del pasado y el presente siglo. Renovador del lenguaje, el poeta argentino fue un mago que recreaba y construía neologismos de toda suerte, un amante de la palabra como instrumento no sólo comunicativo, sino objeto de belleza en sí misma. Pero además su producción estuvo caracterizada por un fuerte compromiso ante la injusticia. Julio Cortazar escribió que "lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura allí donde más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas".
El poeta argentino, que nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1930 en el seno de una familia judía de emigrantes ucranianos, comenzó a interesarse por la poesia desde pequeño gracias a los versos de Pushkin que recitaba su hermano y que, de manera precoz, trataría de imitar para conquistar a las chicas del barrio bonaerense de Villa Crespo.
En 1955, Juan formó parte de un grupo de poetas que se denominaron "El pan duro" y en 1956 publicó ya su primer libro de poemas Violín y otras cuestiones y comenzó a ser conocido por Latinoamérica con obras como El juego en el que andamos, Velorio del solo o Gotán. Ejerció el periodismo que practica todavía hoy en Página 12 y que reunió en dos volúmenes. En 1967 entró en las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) que, en 1974, se fundirían con Montoneros.
La dictadura militar de Videla obligó al escritor a exiliarse en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México, alternando su actividad política contra el régimen con trabajos para la UNESCO. Durante su ausencia de Argentina llegó a estar condenado a muerte por la dictadura de su país y sufrió de cerca el drama de los "desaparecidos" cuando su hijo y su nuera pasaron a formar parte de esta dolorosa lista, tal y como recogen los diario argentinos en el día de su fallecimiento.
En el exilio publicó, por ejemplo, Hechos y relaciones o Si dulcemente, parte de una etapa reflejo del clima de derrota y pérdida sufrido por el autor. Otro aspecto curioso de la obra de Gelman es la presentación de su propia poesía como traducción, en algunas ocasiones. Atribuía sus versos a poetas apócrifos, como quedó de manifiesto en Traducciones III: los poemas de Sydney West.En su extensa carrera ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía, el premio Cervantes, el premio Pablo Neruda y el premio Reina Sofía de Poesía.
En 1988 logró regresar por primera vez a Argentina y en el año 2000, tras años de incesante búsqueda, consiguió hallar e identificar en Uruguay a su nieta Macarena. Su hijo, Marcelo Gelman, y su nuera, María Claudia García, habían desaparecido unos meses antes de que esta pudiera dar a luz. Macarena había nacido en cautiverio y pocos meses después fue trasladada ilegalmente a Uruguay. Gracias a una investigación impulsada por organizaciones de derechos humanos pudo recuperar su identidad.
Al recibir el premio Cervantes, el escritor argentino dijo que "la poesía es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa", parafraseando a don Quijote. Allí recordó también que el poeta "no escribe para vivir, sino que vive para escribir".
El entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, transmitió en aquella fecha su felicitación a Gelman y dijo que se trataba de "un merecido reconocimiento a su obra literaria, que trasciende fronteras e idiomas, que ha sabido hablar al corazón y a la inteligencia de los hombres en la justicia y de la verdad".
Según Zapatero, vida y obra de Gelman "son símbolos de la resistencia de la palabra frente al horror, símbolos de esperanza", demostrando que "sí hay poesía después de la barbarie". "Su palabra, que es palabra de muchos, abre espacios para entender lo incomprensible, para darle sentido al dolor, para seguir viviendo con la esperanza y la capacidad de amar intacta, para sentirnos uno y muchos en torno a ella", sentenció.
En 2012, Seix Barral editó su Poesía reunida. De aquel volumen hemos seleccionado estos cuatro poemas.
Violín
EPITAFIO
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
(Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.)
El crepúsculo atraca al triste y solo
violín de mi corazón.
El crepúsculo instala muchachas melancólicas
en el balcón.
El crepúsculo toca en las esquinas
una música gris.
Y llora largamente,
blandamente.
(¿No lo oís?)
EL CABALLO DE LA CALESITA
Trajín, ciudad y tarde buenos aires.
Aire de plaza, ruido de tranvía.
(Galopando una música de tango
gira el caballo de la calesita.)
Los hombres van y vienen. Una vieja
vende manzanas en aquella esquina.
(Corazón de madera, ojo pintado,
gira el caballo de la calesita.)
Un grave industrial hace negocios.
Un vago duerme junto a la banquina.
(Transitado de risas y de niños
gira el caballo de la calesita.)
Una pareja se ama. Un angustiado
compra cianuro, escribe y se suicida.
(Ha muerto un ruiseñor. Pero no llores,
gira, caballo de la calesita.)
Os contaré una historia maravillosa y cierta.
Una tarde (el crepúsculo lentamente caía)
se me llenó la boca de soledad. Desierta
era mi sangre. Mi alma ni un pájaro tenía.
Caminaba. A lo lejos se oían los violines
que el crepúsculo toca para verme más triste.
Mi alma se vestía de lentos adoquines.
(Mi alma en la soledad no se desviste.)
Iba sin una luz, sin una rosa.
Sin un poco de mar, sin un amigo.
Me vio el caballo de la calesita.
Me vio tan solo que se fue conmigo.
Y ahora en mi corazón y desde entonces,
transitado de niños y de risas,
prisionero en mi música voltea,
gira el caballo de la calesita.
(Tiene el ojo pintado.
Su corazón es de madera limpia.)
CREPÚSCULO DISTINTO
Ha caído el crepúsculo sobre la esquina
donde suelo esperarme con un violín.
(Una muchacha, sola de sonatina,
es en el aire una música gris.)
Pasan los infaltables pájaros tristes
que el crepúsculo inventa para que a mí…
(Y esa muchacha siempre sola en su música…
Y yo siempre esperándome con un violín…)
Pasan los niños, traen sobre la punta
de su alegría risas de ta te ti.
(Pienso que esa muchacha, sola en su música…
Pienso que en el crepúsculo, juan, mi violín…)
Pasan los hombres, luchan por su estatura,
por un pan milagroso de porvenir.
(¡Pero, muchacha sola, deja tu música!
¡Pero, juan que me esperas, deja el violín!)
La vida es roja como la buena sangre.
Dura y alegre, nunca viste de gris.
Ven, muchacha, he llegado. Caminaremos.
(Deja atrás esa música triste.
Con mi juan, el del triste violín.)
Niño, tus cuatro letras de ternura
viven en mí.
Niño, seguramente naces cuando
el mar dice que sí.
Niño, te digo, voy por las orillas
de un alegre violín.
Llevo tus cuatro letras de ternura.
Viven en mí.
Tócame la mejilla por si encuentras
una humedad antigua y olvidada.
Es del tiempo en que quise ser caballo
para no ser fantasma.
Tócame la mejilla. Vamos, anda…
ORACIÓN DE UN DESOCUPADO
Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
porque no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, ¿qué han hecho
de tu criatura, Padre?
¿Un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?