Image: Joe Sacco, últimas viñetas desde las trincheras

Image: Joe Sacco, últimas viñetas desde las trincheras

Letras

Joe Sacco, últimas viñetas desde las trincheras

El reportero y dibujante presenta en España sus últimos cómics: La Gran Guerra y Srebrenica

14 mayo, 2014 02:00

Joe Sacco durante la presentación de sus últimas obras en la Asociación de la Prensa de Madrid.

Ya en los tiempos del London Illustrated News, en el caso del Imperio Británico, o en los diarios estadounidenses durante la guerra de secesión, los dibujantes daban cuenta de lo que ocurría en los campos de batalla. Con la llegada de la fotografía, un medio mucho más inmediato y aparentemente fidedigno, la relación del periodismo con el dibujo se limitó a las páginas de opinión de los periódicos hasta que Joe Sacco se convirtió en el adalid de un nuevo género: el cómic periodístico. Este insólito reportero ganó reconocimiento mundial gracias a Palestina, que le valió el American Book Award en 1996, y Gorazde: Zona Protegida, obra ganadora del Guggenheim Fellowship, un premio Eisner y elegida como mejor cómic del año por Time en 2000. El autor está en España estos días -en Madrid y en el Salón del Cómic de Barcelona- para presentar sus últimas obras: La Gran Guerra y Srebrenica. Sacco, nacido en Malta, criado en Australia y residente en Estados Unidos, estudió periodismo, pero sus primeras experiencias laborales le aburrieron hasta casi renegar del oficio. Tras reinventarse como dibujante, su otra pasión, se le ocurrió unir sus dos vocaciones. Fue así como empezó, por su cuenta y riesgo, a hacer “reportajes dibujados” sobre conflictos armados, sobre todo en los Balcanes y en Oriente Medio. “No trato de ser objetivo, sino honesto”, explica el autor, que centra todos sus reportajes en víctimas con nombres y apellidos. “Los personajes de mis obras son aquellos que no suelen tener voz en los medios, pero no los presento como como víctimas con mayúsculas. Además de víctimas son muchas otras cosas. Quiero que el lector los conozca del mismo modo en que yo lo hice”, y por eso confiere mucha importancia a los detalles cotidianos -sus casas, sus gallinas, sus quehaceres...-, ya que “a través de ellos se manifiesta la humanidad del relato”. Los trabajos que ahora presenta han supuesto para Sacco dos retos formales. El primero de ellos, La Gran Guerra, es un dibujo en formato panorámico de más de siete metros de largo en el que el autor cambia el reporterismo por la historiografía; en el segundo, Srebrenica, experimenta por primera vez con el formato digital, ya que se trata de un cómic concebido para tabletas en el que las viñetas y los bocadillos se suceden de forma animada en la pantalla al ritmo que marca el lector.

A vista de alien

Detalle de una lámina de La Gran Guerra, de Joe Sacco.

Este año se conmemora el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, que vuelve a estar en el centro de la actualidad mediática y editorial. En La Gran Guerra, editado por Reservoir Books -que ya editó en España Reportajes y Notas al pie de Gaza-, Sacco aporta una mirada diferente al horror desatado por el conflicto, centrándose en la batalla del Somme, la más sangrienta, con un millón de bajas entre los dos bandos, el franco-británico y el alemán. En un desplegable en forma de acordeón, el autor traza una panorámica de 24 láminas en las que narra lo que ocurrió en el Frente Occidental el 1 de julio de 1916, el primer día de la batalla. En pocas horas, el ejército británico -donde Sacco sitúa el punto de vista- sufrió 60.000 bajas -20.000 muertos y 40.000 heridos. El dibujo se inspira en el tapiz de Bayeux, que refleja la invasión de Inglaterra por parte de los normandos en el año 1066. “Al tomar como modelo un tapiz medieval, me he liberado de la perspectiva y de la escala -explica el dibujante-, de modo que un centímetro de dibujo puede equivaler a diez metros o a un kilómetro”. La idea nació hace más de 15 años y se la propuso su compañero de piso en Nueva York, hoy editor, en una noche de borrachera. “Me pareció interesante, pero me olvidé del asunto hasta que me llamó después de todos estos años para proponérmela en serio”. A diferencia de sus obras anteriores, La Gran Guerra no tiene viñetas ni bocadillos. La barbarie, recreada con un nivel de detalle asombroso, habla por sí sola. No obstante, el volumen incluye, en un cuadernillo aparte, las anotaciones de Sacco, que se revela un estudioso de la contienda, y un ensayo del historiador Adam Hochschild que reconstruye los pormenores de aquel fatídico día de julio, el peor de toda la guerra. Al tratarse de una panorámica, el punto de vista de Sacco se vuelve distante. Ya no se centra en el individuo, como en obras anteriores, sino en su comportamiento dentro de una gran masa. “En este álbum, el testigo de los acontecimientos es casi un extraterrestre que observa lo que hacía la raza humana un día concreto de 1916”. Que no era otra cosa aniquilarse de la manera más brutal posible.

Srebrenica: regreso a las fosas

Una viñeta de Srebrenica, de Joe Sacco.

Sacco también ha presentado Srebrenica, un cómic digital editado por Acuerdo en el que cuenta su viaje, 18 años después de la Guerra de Bosnia, a la localidad trágicamente conocida por ser el escenario del mayor genocidio en Europa después del holocausto nazi. En julio de 1995, 8.000 musulmanes bosnios fueron asesinados por las tropas serbias cuando intentaban huir de la región. La estancia de Sacco en la zona cuando acabó el conflicto le sirvió para escribir y dibujar El final de la guerra, Gorazde: Zona protegida y El Mediador. Su segunda visita al lugar ha sido descorazonadora: “En Bosnia-Herzegovina, bosnios y serbios siguen contando su propia versión de los hechos. Hablé con serbios que siguen negando lo que ocurrió o que dicen que se ha exagerado la magnitud de la masacre o incluso que ellos son los que sufrieron durante la guerra. Los bosnios también cometieron crímenes, aunque en menor cantidad y magnitud, pero también los niegan”. “Lo más triste es que el país no ha avanzado en nada desde entonces”, lamenta Sacco. “Cuando acabó la guerra, la gente tenía la esperanza de volver a sus vidas, a sus estudios... Conocí a dos personas con la posibilidad de un futuro prometedor fuera de Bosnia. Decidieron quedarse y ayudar a la reconstrucción de su país. Al reencontrarme con ellas, ambas me dijeron que quedarse fue el peor error de sus vidas”.