José Luis Cano
Todo escenario de grandes figuras requiere personajes a la sombra para crear el trasfondo y tejer la trama para que poetas extraordinarios permanezcan en el imaginario universal de las letras. Esto es lo que ocurrió con el poeta y crítico literario José Luis Cano (Algeciras, 1911 - Madrid, 1999), persona clave en la poesía española de la segunda mitad del siglo XX. Fue secretario de Vicente Aleixandre y la persona que se encargó de editar las biografías de Antonio Machado y Federico García Lorca tras la guerra. Él les dio voz en un momento de exilio y, en cambio, su persona ha caído en el olvido. Por esta razón, AlCultura, con José María Parreño como comisario, ha configurado un homenaje en su tierra natal, Algeciras, donde se reúnen varios escritores, a partir del miércoles y hasta el viernes, para traer al frente el nombre que dio voz a las figuras que todos recordamos y estudiamos.Cano, que en su momento no obtuvo el reconocimiento necesario, "supone ahora un descubrimiento para muchos", comenta Parreño. "Es una figura sin la que es difícil entender la poesía española de la segunda mitad del XX". Fue poeta, pero sobre todo, "merece nuestro respeto y agradecimiento" por ser el impulsor de algunas iniciativas como la fundación de la revista Ínsula en el año 1947. Una labor en la que le ayudó Canito y deciden llamarla así debido a que creían que iba a ser como una isla en el panorama de la literatura española asediada por las ideologías. En este sentido, Parreño opina que "sigue siendo como una isla a la que hay que buscar el archipiélago, los nexos con quienes combinó". Y es que conocemos a Fernando Guillén, a Aleixandre, a Cernuda y a todos sus íntimos. Pero no a él.
Gracias a esta revista comenzaron a publicar los escritores del exilio como Juan Ramón Jiménez. Cano, gracias a su relación con Aleixandre, editó Los cuadernos de Velintonia de este "que se configuran como la crónica de los días del poeta". Además, "trae al frente a todo el entramado de escritores de la Generación del 27 y devuelve la conexión con una posguerra que estaba ya olvidada", analiza Parreño. Ya durante los años 40, 50 y 60, cuando la poesía comenzaba a ganar terreno y peso, escritores de la generación de Gil de Biedma contactaban con Cano y Aleixandre porque gracias a ellos podían entrar en el círculo. "Vivimos en un país desmemoriado que nunca le ha hecho un homenaje y la gente que ahora se reúne tiene un agradecimiento especial a Cano porque publicaban sus primeros textos a través de él". Así, agrupó a una de las grandes generaciones de poetas que se ha leído.
Las preguntas e incógnitas son muchas pero parece no dejar ápice de duda acerca de lo que supuso para las letras españolas. Se rodeó de los mejores y les ayudó a cosechar un gran futuro literario. Con criterio defendió la calidad del 27 y la cultura anterior a la guerra. Entonces, ¿por qué cayó en el olvido? "Era un buen poeta pero no estaba a la altura de sus coetáneos, no era Celaya o Hierro. Pero tenemos que medirle por su actividad e interés de mantener vivos y hacer visibles a los grandes", cuenta Parreño.
Incluso promovió diversas editoriales y la colección de poesía de Adonais a la que convirtió en referente, y hoy uno de los premios más importantes de poesía. El problema vino cuando "la revista Ínsula comienza los procesos de concentración editorial y acaba siendo comprada y vendida por grandes paquetes editoriales y deja de tener tanta importancia", analiza el comisario del homenaje en Algeciras. A la dirección de la publicación han estado personalidades como Víctor García de la Concha, hoy director del Instituto Cervantes y exdirector de la Real Academia Española.
De modo que José María Parreño y todo un grupo de escritores vinculados a Cano realizan este homenaje con lecturas y charlas que comienzan este miércoles y se prolongan hasta el viernes. "Trataba de mostrar todas sus facetas, los poetas de la zona van a leer un poco a trasluz de la poesía de Cano. Se hablará de su labor como impulsor de editoriales y la conexión con la memoria del 27 y la poesía del exilio". En estas jornadas participan personas que le trataron cuando eran jóvenes y Cano era ya una persona curtida. Desde novelistas como Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Jaime Siles, José Teruel y Alejandro Sanz -creador de la Asociación de Amigos de José Luis Cano- quien se dedica a mantener viva su figura, su hija Teresa Cano y Manuel Fernández Mota, amigo en su juventud.
Y aunque no destacó como poeta, dejó un legado de textos delicados, aterciopelados.
Noticia del beso
Nace el beso en la sangre y su fuego maduracomo el fruto de un árbol a la luz de la tarde.
Ebrias alas secretas van naciendo a su paso
y dorando los labios que esperan entreabiertos.
Gime la flor del beso antes de abrir su rosa,
y sus pétalos arden melancólicamente
mientras sube un rumor por la delgada sangre
y se detiene al borde de la boca hechizada.
Ya los ojos no ven. Mientras escapa el mundo
sólo el fruto del beso hunde su quemadura
en el dorado éxtasis, y el nácar de unos labios
dulcemente crepita en su abrasada llama.
Un brillo nuevo nace de la boca entreabierta,
mientras redonda estalla la granada del beso,
y el dulce labio herido, ardiente ola ceñida,
su lentísima espuma destila prisionero.
No tiene edad el beso, pero su fruto muere
cuando su llama de oro se deshace en los labios,
cuando despierta el párpado de su ebriedad callada
y el corazón se oculta para sorber su dicha.
Mas no muere su luz, su ardentísimo pozo
puro como la nieve, hondo como el silencio.
No muere lo que llega al fondo de la sangre
donde el beso dejó un reguero de cielo.