El libro de las tierras vírgenes
Si Miguel Sáenz (Larache, 1932) tuviera que salvar un solo ejemplar de su biblioteca, sería El libro de las tierras vírgenes, de Rudyard Kipling (traducción de Ramón D. Perés. Gustavo Gili, Barcelona 1930), un libro que el académico y traductor ha leído innumerables veces "y, aunque hoy sé que se trata de una versión harto liberal, no me importa". El volumen pertenecía a la biblioteca familiar, les acompañó en todos sus viajes y traslados, pero lo que lo hace único es "ser, sencillamente, un fragmento de mi infancia, uno de los pocos que guardo. Pensándolo bien, aunque no colecciono libros, sí que tengo algún otro ‘especial': la correspondencia entre Günter Grass y Kenzaburô Ôe firmada por los dos premios Nobel; una guía en alemán del Museo del Prado, de Consuelo Luca de Tena y Manuela Mena, con anotaciones del propio Thomas Bernhard..."
Aunque Sáenz jamás ha tenido una librería de referencia, "desde hace muchos años, compro todos mis libros (sobre papel) en Amazon. Los descatalogados en AbeBooks/Iberlibro. Es increíble lo bien que funcionan esas empresas", subraya, al tiempo que explica que se siente " invadido por los libros" y no tiene ya espacio para ellos. Es más, aunque intenta regalarlos, "nadie los acepta. En casos extremos de libros realmente pésimos, los traslado al contenedor que hay delante de mi casa".