Alumnos del máster de edición de Santillana y la Universidad Complutense.
Parecen jóvenes normales a simple vista. Como casi todos, se enfrentan a un futuro lleno de metas y de incertidumbre. Pero a diferencia de la mayoría, el suyo está marcado de antemano, para bien y para mal, por el peso de una vocación ineludible. Se preparan para iniciarse en un mundo hermoso y difícil. Lo han pensado bien y, sin embargo, quieren ser editores.
Enrique Murillo es uno de esos maestros artesanos que pulen vocaciones en cada nueva generación. Periodista, traductor y autor, además de editor, trabajó para Anagrama, Alfaguara, Planeta y dirigió Plaza & Janés durante 12 años. Ahora dirige su propia editorial, Los Libros del Lince, y "por las noches", enseña los trucos del oficio en el máster de la Universidad Autónoma de Barcelona, que fundó y coordina con los profesores Gonzalo Pontón y José Luis Riva y que en pocas semanas comenzará su décima edición.
Sin descuidar la llama de letraheridos que los alumnos traen bien viva ya de casa, Murillo intenta que sus alumnos se conviertan en editores con los pies en el suelo: "Mi gran pelea con los alumnos es enseñarles a hacer un escandallo", asegura. Enseñarles a calcular costes, tiradas, precio y el punto cero en el que la venta de ejemplares de un libro empieza a dar la rentabilidad necesaria para poder hacer el siguiente. "Un editor ha de ser capaz de mantener, sin llegar a la esquizofrenia, dos mentalidades: por un lado, la de un artista de la edición y, por otro, la cabeza de un empresario. Es la única manera de sobrevivir".
No obstante, en la concepción idealizada que los alumnos tienen de la profesión, pesa mucho la imagen romántica de figuras emblemáticas como Carlos Barral o Beatriz de Moura, afirma José Ramón Trujillo, subdirector del máster de edición de la Universidad Autónoma de Madrid. En el seno de este máster nació la editorial Los libros de la ballena (anteriormente, La Tinta del Calamar), donde los alumnos publican sus trabajos finales en forma de libros que huelen a sacrificio, noches sin dormir y amor por la literatura, la tipografía y el diseño.
En la última edición de la Feria del Libro, rodeados de amigos, familiares y profesores, los nuevos editores formados en la UAM presentaron los títulos a los que tantas horas habían dedicado. Libros sorprendentes, arriesgados, diferentes, que confeccionaron por equipos en cuestión de semanas: Criadero de curas, de Alejandro Sawa; Diez. Cuatro animales, tres mujeres, dos sitios, un vicio, de Juan Emar; La Tigra y otros relatos brutales, de José de la Cuadra; y Ese olor, del egipcio Sonallah Ibrahim. Además, cada libro tiene asociado un blog en el que sus editores amplían la experiencia de la lectura con información sobre la figura de sus escritores elegidos y narran cómo fue la travesía hasta tener entre sus manos el libro soñado.
Dos de esos editores recién ordenados son Rosanna Álvarez y Álvaro Domínguez. Ella es venezolana y eligió el máster de la UAM por ser el único con editorial propia. "Sabes que tu libro quedará y circulará", explica. Ahora colabora en Punto de Vista, editorial de humanidades y ciencias sociales, y en Sílex, que edita libros de historia y arte. Él es licenciado en Historia del Arte y la literatura siempre fue su mayor pasión. Ahora colabora como freelance en la agencia literaria Dos Passos. "Lo bueno de estudiar un máster de edición es que conoces de primera mano todas las facetas del oficio", asegura.
Intuición y disciplina
El máster de edición de la Universidad Pompeu Fabra es el más veterano de España y del mundo, según nos explica su director y fundador Javier Aparicio Maydeu, que además de profesor es crítico literario y periodista cultural y trabajó como agente literario para Carmen Balcells. "El máster nació porque quise trasladar mi experiencia y formalizarla a través de un programa práctico y dirigido al mundo editorial. Hasta entonces (1996), no existía un máster profesional de edición en España", explica.Dice Aparicio que para sacar buen provecho del curso, el alumno debe tener muchas y muy distintas cualidades, que, a fin de cuentas, son las del editor ideal: "Ser intuitivo y sumamente disciplinado en el trabajo, saber trabajar en equipo, tener una sólida formación, a ser posible interdisciplinar, y una capacidad de relación y una curiosidad extraordinarias".
El editor siempre ha sido un hombre orquesta y, por tanto, ha de tener una serie de conocimientos teóricos muy diversos. Según Aparicio, los más importantes son:
1) El conocimiento del entorno legal, las técnicas y estrategias de negociación y contratación y la amortización y explotación integral de los derechos.
2) Conocimiento práctico de la producción editorial, en el mundo en papel y en el entorno digital.
3) Control de las finanzas editoriales, desde el cálculo de costes a la cuenta de resultados y el análisis de los factores que determinan la rentabilidad en relación con el producto.
4) Estrategias de marketing y de comunicación.
5) Un know how transversal que enseñe que todos los aspectos de la cadena del libro están interrelacionados y dependen mutuamente unos de los otros.
En lo que respecta al entorno digital, el máster de la Pompeu Fabra se ocupa de él desde hace una década: "Hace diez años ya dedicábamos sesiones a la tinta electrónica, cuando se diseñó Sony Reader". En los años posteriores profundizaron en esta vía al entablar relación con Google y con bufetes de abogados especializados en derechos digitales, recuerda. "No obstante, el libro en papel tiene todavía un peso muy grande en el mundo editorial", por lo que el grueso de su programa se centra en él. Además, la mayoría de las competencias de un editor son independientes del formato en el que se comercialice el libro. Por esta razón, con todos los másteres solventan la parte correspondiente al libro digital con un bloque específico.
El editor como guía cultural
El editor Juan González Álvaro es el codirector, junto al profesor Carlos González de Heredia, del máster que organiza la editorial Santillana en colaboración con la Universidad Complutense (anteriormente, con la de Salamanca) y que este año celebrará su decimoquinta edición. Según su criterio, los profundos cambios que la revolución digital está provocando en todos los sectores de la cultura no van a provocar la desaparición de la figura del editor sino todo lo contrario: "Frente a una oferta que crece exponencialmente, cada vez va a ser más necesaria la figura del editor, que selecciona con criterio lo que vale la pena leer y arriesga su tiempo y su dinero para ofrecer su resultado a los futuros lectores".La labor de los profesores, explica González, consiste en "trasladar a los alumnos la enorme gama de posibilidades económicas y organizativas que existe en el mundo de la edición, donde pueden encontrar empresas con dos mil empleados y empresas en las que sólo trabajan tres o cuatro personas, pero todas tienen un funcionamiento muy parecido".
Todos los profesionales de la edición pronuncian con orgullo la palabra "oficio" al hablar de su trabajo. Un término que lleva implícitos el esmero, el gusto, el buen hacer, la experiencia, la intuición, el olfato, la artesanía. Todo ello no puede aprenderse dentro de un aula, por lo que en todos los másteres la realización de prácticas en editoriales de verdad es fundamental para completar la formación.
A pesar de las dificultades derivadas de la crisis económica general y de la crisis endógena del libro, muchos alumnos consiguen un contrato tras su etapa de becario, apunta Aparicio Maydeu. "Editores ejecutivos de editoriales de primer nivel, en España y en toda Europa y Latinoamérica, han sido estudiantes nuestros que empezaron haciendo prácticas". Y los que no, encuentran su hueco trabajando como freelances para distintas empresas o, mejor aún, haciendo realidad el sueño de todo editor independiente: llevando el timón de su propio velero, con el que trazarán rutas aún desconocidas y que los grandes trasatlánticos jamás se atreverán a recorrer.