Javier Marías

Lee aquí un fragmento del libro

Ocho millones de ejemplares vendidos a lo largo de su carrera, 200.000 solo de su anterior novela, esta a su vez publicada en treinta y dos países, y 80.000 ejemplares lanzados, para comenzar, de Así empieza lo malo (Alfaguara), que llegó a las librerías el pasado lunes. Javier Marías, el más celebrado y premiado de los escritores españoles ("en el extranjero", puntualiza siempre él), presentó ayer, con una expectación acorde a dicho estatus, su novela número catorce. Y lo hizo en compañía de Pilar Reyes, directora de Alfaguara, y de un buen número de amigos y camaradas del mundo de las letras. "Cuando un escritor es tan veterano como yo (han pasado 43 años desde que publicase, con tan solo diecinueve, Los dominios del lobo), llega un momento en el que no sabe ni por qué sigue escribiendo", comenzó Marías. "Así que espero que esta novela no resulte superflua, ni innecesaria". Antes de que alguien hiciera el chiste, lo hizo él: "También espero que el título no sea del todo adecuado, pues soy consciente de que se presta a la broma". Ese título viene de Shakespeare ("Así empieza lo malo y lo peor queda atrás"), punto que se aclara en el libro a propósito de una investigación, en parte real, sobre la verdadera identidad del bardo.



La novela está escrita en primera persona. El narrador, Juan de Vere, entra como asistente en casa del cineasta Eduardo Muriel y de Beatriz Noguera, su desdichada esposa. Estamos en 1980 y la ley del divorcio aún no ha sido aprobada. "El joven de Vere" asiste a la farsa de ese matrimonio, al declive de Muriel y al desequilibrio de Beatriz, que sufre el desprecio, la desconsideración y el rechazo de su marido. Al mismo tiempo, Muriel le pide a De Vere que investigue al doctor Van Vechten, un misterioso pediatra que, al parecer, hizo fortuna en la posguerra, y que oculta, al decir de Muriel, un pecado imperdonable. El perdón, o mejor dicho, la "arbitrariedad del perdón", es, con el deseo, el rencor y los secretos no dichos en voz alta, el motor decisivo de Así empieza lo malo.



"Es curioso cómo a veces no perdonamos lo más leve simplemente porque nos lo han hecho a nosotros, y cómo a ciertas personas estamos dispuestos a perdonárselo todo" dijo Marías. A lo largo de la novela late la duda sobre la conveniencia, o no, de dar y recibir perdón, de pasar página, de olvidar los feos asuntos de un pasado especialmente ruin para así poder edificar una renovada convivencia. "Yo nunca he tenido una opinión clara al respecto: no sé si los crímenes más atroces y viles, no a título individual, sino colectivo, han de permanecer silenciados. Nunca lo he tenido claro, y es un dilema moral que a mí me inquieta. ¿Cuántos nazis fueron condenados tras la Segunda Guerra Mundial? Tan solo unos pocos jerarcas. A la población, a aquellos que en muchas ocasiones colaboraron activamente con el régimen nadie les ha pasado factura, y quizás esté bien que así sea". Aunque una cosa es la justicia y otra el relato, la necesidad de saber. "Me pregunto si se deben contar estas cosas. Yo creo que sí, aunque la perpetuación de dichos relatos atroces puede que nos inmovilice. Es algo que no tengo claro". En la novela, así pues, se habla de una justicia que "se asusta o se inhibe ante la cantidad". Es decir, que cuanto más voluminoso es el crimen, mayores son las posibilidades de impunidad. El pasado sin cerrar despierta en nosotros el rencor, que funciona como un motor, un incentivo. "Es algo a lo que resulta muy difícil renunciar", dijo Marías.



La historia contada por de Vere atiende, asimismo, a asuntos como el deseo, y al sexo como una forma de pago en tiempos convulsos. "En ese sentido es mi novela más feminista, aunque es horrible decir esto", comentó Marías, que ha incluido, de fondo, la trama de ciertos favores y mercadeos carnales en la trastienda de la larga posguerra española (en más de un sentido es como si la posguerra durase hasta la muerte de Franco.) La trama ocurre en 1980 y se hace un repaso a la democracia naciente y, en particular, a todo su alrededor: la movida, la apertura sexual, la irrupción de las drogas, pero todo pasado por el tamiz del que narra, del chisme y la habladuría. Preguntado por la validez de la Transición, Marías se mostró contundente: "Claro que no se pasó factura durante la Transición, pero es que no se podía pasar porque lo que se obtenía a cambio merecía la pena. Gracias a aquello hemos podido tener un país más o menos normal durante cuarenta años, teniendo en cuenta que aquí la normalidad la medíamos, como mucho, en trienios".



Al final de la rueda de prensa, el escritor abordó cuestiones que se salían de lo estrictamente literario y, después de asegurar que, al igual que rechazó el Nacional de Narrativa, rechazaría el Cervantes si se lo concedieran, valoró la dimisión de Gallardón, a quien, según dijo, "le han hecho una jugada". Sobre lo dicho por Rajoy en el momento de anunciar la retirada de la ley del aborto, dijo Marías: "Por una vez me ha parecido chistoso. Una de las razones que adujo para esta retirada fue: "Hombre, es que no se puede tener una ley que un nuevo Gobierno vaya a cambiar al día siguiente de ganar las elecciones'. Pues para eso cambie la de educación, la de tasas judiciales..."